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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El mentiroso. - por Liliana Del Rosso

Web: https://lilianadelrosso.wixsite.com/consultoratic

—Carlos, espabila, —gruñó Agustín, dando un pequeño golpe con la palma de la mano sobre la mesa.

—¡Ya, ya! El texto es muy difícil, la mitad de las palabras no las entiendo. —dijo el joven, arrojando sobre la mesa el bolígrafo que estaba mordiendo— ¡Yo, paso!

Carlos, el típico adolescente bastante holgazán, que intentaba terminar el último año de bachiller, compartía todas sus tardes con, Agustín, un profesor de lengua jubilado, que le ayudaba a cumplir con su objetivo.

Dar clases particulares a los hijos de sus vecinos, era su forma de mitigar la soledad en la que se encontraba desde la muerte de su mujer. La musa de todas sus historias.

Llevaba muchos meses sin escribir cuando decidió transformar su despacho. Una nueva actividad aparentemente improvisada, pero nada más lejos de la realidad. Colocó una pequeña mesa rectangular a un lado de la ventana, con muy buena luz, justo delante de su escritorio y por detrás, una estantería con todos sus libros de la época en que trabajaba en el instituto del pueblo. Nunca tenía más de un alumno por vez, decía que así era mejor para evitar distracciones.

—Tienes un diccionario de latín a tu espalda, cógelo y vamos a ver qué es lo que no entiendes.
Agustín, sonrió y movió una silla para sentarse junto al joven.
—Mi madre dice que fuiste profesor de mi padre.
—Sí. Primero en el instituto y después en la universidad, le daba redacción periodística, en segundo de carrera.
—¿Y por qué lo dejaste?
—Dejé solo el instituto, quería tener más tiempo para escribir.

A estas alturas de la conversación, Carlos, sentía que había desviado la atención de Agustín lo suficiente como para librarse de la tarea. Cerró el diccionario, se cruzó de brazos, se reclinó sobre el respaldo de su silla y se dispuso para animar al profe a seguir hablando.

—¿Y sobre qué escribes?
—De todo un poco, principalmente literatura de ficción.
—Ah, Claro, por eso mi padre dice que desperdicias tu talento escribiendo mentiras.
—Bueno, sí, en cierta medida los escritores de ficción somos unos mentirosos.

Agustín, acostumbrado a trajinar con la picardía de los adolescentes, decidió seguirle la corriente. Pensó: «Quizás pueda darle un escarmiento» y continuó con su explicación.

—En realidad los escritores estamos obligados a perfeccionar el arte de mentir. Cada frase que sale de nuestra pluma debe tener un aspecto impecable y transparente como la verdad.
»Una mentira en literatura, debe ser como una telaraña. Sobre ella brillarán las desventuras de los protagonistas, como gotas de rocío. Así los lectores se sentirán mágicamente atraídos, quedando atrapados en los finos hilos de la pegajosa tela, a merced de los caprichos de la historia.
»El escritor, debe lograr que su invención sea creíble. Su historia estará hecha con ideas tan limpias, que los lectores no dudarán en aceptarlas.

Agustín, acompañaba cada palabra con sus manos, recreando la actividad de una laboriosa araña. Su tono de voz, moldeaba cada palabra hasta convertirla en una perfecta imagen. Carlos, lo miraba extasiado, continuaba reclinado en la silla dejando caer sus brazos sobre sus piernas.

—Por eso, en el caso de que no seamos capaces de inventar mentiras invulnerables, resulta preferible decir la verdad, la propia y exacta verdad.

Con aquella última frase, Carlos, se sintió pillado. Se incorporó bruscamente. Las gafas de sol, a medio deslizarse sobre su frente, cayeron sobre sus ojos como un antifaz para ocultar el rostro del timador.

—¿Qué, volvemos a nuestra faena? —dijo Agustín, con un tono de voz algo irónico.
—No. ¡Mejor no! Yo me marcho. Tengo una entrada de cine para esta noche. Seguimos otro día.
—¡De eso nada! Le prometí a tu madre que te irías con el tema aprendido para el examen de mañana. Así que espabila.

«Menudos muchachos estos López, padre e hijo cortados por la misma tijera, con lo listos que son y qué difícil resulta encarrilarlos. Bueno, creo que esto me dará tema para un historia».

Mientras Carlos buscaba en el diccionario, Agustín cogió lápiz y papel y comenzó a escribir.

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12 comentarios

  1. 1. Lucas dice:

    Hola Liliana

    ¡Una pena que tu texto no tenga comentarios! La calidad y calidez de la historia es muy muy interesante.

    He de reconocer que los temas de vetustidad-soledad y escritura, son los que más me inspiran en cuanto a relatos se refiere.

    La forma de desarrollarse el relato me parece delicada y minuciosa, con un mimo que permite a nosotros lectores paladear un poco el personaje de Agustín, con toda la caracterización que le corresponde. Esto hace, que la historia tenga la personalidad narrativa que se merece (¡no es nada fácil conseguirlo!)

    El símil de la telaraña, y la descripción gráfica del diálogo (mostrando el tejemaneje del profesor y su juego de manos), es sin duda el verdadero tesoro del relato; y una lección de escritura que he dejado apuntada en mis notas personales.

    Quizá el tema de la mujer, que pareciere que iba a dar más juego: “su verdadera musa”, queda más descolgado. No obstante, en 750 palabras no se puede expresar todo aquello que uno barrunta.

    Enhorabuena porque además de parecerme un muy buen relato, supone una reflexión sumamente interesante sobre la escritura, la sabiduría, la experiencia… entre otras, que aporta más que simple goce literario para quien la descubre.

    Un tierno saludo

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 10:47
  2. 2. Nicolás Falcón dice:

    Veo que no tienes ningún comentario todavía sobre tu trabajo. Estoy leyéndolo despacio y tranquilo. por que quiero intentar dejarte un buen comentario. Dame tan solo un poquito de tiempo. Quiero hacerlo bien.Te lo mereces.

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 12:43
  3. 3. Nicolás Falcón dice:

    En una primera lectura, noto un texto claro y sencillo (qué es siempre lo difícil de escribir). Me hace visionar de forma concisa la atmósfera.
    Está muy bien que se vea sencillo, pues lo difícil es que al lector le parezca sencillo. puesto que no se trata de que el lector se meta en vericuetos de acertijos o jeroglíficos.
    Con respecto al contenido del relato; un contenido sencillo, pero no por ello deja de ser bonito. A mí, me ha hecho visionar un poco la época de cuando uno estudiaba en la escuela.
    En cuanto a la síntesis; bien, acorde con lo que se cuenta.
    El ritmo podría estar mejor, pero tampoco desentona del todo.
    La sonoridad, hay veces que la redundancia de palabras repetidas le resta sonoridad.
    En la estructura están los tres elementos; sin embargo a mí se me hace una escena cotidiana, donde me hubiese gustado otro desenlace más confeccionado.
    para ir terminando, solo una cosilla más en esta frase -la segunda del texto de diálogo-
    —¡Ya, ya! El texto es muy difícil, la mitad de las palabras no las entiendo. —dijo el joven, arrojando sobre la mesa el bolígrafo que estaba mordiendo— ¡Yo, paso!
    El punto no se pone antes del inciso, sino justo después del mismo.
    Me ha gustado la historia que has escrito. Espero desde mi más humilde posición te hayan servido los apuntes.
    Felicidades por tu esfuerzo. Sigue escribiendo campeona.

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 16:02
  4. 4. Yoli L. dice:

    Hola Lilliana

    Muchas gracias por pasarte por mi relato.

    Me gusta la historia, y también me parece una reflexión.

    Como sabes, tengo poco en literautas por lo que aún estoy aprendiendo sobre la forma, aún así llamó mi atención lo que te comentó el compañero anterior y agrego que las comillas en:
    »Una mentira en literatura… / »El escritor, debe…

    están al revés (no se si así se usan, ya me dirás) y en ninguno de los dos párrafos las cierras.

    Escrito el 21 marzo 2017 a las 00:11
  5. Hola,Yoli L.
    con respecto a tu dudas de las « »
    Cuando la intervención de un personaje se dispone en varios párrafos a causa de su extensión, a partir del segundo párrafo no hay que usar guiones sino sólo comillas de seguir, que no deben cerrarse al final.
    Ejemplo
    —Sí. Porque no me lo había… Continúa el párrafo. Después para el siguiente párrafo en el que sigue hablando el mismo personaje
    »Cuando llegamos a Hamond Hill estaban todos allí en la sala. Y la misma… para el siguiente párrafo.
    »Y recuerda lo que te digo. Me has pedido que te lo cuente y eso es lo que estoy haciendo…
    Y así para todos los párrafos en los que habla el mismo personaje.
    Te dejo el link es una página bastante interesante porque tiene cosas poco comunes. http://ciudadseva.com/texto/guiones-de-dialogos/

    Escrito el 21 marzo 2017 a las 18:07
  6. 6. Ane dice:

    Hola Liliana, gracias por pasarte por mi relato.

    En cuanto al tuyo decirte que me ha gustado, la historia que presentas está bien narrada y estructurada, con una lectura muy amena gracias también a que has sabido emplear un rico vocabulario.

    Enhorabuena. Saludos.

    Escrito el 21 marzo 2017 a las 20:57
  7. 7. marazul dice:

    Liliana, amiga: leí tu relato hace unos días pero no tuve tiempo de comentarte. Ya me pareció agradable y fácil de leer, y ahora que he vuelto a disfrutarlo me parece tierno, muy humano, con cierta gracia y bien escrito. El tema del escritor, al fin y al cabo inventamos historias y mentimos como bellacos jajajaja….., le va perfecto al título requerido. Tú lo has sabido encajar muy bien con el profesor y el niño. Los diálogos muy naturales y creíbles. Me gusta como escribes, Liliana, porque me identifico con tus historias.
    Un abrazo

    Escrito el 22 marzo 2017 a las 09:36
  8. Hola Liliana 😉 Te devuelvo con mucho gusto tu comentario 🙂

    Tu relato me ha parecido dulce y a la vez, agrio. ¿Por qué? Pues porque en él representas muy bien la realidad de la vida, ya que no todo es dulce, ni todo agrio. La escena donde profesor y alumno hablan, intentado en vano estudiar, es la parte dulce, un momento de la vida en el que igual uno no pone demasiada atención, pero estos momentos poco intensos de la vida que nos llenan de paz, y tranquilidad son lo que a la larga contribuyen a un computo feliz y favorable.

    Y la parte agria, que me encanta también a mi reflejar en las historias por que es la parte más humana de nosotros mismos, es cuando Agustín se muestra triste por la perdida de su mujer, y a consecuencia pierde esa capacidad de soñar y escribir historias. Capacidad que le devuelve su alumno con su frescura y vitalidad.

    Muy bonita historia 😉

    Solo un pequeño comentario, en esta frase: “compartía todas sus tardes con, Agustín, su profesor…”
    Yo quitaría la coma que has puesto antes de Agustín mira:
    “compartía todas sus tardes con Agustín, su profesor…”

    Pero por lo demás está genial, ENHORABUENA!!!

    Escrito el 23 marzo 2017 a las 18:47
  9. 9. PerePaella dice:

    Hola Liliana, paso a devolverte la visita.
    Tu texto me ha encantado. Sencillo y fácil de leer, pero con un fondo más complicado, como esa tela de araña de la que hablas. Estoy de acuerdo con Lucas en que esa parte es el tesoro del relato, simplemente genial.
    Lo malo de llegar tarde a los comentarios es que muchas veces no queda mucho que decir, y menos en un relato como el tuyo que ya lo dice todo.
    Enhorabuena y nos seguimos leyendo!^^

    Escrito el 24 marzo 2017 a las 15:02
  10. 10. Laura dice:

    Hola Liliana.
    Me ha gustado mucho tu relato.
    En cuanto al contenido , es muy bueno.
    En cuanto a la forma, me he perdido en algunas partes con el diálogo, especialmente cuando Agustín dice que vuelven a la tarea: me ha resultado una expresión bastante extraña, más me ha parecido que era del muchacho, pero no te preocupes, no es más que tal vez una mala apreciación mía.
    Me pareció maravilloso lo del escritor y la mentira.
    Espero tus próximos relatos

    Escrito el 24 marzo 2017 a las 21:29
  11. 11. Maria Jesús dice:

    Me ha gustado mucho tu relato por la sencillez de la escena cotidiana. Les has dado a tus protagonistas un aire muy humano y muy real. El profe, contador de historias está, a mi parecer muy logrado, así como la desidia del alumno, tan típica hoy en día. Felicidades, un saludo.

    Escrito el 29 marzo 2017 a las 19:11
  12. 12. Anael dice:

    ¡Hola Liliana!

    Muchas gracias por pasarte a comentar mi relato, por fin te devuelvo la visita.A continuación los detalles que me han gustado y algunas lentejitas, que ya sabes, si las quieres las tomas y sino las dejas 😉 :

    1. Puntuación de diálogos: Creo que tienes que repasar un poco cómo funciona. Nicolás ya te ha señalado alguno, pero tienes más, así que te recomiendo un paseíto por esta página de Literautas que a mí me ha ayudado infinitamente: https://www.literautas.com/es/blog/post-10363/como-representar-un-dialogo-graficamente/

    2. “Carlos, el típico adolescente bastante holgazán, que intentaba terminar el último año de bachiller, compartía todas sus tardes con, Agustín, un profesor de lengua jubilado, que le ayudaba a cumplir con su objetivo.”
    En esta frase veo dos cosas. La puntuación ya te la ha señalado Celeste (eliminar la coma antes de Agustín), pero yo he visto una opinión que puedes tener tú y que creo que se ha filtrado en el texto sin que te des cuenta. Es la referencias al “típico adolescente bastante holgazán”. Creo que este tipo de ideas, dejadas así sueltas en un texto son bastante dañinas. Hay adolescentes holgazanes como hay adolescentes estudiosos, y hay adultos holgazanes como hay adultos trabajadores. Si yo fuera una adolescente leyendo tu texto me sentiría ofendida. Me parece un despectivo innecesario, y aparece ahí gracias a una sola palabra: típico. La frase no tiene la misma implicación si quitas esa palabra, y creo que se beneficia mucho de su eliminación,pues pasas a hablar del personaje sin predicar sobre losadolescentes en general (que los habrá holgazanes, pero que se ganen ellos su fama. no hay que meterlos a todos en un mismo saco):
    Carlos, un adolescente bastante holgazán, que intentaba terminar el último año de bachiller, compartía…
    Entiendo que Carlos puede ser un holgazán, pero eso no hace que todos los demás adolescentes lo sean. Me parecía importante señalar este detalle, que luego las ideas se extienden y parece que ningún adolescente hace nada, cuando son muchos los ejemplos de esfuerzo, emprendimiento y trabajo duro. Seguro que tú en tu adolescencia tuviste a muchos en tu clase.

    3. “Dar clases particulares a los hijos de sus vecinos, era su forma de mitigar la soledad en la que se encontraba desde la muerte de su mujer. La musa de todas sus historias.”
    Sobra la coma antes de era por separa sujeto de predicado (no se debe hacer) y yo no pondía un punto entre la mujer y la musa, sino una coma, porque si no se puede entender que la musa es el antencedente a la frase de la musa (es decir, dar clases, no su mujer).
    Tienes algunos sujetos más separados de verbos. A ver si los encuentro en una lectura rápida:
    a) A estas alturas de la conversación, Carlos, sentía que había desviado la atención.
    b) Una mentira en literatura, debe ser como una telaraña
    c) El escritor, debe lograr que su invención sea creíble
    d) Agustín, acompañaba cada palabra con sus manos
    Todas esas comas hay que eliminarlas 🙂 Un pequeño consejo, lee en voz alta tu cuento antes de enviarlo pra mejorar la puntuación 😉

    4. La frase de la telaraña es preciosa, y el gesto de Agustín acompañándola con las manos, muy bonito. En este pasaje vemos la pasión del escritos por la literatura, la de Agustín por las letras y el arte de la poesía, que logra encandilar a un holgazán como Carlos 🙂

    5. El personaje de Agustín está muy bien creado. Podemos sentir su nostalgia, el cariño por el alumno a la vez que su desesperación con él. Me ha gustado mucho.

    Muy buena historia, realista, sencilla y que llega al corazón. La he disfrutado mucho, felicidades. Espero que las sugerencias te sean útiles aunque lleguen tan tarde.

    ¡Un abrazo!

    Escrito el 31 marzo 2017 a las 11:46

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