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Margot (borrador) - por Raymond Carr

Por la escalera que desciende a un amplio sótano van llegando las primeras parejas. De doce a una es cuando mejor se baila. En la milonga(1) de Retiro, la clase para iniciados ha terminado hace 20 minutos.

—Cárlos, qué bueno que viniste. Vení, quiero presentarte a una amiga.
Sofía me toma de la mano y me conduce hasta un grupo en el que destaca ella: Margot.

—Margot, es Cárlos.
—Encantado.
—Los chicos altos son siempre muy bienvenidos a la milonga.

Habla con la cadencia de una diosa egipcia; sonríe con la dulzura de una princesa nórdica; con la gracia de una belleza calé. Su gran secreto (a voces) es que está cansada de ser todo eso. Suena un tango.

—…Es posible que a tus ojos, que hoy me gritan su cariño, los cerrara con mis besos…

Las parejas se deslizan por la pista. Margot baila ahora con un amigo. Se detienen un momento para hacer una figura. La mano de Margot en torno al cuello de su pareja es blanca, perfecta. En una discreta alianza brilla toda su concentración. Parece que flota suspendida por los compases. Ahora es El Polaco(2), mi favorito. Qué tangazo.

—…Tus tangos son criaturas abandonadas que cruzan por el barro del callejón…

Saco a bailar a una viuda. Ha debido de ponerse medio frasco de perfume. Dios mío me ahogo y todavía faltan tres tangos para terminar la tanda(3).
Me siento a descansar y espero a la tanda de milongas(4) para sacar a una chica simpática. Pero se detiene la música, la pista se despeja y ocupa el centro el maestro de ceremonias que sostiene en la mano algo envuelto en papel de regalo.

—Hoy es el cumpleaños de una de nuestras más queridas amigas. Hemos querido darle una sorpresa…

Me llevo mal con el valsecito(5), en realidad también con el tango, lo que de verdad me gusta es la milonga. En estos locales de ambiente encantador, concurridos de público irreprochable siempre hay alguien que husmea por los escotes de las señoras y las bandejas de canapés cuando no por las carteras de los caballeros con la insolencia de un roedor.
Qué suerte, he conseguido bailar una tanda de milongas con una chica guapísima, no baila muy bien pero tiene una energía electrizante. Oh no. No me gusta Julio Sosa. Los argentinos lo adoran. El único mérito que le encuentro es que canta correctamente. Y para mí eso no es un artista de verdad.

—…Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás… Cuando manyés que a tu lado se prueban la ropa que vas a dejar. Te acordarás de este otario que un día cansado se puso a ladrar…

El público empieza a abandonar el local. A la piel de Margot afloran microscópicas gotas de sudor, la textura de su rostro ha tomado la intensidad de una naranja madura y sus ojos despiden un brillo apacible, cordial. Sofía no ha parado de bailar.

—Margot, veníte. Nosotros vamos a bailar salsa ahora.
—¿Salsa, ahora? Estoy cansada, además yo no sé bailar salsa, y mañana tengo que trabajar.

El móvil zumba en el bolso de Margot. Escribe un breve texto y cuando termina, parece haber recobrado la energía a través de un poderoso talismán.

—Para ir a ese sitio dónde vamos a bailar salsa ¿hay que tomar un taxi?

En la calle, los tres agradecemos la tibia brisa de la noche de verano. Margot, sin proponérselo, es siempre el eje en torno al cual gira una reunión.

—Cárlos, en qué trabajás vos.
—En nada interesante. La verdad es que trabajo en lo que sale. A mí lo que me gusta es bailar. Y además no sé hacer otra cosa.
—Ah, comprendo. Entonces igual que Sofía.

Los tres sonreímos. Seguimos hablando de todo y de nada hasta que llegamos a pie a la disco en la que bailaríamos salsa hasta el amanecer.

————————————————-

(1) Esta palabra aparece en el texto con dos significados distintos. Aquí se refiere al local público acondicionado para recibir aficionados a bailar tango. Debe de tener pista de baile, servicio de bar y que no pare la música.

(2) Roberto Goyeneche, cantante que imprime una intensidad dramática incomparable a sus canciones.

(3) En una milonga, una tanda son cuatro canciones seguidas. La costumbre es bailarlas con la misma pareja.

(4) Baile predecesor del tango que tiene un ritmo más vivo que éste.

(5) En las milongas, junto con el tango y la milonga también se baila valsecito.

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7 comentarios

  1. 1. Luz de Luna dice:

    Hola, Raymond.

    Muy bien narrado tu relato. De principio a fin, las palabras se entrelazan maravillosamente. La parte que mas gustó, es sin suda la descripción que haces de Margot: “Habla con la cadencia de una diosa egipcia; sonríe con la dulzura de una princesa nórdica; con la gracia de una belleza calé. Su gran secreto (a voces) es que está cansada de ser todo eso.” Realmente poético.
    Me gusta mucho que hayas incluido en el relato pequeños fragmentos de canciones, eso me hace sentir mas en sintonía con la historia.

    La historia en si, no me parece que esté mal, pero creo que le hizo falta algún giro emocionante que me llevara a engancharme mas con ella.

    Si te apetece leerme, estoy en el 27.

    Saludos.

    Escrito el 17 febrero 2017 a las 19:40
  2. 2. Raymond Carr dice:

    Gracias por tu comentario.
    Te entiendo cuando mencionas lo del giro emocionante. A mí las historias me salen así de sosas, no lo puedo remediar. Además creo que realmente no consigo lo que me propongo, que es darle profundidad al personaje y recrear la atmósfera en que vive. Me resigno con lo que sale y me digo a mísmo que la próxima vez saldrá mejor. De todas formas, de verdad te digo, que prefiero que la historia quede así: sosa pero mía, es decir, auténtica. Bueno, con la descripción de Margot reconozco que me he pasado, ha quedado un poco cursi.
    Hasta pronto.

    Escrito el 18 febrero 2017 a las 12:32
  3. 3. Laura dice:

    Hola Raymond.Muchas gracias por tu amable comentario.
    No te resignes. Coincido algo con Luz de Luna. Te faltó algo de dramatismo.
    Más que llamativo el nombre Margot. Has visto la letra? “Antes te llamaban Margarita, ahora te dicen Margot” Toda una historia ahí detrás se puede crear.
    Pero no te preocupes.
    Lo importante es como dices, ser uno mismo, y que te satisfaga el producto. Yo suelo enamorarme de mis propios textos. Y eso que pasan por revisiones una y otra vez. Y así y todo tengo más de un problema. Cada uno de nosotros tiene su propio estilo y puede fundamentar en muchas ocasiones el uso de sus palabras, que tal vez a otro no le resulten igual.
    Sigue escribiendo. Nos leemos los relatos que sigan.

    Escrito el 18 febrero 2017 a las 22:58
  4. 4. Jean Ives Thibauth dice:

    Hola Raymond.

    Tu relato tiene una cadencia especial que hace muy fluida su lectura.

    Yo no hubiera puesto tantos notas a pie de página. Irremediablemente interrumpía la lectura para comprobar con interés los que ponía cada una. No era capaz de reprimirme.

    Yo creo que el asunto de los relatos sosos es fácil de solucionar. Antes de escribir, plantéate, después de tener una idea general, cuál puede ser el conflicto de la historia, lo que lo cambia todo. Luego diseña al prota y a su antagonista. Y piensa brevemente en cada parte de la estructura clásica: introducción, nudo y desenlace. Claro que podrías ampliar esta planificación previa con un montón de cosas pero con esto poco a mi, en muchas ocasiones, me es suficiente para arrancar a escribir y hacerlo de un tiron. Luego, claro está, tocaría revisar, pero eso es otra historia.

    Yo creo que lo que pasa aquí es que no se ve un conflicto claro. Por un momento pensé que sería aquello de que “esta cansada de ser todo eso” y esa trama suscitaba interés en mí. Luego no la encontré y me desilusione.

    Espero haberte sido de ayuda.

    Nos seguimos leyendo.

    Te invito a que despellejes el mío a gusto:
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-41/7203

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 22:49
  5. 5. Raymond Carr dice:

    Gracias Jean por tu comentario, cómo afinas. Bien, desde el primer momento surgió en mí la idea de que el tiempo presente es propio del periodismo y en general de otro géneros de no ficción. Se me ocurrió entonces que podía trasladar al papel un ambiente con el mayor número de detalles reales. Por eso incluí las notas para que el lector entienda de verdad lo que es una milonga, una palabra con dos significados. Y bueno, luego está la historia que es sosa, lo reconozco. Pero sólo hasta cierto punto.
    Hasta pronto.

    Escrito el 20 febrero 2017 a las 00:05
  6. 6. Maria Jesús dice:

    Me he visto en la pista de baile con Margot, haciendo ochos y ganchos. Pero también me habría ido gustosa a bailar salsa y si surge una rueda de casino. Me ha gustado mucho. Un saludo.

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 20:55
  7. 7. Raymond Carr dice:

    Hola María Jesús, ya veo que eres una bailona como las chicas de mi texto. En cuanto a mí, si no escribo me siento mal, pero si no bailo me muero. Gracias por leerlo y por tu comentario.
    Hasta pronto.

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 22:40

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