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El mentiroso - por Anónimo 56

Siempre han dicho que en Estados Unidos existe el denominado “sueño americano”, allí donde todo sueño que se base en nadar por la abundancia de lo verde puede llegar a hacerse realidad si vienes con buenas ideas de negocio, ganas de comerte el mundo teniendo una buena mano de cartas, y una pizca del necesario ingrediente secreto. Quizás a mí me falto un poco de lo último. Mi nombre es Henry James, y esta es mi historia.

Desde que llegue a este lugar no ha sido más que una constante caída en picado hacia lo fácil, lo simple y claramente lo ilegal, aun así, no hay nada más satisfactorio y entretenido que sentarte en una mesa con una simple baraja de cartas, un whisky, y sacarte la cantidad de dinero que tendrías que obtener honrada y cansadamente durante meses. Tener un as, o un par, bajo la manga suele ser muy útil, sobre todo cuando juegas contra alguien que maneja viejos vicios y mucho dinero, tanto como para permitirse el nivel de coche con el que llegó hasta allí para jugar contra mí, tanto como para apostarlo en la última mano, y tanto como para perderlo y verme conduciendo en él hasta mi apartamento para descansar tras un “duro” día de trabajo. Que pena que algunos no sepan perder, ya sea honradamente o no.

Al día siguiente, nada mas bajar a estrenar por segunda vez mi nuevo coche y encender su rugiente y potente motor, vi por el cristal del retrovisor como varios coches de estampa negra y oscuros vidrios andaban estacionados unos cuantos metros más atrás de mi posición. Las siluetas que se vislumbraban dentro de estos, tanto en el asiento del piloto como del copiloto, formaban la típica forma del antifaz de la malicia. Piensa mal y acertaras. Aceleré a fondo en la salida y las ruedas empezaron a chirriar, como me encantaba ese sonido, estimulaba mis orejas e inundaba mi mente como el inicio de la más pura adrenalina inyectada. ¡Libertad! habría gritado, pero yo no soy William Wallace.
La persecución empezó con sorpresa por parte de mis perseguidores, pues no preveían que fuera a darles una respuesta inicial como la que hice: poner el coche a toda potencia desde el principio. Gracias a eso obtuve una gran ventaja sobre ellos, aunque esta se fue reduciendo de manera drástica y rápida a medida que pasaba el tiempo, debido al suceso que tuve en mitad de ella: el atropellar de una niña por mi parte. ¿Huir o socorrer? Por primera vez se me pasó por la mente esa cuestión, cuando tiempo atrás seguiría yendo a cien kilómetros por hora o más calle abajo. Finalmente llegue frente al hospital, dos manzanas más hacia la izquierda, habiendo utilizado solo mis piernas, sudado, con su ensangrentado diccionario de latín en mi mano, dificultándome aún más el llevar de la niña sobre mi espalda y lo más importante: sin mi potente coche. Quien lo iba a decir, Henry James siendo un buen samaritano, cuando me han dedicado frases como “No hay hombre más rastrero que él” para definirme.

Más tarde me vi involucrado en ayudar al jefe de policía de la prefectura a encontrar a aquellos mafiosos y su cúpula, ¿Qué mejor manera de asegurarte de que no volverían a intentar hacer daño? Comenzó una etapa de investigaciones, donde hasta unas entradas para el cine significaron la mayor oportunidad de poder obtener información ¿Quién lo iba a decir? Pensaba que los investigadores pecaban de locura, pero incluso me sorprendí al ver como abatían al propio inspector en jefe en aquel cine ¡Montar el núcleo de una asociación mafiosa en un centro de ocio! La película sobre gánsteres parecía haber salido de las pantallas para trasladarse a la realidad, hasta que finalmente la policía logró controlar la situación y capturar al capo.

Y esa es parte de mi historia, de cómo un hombre rastrero y egoísta arriesgo su pellejo para salvar la vida de una inocente niña y hacer la ciudad en la que vivía un lugar mejor, salvando así su propia alma. Sin embargo, en el transcurso del tiempo, todo se distorsiona y seguramente oigan otras versiones: el malvado Henry que estafó un coche y mató a una niña con él, se dio a la fuga, para después evitar la condena de cárcel tras engañar a muchos y todo para alcanzar el “sueño americano”. Pero no hagan caso, yo jamás me inventaría una historia como la que les he contado… ¿Verdad?

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4 comentarios

  1. 1. John Doe dice:

    Buenas tardes, a parte de algunos errores obvios de escritura y puntuación, cosas de forma que siempre se pueden mejorar y pulir, me gusta bastante el relato, pero sobre todo el personaje, un carácter atractivo y misterioso con su propia ley y código, me parece muy bien personaje. Ojalá lo trabajes más y pulas, da para más este cuento.
    Estoy en el #36 por.Si quieres leerme. Un saludo.

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 22:53
  2. 2. Claudia Bellini dice:

    Hola Anónimo 56,

    Como ya te comentaron existen en tu texto varios errores de puntuación que obligan a releer varias veces algún párrafo para no perder el hilo. También faltan acentos que seguramente podrás corregir con una nueva lectura.
    En cuanto a la historia, es buena, pero para un relato de esta extensión creo que deberías centrarte en una parte de la vida del personaje y toda su transformación, anécdotas y vidas diferentes aprovecharlas para un relato más largo que te permita redactar cada momento con detalle.
    Muchas gracias por escribir y leer!
    Saludos

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 14:56
  3. 3. Maria Jesus Hernando Navas dice:

    Hola Anónimo 56, soy tu vecina del 58. Me parece un personaje interesante y contradictorio, pero me hubiera gustado conocer mejor sus artes de estafador en los salones de juego. De esa manera se entendería mejor lo siguiente que, para mi, es fruto de su imaginación. Nos seguimos leyendo, un saludo

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 18:03
  4. 4. Laura dice:

    Hola Anónimo. Coincido con quienes me preceden en cuanto a los acentos y el cambio de tu personaje. Me gustó muchísimo el principio.
    Me resultó bastante rara la expresión: bajar a estrenar por segunda vez un coche, e innecesarios los adjetivos aplicados al motor del auto.
    La inclusión del diccionario :no le encontré relación con el relato.
    Cuando inicias con Al día siguiente ¿de qué? ¿de un día igual al anterior?
    Con la niña, a pesar del dilema que le planteó y que resolvió con un cambio favorable, parece aislado del resto del relato. ¿Una niña con un diccionario de latín en la mano en un momento en que se hacen picadas?
    El sonido que estimulaba las orejas, creo que mejor es estimular los oídos, el cerebro, el cuerpo provocando descargas de adrenalina, pero las orejas me resulta por demás extraño.
    El párrafo donde inicias la colaboración con la policía no indica cómo fue el inicio de esa relación. En síntesis, me parece que da más para una novela. Creo que las 750 palabras te han comprimido en lo que querías contar.
    Tal vez si te hubiese limitado a un solo hecho el resultado hubiese sido mejor, en mi criterio.
    Me parecieron más que destacables los dos primeros párrafos donde cuenta sus aspiraciones, pero luego como que se da un apresuramiento de contar muchos hechos con poco espacio.
    No te desanimes. Todo es con la mejor intención, realmente. Trata de ver con otros ojos lo que te comentamos, y si no, disculpa, tal vez tenemos distintas miradas, no existe una única verdad.

    Escrito el 21 marzo 2017 a las 11:19

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