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El mentiroso - por Claudia Bellini
El último fin de año cenó en casa de su mejor amigo. Le agradaba estar rodeado de una familia que no era la suya y de algún otro conocido que lo aceptaba como uno más desde el primer momento. Para tomar las uvas y brindar con una copa de cava, cada invitado debía ponerse algo de las bolsas de cotillón. A Pedro le tocó un antifaz.
Pedro y Jaime llevaban casi diez años trabajando en la misma empresa, aunque su relación de amistad comenzó cuatro años después. Aquel día a ambos les tocaba el turno de mañana, y en el descanso para comer, por total casualidad, coincidieron en la misma mesa. Había sitio para seis personas. La conversación giraba sobre el último estreno de Steven Spielberg.
—Tengo una entrada de cine —dijo Pedro, que llevaba diez minutos escuchando sin mediar palabra en la conversación. Me la regalaron ayer al hacer unas compras y no creo que pueda ir. La tengo aquí.
—Estupendo, si no la vas a utilizar, ¡la acepto encantado! —Respondió Jaime, con total naturalidad, quién desde aquel momento, de forma gradual, se iría convirtiendo en su mejor y único amigo.
Apartó a un lado el tupper y de un bolsillo delantero de su mochila sacó un diccionario de latín, mientras lo sujetaba con una mano, utilizó la otra para dejar pasar las páginas y encontrar la entrada que estaba buscando. Tuvo que realizar la misma acción tres veces hasta que por fin la localizó y se la pudo entregar.
—¡Latín! Cuánto tiempo hacía que no veía un diccionario de esos. Creo que desde que dejé el instituto así que, casi mejor ni pensar cuántos años han pasado —comentó Jaime al tiempo que soltaba una sonora carcajada.
—Los estudios que no puede realizar de joven, estoy intentando terminarlos ahora, por las noches, compaginándolos con el trabajo. Es complicado, pero voy haciendo lo que puedo —respondió Pedro, con cierto tono de tristeza y resignación.
A partir de aquel momento, poco a poco fueron relatando sus vidas, en los descansos, a la salida, cuando quedaban para tomar una caña, en casa de Jaime. Tanto él como su familia acogieron a Pedro con cariño, quizás con cierta compasión, todo para tratar de apartarlo de su soledad y los recuerdos de una vida difícil.
Por eso, algunos días, cuando se sentía tan arropado, a Pedro le entraban ganas de acabar con todo de una vez. Mientras tomaba las uvas y con el antifaz que cubría parte de su rostro, cerró los ojos y deseó que todo aquello fuese tan real como todas las mentiras que lo habían llevado hasta allí.
es muy buena tu historia,aveces deseamos que nuestras mentiras se vuelvan realidad, aveces le mentimos a alguien sin pensar que en un futuro lo tendremos tan secanos.
me disculpas la reflexión, pero no puede evitarlo, esta historia me hizo pensar
Hola Daniel,
Muchas gracias por tu comentario. Si he conseguido hacerte reflexionar con mi texto, ya me siento satisfecha.
Gracias,
Saludos
Hola Claudia veo que en tu relato como n ell mio hay dos amigos y uno es un mentiroso por necesidad. Me gusta la conciencia. Lo único que te puedo comentar, como idea que no crítica, es que me hubiera gustado conocer más a Pedro y las relaciones con la familia de su amigo. Por lo e más se lee con facilidad y tiene mucha moraleja. Enhorabuena. Hasta el próximo, un saludo
Hola Claudia.
Creo que no entendí el texto a pesar de que parece bastante sencillo. ¿Hay amor de Pedro hacia Jaime? No encuentro pistas como para que Pedro quiera abandonar todo. Lo único en que encuentro que pueden ser mentiras es que lo sea la base de la relación. Disculpa si no encuentro la vuelta.
Con respecto a lo técnico, creo que no es necesario volver a usar la segunda vez la palabra antifaz, además que me queda extraña esa oración por las diferencias verbales que contiene.
Me pareció maravilloso la forma en que insertaste la primera vez la palabra antifaz con el diccionario de latín. Me parecía estar viéndolos.
Me gustaría saber si deviene en algo la historia de estos dos hombres.
Estoy de acuerdo con Laura en cuanto a que no me queda muy claro cuáles son las mentiras ni de qué va el pasado de Pedro. Creo que tal vez debería haber algo, en el principio del relato, que nos haga dudar de las motivaciones de Pedro.
Me parece que logras transmitir muy bien esa soledad y desolación del personaje.
Muchas gracias, saludos
Hola, buenas noches!
He tenido que leer varias veces el relato y sigo sin saber cuál es la mentira y porqué no está contento de estar con ellos. La historia que cuentas entre los dos amigos parece real aún así falta alguna confidencia o alguna pista que nos haga saber que le pasa a Pedro.
Muchas veces basta con leer el texto en voz alta para darnos cuenta si el lector nos va a entender ya que no podemos visualizar las ideas que rondan por la mente del que escribe.
Puliéndolo un poco estaría perfecto.
Saludos,
Nora C.P. numero 54
Hola María Jesús,
Creo que aún siendo un microrrelato, ahora que leo vuestros comentarios, sí podría haber escrito algo más sobre Pedro, pues como ya no es la primera vez que me sucede, todas las ideas que yo tengo en la cabeza y cierran perfectamente la historia, no quedan bien plasmadas en el texto.
Tendré que trabajar sobre ello.
Muchas gracias por tu comentario,
Saludos
Hola Laura,
Creo que no fui del todo consciente de cuando utilicé la palabra antifaz por segunda vez. Ahora que la he buscado estoy totalmente de acuerdo contigo en que no hubiese sido necesaria.
En la historia entre Pedro y Jaime no existe amor, simplemente admiración y amistad, pero ahora que leo vuestros comentarios y releo nuevamente el texto me doy cuenta de que faltan explicaciones para completar la historia que creé en mi cabeza.
Muchas gracias por tu comentario,
Hola Juan,
Más o menos todos me comentáis lo mismo, así que, es evidente que no he contado todo lo necesario para poder entender el relato.
Lo releeré con calma e intentaré subsanar este fallo, que ya he cometido en otras ocasiones, para los próximos textos.
Muchas gracias por tu comentario,
Saludos.
Hola Nora,
Es cierto que al volver a releerlo me he dado cuenta de que no se entiende la historia, faltan algunos datos, de esos que yo tenía en mi cabeza mientras escribía y que no supe dejar plasmados en el texto.
Tendré en cuenta tu idea de leer el relato en voz alta, quizás sea un buen método para encontrar fallos.
Muchas gracias por tu comentario,
Saludos.
Hola Claudia, a estas alturas del mes ya no corrijo relatos, solo me he pasado a leer el tuyo por placer y quería que lo supieras.
Un abrazo.