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"El Roedor" - por Dana Romanov

No sé cómo serán los otros bailes de salón, pero el tango es una danza que necesita cierta intimidad y requiere complicidad mutua. Ningún tango es igual a otro, cada pareja tiene un carácter diferente.
Una de las tantas veces que fui a “El Roedor”, una de la tantas tanguerías que tiene la City porteña, invité a una muchacha. Su figura era una escalera al cielo, pero su hermoso rostro sólo ocultaba un secreto pesar. Tal vez la habían plantado y la pena estrujaba su alma. Lento, sin prisa, la llevé al centro de la pista. Un tango de Gardel inundó el gran salón. La apreté suavemente contra mí; su corazón parecía un pájaro asustado, había olvidado cómo volar. Mientras caminábamos noté que volvía el brillo a sus ojos y la sonrisa a sus labios. El que haya bailado tango alguna vez, sabe las maravillas que logra. Ella se alejaba, juguetona, para después acercarse y mostrar sumisión. Su cabeza se pegaba a mi pecho, podía oír su respiración. Cruzamos la pista en una pequeña carrera, sonriendo, dejándonos llevar por la velocidad de la música y volvíamos con pasmosa lentitud. Yo sabía que el tiempo ya no estaba, sólo nos acompañaban los violines.
En otra ocasión, tomé entre mis brazos a una señora. La había visto otras veces, se comentaba que era viuda, aunque seguía usando una alianza. Entrada en años y en carnes también, conocía el idioma tanguero, la pista era su terreno. Pero era rebelde e impulsiva. A veces me seguía y a veces yo hacía de dama porque ella se empecinaba en guiarme.
A mi edad, setenta años por cierto, yo seguía frecuentando esos lugares. Tanto ejercicio no era bueno para mi corazón débil, pero qué más da. Siempre me dije a mí mismo que era mejor vivir menos, exprimiendo cada segundo, que vivir más tiempo y estar en la cama consumiendo un frasco completo de pastillas y todo para seguir en la cama. Y el doctor siempre lo mismo: Debe descansar más, Joel. Pero nunca podía. Doce de la noche, tres de la mañana y yo seguía sin poder pegar los ojos.
Esa noche, volví a salir. Mi hija me había suplicado que me quedara. Pero si yo me fui, no fue para contrariarla. No quería quedarme allí, ver como las agujas giraban lentas, riéndose de mi calvario.
La mujer a la que invité esta vez, era cercana a mi edad. Los ojos apagados, mucho maquillaje, blusa naranja que era un poco inapropiada para su edad. Llevaba un collar, e identifiqué una especie de talismán. Sonreí con disimulo. Las mujeres a lo suyo. Sonaba un tango de Dolina, el tango del seductor. Yo marcaba, ella aceptaba la invitación y me seguía. En una parte de la canción, cuando dice “Lobos del deseo/comen de mi mano/y cumplen mi voluntad.” Su mano en mi mano en mi hombro comenzó a bajar, lenta pero sin pausa, por mi espalda. Fingí no darme cuenta, hay que seguir bailando. Pero ella no se detenía y ya parecíamos abrazados.
—Vuelva a subir la mano —le pedí cortésmente.
Su mano subió pero sólo para sujetar mi cabeza, mientras me besaba.
Las mujeres son un misterio y si aprendes algo con una tendrás que olvidarlo, porque no funcionará con la siguiente. No volví a “El Roedor”, pero no me malentiendan. Me encanta el tango. No sé si les dije, pero tengo setenta años. Mi corazón no da y, en serio, mis hijos y nietos me necesitan. Bueno, adiós.

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9 comentarios

  1. 1. Roger/NHICAP dice:

    Hola Dana,
    Soy tu vecino de arriba, y creo que leo algo tuyo por primera vez.
    Me ha gustado el relato, me parece un buen texto con excelentes descripciones sobre la magia que inunda a la pareja que sabe bailar un tango.
    Al leer el texto creo que sentí lo que tú quisiste reflejar con tus palabras.
    Me pareció estupenda la frase “Su figura era una escalera al cielo…”
    En definitiva, una historia agradable, contada de manera sencilla, buen ritmo y léxico muy aceptable.
    Tienes talento,Dana. Sigue escribiendo y mucha suerte.
    Hasta otra ocasión.
    Un abrazo.

    Escrito el 17 febrero 2017 a las 18:15
  2. 2. Roger/NHICAP dice:

    Una llamada me interrumpió y me olvidé de decirte que la palabra “secreto” se escurrió del relato por la mano acariciadora de la última pareja de baile.
    Creo que solo se fue esa.

    Escrito el 17 febrero 2017 a las 18:36
  3. 3. Roger/NHICAP dice:

    Perdón, era “regalo”

    Escrito el 17 febrero 2017 a las 18:37
  4. 4. L. M. Mateo dice:

    Hola, Dana:

    Tienes un buen texto entre manos, sencillo y con ritmo.
    He visto algunos mejorables que paso a comentar:

    —Has separado sujeto y predicado mediante coma en las siguientes frases: “El que haya bailado tango alguna vez, sabe las maravillas que logra”. /”La mujer a la que invité esta vez, era cercana a mi edad”.

    —Hay un par de fallos de concordancia en tiempos verbales. En “Cruzamos la pista en una pequeña carrera, sonriendo, dejándonos llevar por la velocidad de la música y volvíamos” debiste decir “volvimos” para mantener el uso del tiempo verbal. Lo mismo ha sucedido en “Fingí no darme cuenta, hay que seguir bailando”, donde ese “hay” debería ser un “había”.

    —”Su mano subió pero sólo para sujetar mi cabeza, mientras me besaba”. Falta una coma delante de la conjunción adversativa “pero”. Sí que se puede eliminar (y me parece más recomendable a efectos de ritmo de narración) la que has colocado delante de “mientras”.

    —«cuando dice “Lobos del deseo/comen de mi mano/y cumplen mi voluntad.”». Aquí hay dos errores. En primer lugar, faltan los dos puntos antes de la cita, y en segundo lugar, el punto se sitúa siempre tras las comillas. Hacerlo a la inversa es un anglicismo.

    —”Y el doctor siempre lo mismo: Debe descansar más, Joel.”. Estás citando textualmente las palabras del doctor, por lo que deberían ir entre comillas.

    —”sumisión/respiración” crean una rima interna.

    —Hay sobreabundancia de los verbos “ser” y “estar”, pero es muy habitual en todos nosotros. Para corregirlo lo único que podemos hacer es buscarlas con el corrector de textos y ver cuántas son sustituibles por otros verbos o expresiones.

    —Hay algunas repeticiones en breve espacio: “tantas veces/tantas tanguerías”, “en otra ocasión/otras veces”, “estar en la cama/seguir en la cama”, “me fui/no fue”, “era cercana/que era un poco”, “cercana a mi edad/para su edad”.

    —”Aunque seguía usando una alianza”. Esta corrección que te voy a sugerir aquí es un poco discutible y dependerá de la visión del autor y el corrector, pero para mí el indefinido “una” no es demasiado correcto aquí, y deberíamos usar el definido “la”. Es cierto que no has nombrado esa alianza anteriormente, pero también es cierto que la alianza que usamos todos es de un único matrimonio (si repetimos, compramos una nueva), por tanto es un objeto concreto. Es “la alianza” y no cualquier otra. Otra opción pasa por algo tan sencillo como decir “seguía usando alianza”.

    Respecto a la historia propiamente dicha, hay un par de cosas que me han llamado la atención.

    El protagonista es un hombre de setenta años que absorbe la vida tanto como puede, así que no me parece coherente que considere el naranja poco apropiado para ninguna edad. Por su narración lo considero una persona abierta, sin prejuicios… y sin embargo juzga a una compañera por su forma de vestir. Me parece incongruente.

    “Llevaba un collar, e identifiqué una especie de talismán”. ¿Cómo? ¿Tiene una bola de cristal? ¿Es la forma del collar, su color?¿Ella se lo dice o hace algún gesto que le dé una pista al anciano para que llegue a esa conclusión?

    También me parece muy contradictorio el último párrafo. Durante toda la narración comenta que no está dispuesto a morir en una cama, aburrido y cargado de pastillas. Nos habla de sus escapadas a las tanguerías con setenta años y, de pronto, sin una razón clara dice que no ha vuelto jamás. Entiendo que ha sido ese pequeño contacto “sexual” en su último encuentro el que lo lleva a no volver a salir, pero lo has sugerido de un modo tan sutil que se le puede escapar al lector. En mi caso debía analizar tu texto y lo he leído varias veces, la mayoría lo hará solo una y de forma superficial.

    Por último, hay algo que ensombrece todo el texto de un modo terrible. Esas dos últimas palabras, ese “Bueno, adiós”. Siento decirte que ha sido una mala elección, dejando al lector con un extraño sabor de boca. Recuerda que las últimas líneas son tan importantes como las últimas.

    En definitiva, tienes un texto correcto con una historia entrañable, que se ve desmerecida hacia su final. Solo hay que trabajarla un poco más para que sea redonda.

    Un abrazo.

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 15:14
  5. 5. Rita dice:

    Hola, Dana.
    Coincido en todo con L.M.Mateo. No voy a repetir todos los errores que te ha señalado, sólo recalcarte que el final me ha parecido incoherente. Antes la edad no era un impedimento para él, así que el cambio repentino de idea no está bien justificado. Deberías haber dejado claro que era por aquella señora que le besó. O, incluso, podrías haber hecho que fuera a otro lugar en vez de frecuentar el mismo de siempre.
    También, como bien te señala mi compañera de arriba, “Bueno, adiós.” no debería estar. Para mi punto de vista, sobra y quita calidad al texto.
    Por lo demás, me ha gustado la idea de la historia.
    Espero que todo esto te ayude y puedas mejorar.
    Si te apetece pasarte por mi relato, soy el 117.
    Ánimo y sigue escribiendo.
    Nos leemos.

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 23:41
  6. 6. Rita dice:

    Por cierto, punto positivo por el personaje protagonista, ya que considero que es complicado escribir sobre el sexo opuesto. Muy valiente por tu parte.
    Saludos.

    Escrito el 19 febrero 2017 a las 23:46
  7. 7. Dana Romanov dice:

    ¡Muchas gracias a todos por sus comentarios!
    No tuve tiempo para corregir mi texto.
    Pronto pasaré por los suyos.

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 13:01
  8. 8. Wyrell dice:

    Hola Dana, como va?

    Primero que nada te agradezco por pasarte a comentar mi texto. Te doy mi devolución:

    La fluidez con la que logras narrar las escenas del baile de parejas es envidiable, uno realmente se imagina estando en el lugar del protagonista. Bien hecho.

    Respecto a la historia, me gustó al comienzo pero llegado el final se va a pagando un poco. Concuerdo con Mateo con lo que dice de las palabras finales, el “bueno, adiós ” está demás y te deja algo raro, como si fuera un recurso artificial que utilizaste para llegar a X números de palabras.

    Resumen: me gustó tanto la carencia del texto como la historia (ignorando las palabras finales). La descripción del tango es lo mejor del texto sin duda alguna.

    Un saludo.

    Escrito el 21 febrero 2017 a las 17:10
  9. 9. marazul dice:

    Hola Dana: me uno a la mayoría de los comentaristas. Las descripciones que haces del tango con las diferentes parejas es lo mejor del relato. Como bien dices:”Ningún tango es igual a otro, cada pareja tiene un carácter diferente” y te sirves de ello para mostrarnos tres mujeres, tres tangos, tres vidas…
    Es verdad que el final es rápido y desmerece, pero se nota que escribes bien y seguro que podrías darle una vuelta a ese final. Ponle un poco de poesía o un poco de pasión. No mucho, la verdad, que nuestro Joel no está para muchos trotes jeje… Hasta un toque de humor creo que le sentaría bien.
    Un placer leerte
    Saludos

    Escrito el 23 febrero 2017 a las 23:29

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