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El mentiroso - por MrDanicr9

―He venido para contarle mi problema ―dijo Arthur con una voz inquietantemente fría.
Estaba acurrucado en un cómodo sofá, con la mirada perdida, entrelazando sus prominentes manos.
―Cuénteme ―exigió Ronald Miller, el anciano doctor. Llevaba una bata blanca íntegramente limpia y un bolígrafo acoplado en el bolsillo superior.
Arthur agachó la cabeza y suspiró. A pesar de haber llegado a la conclusión de que necesitaba desahogarse, era complicado explicar un suceso del cual no estaba demasiado orgulloso. Si bien era cierto que, de algún modo, debió hacer aquello, cuando se aproximaba la noche y se acostaba bajo las sábanas frías, el silencio sepulcral que ahondaba en la oscuridad le causaba una severa inquietud en la boca del estómago.
Cuando se hubo tranquilizado, Arthur fijó la vista en el doctor y con una voz débil, impasible, afirmó:
―Hace dos días asesiné a mi único amigo.
El doctor enmudeció. En la sala se hizo el silencio, incómodo, solo alterado por el dulce canto de los jilgueros y los malditos cláxones que infligían una sensación tendinosa. Al cabo de unos minutos, Miller lo miró perplejo. Arthur pensó que aquello podía ocurrir. Asimilar una noticia de esa índole no era nada fácil, incluso para un psicólogo con una impecable experiencia y serenidad como era el caso de Ronald Miller.
―¿Se encuentra bien, doctor? ―preguntó Arthur con una ligera sonrisa.
Miller cogió el bolígrafo del bolsillo y jugueteó con él, pasándoselo de un dedo a otro.
―¿Por qué lo dice? ―inquirió Miller con tono despreocupado.
―Simplemente, le noto raro. Quizá es solo una impresión…
Pero Arthur sabía que no era así. El ligero temblor en las piernas y el posterior jugueteo impreciso con el bolígrafo mostraban lo ineludible: Miller sentía miedo.
―Estoy estudiando la situación, nada más. Como comprenderás, no todos los días mis pacientes me cuentan que han matado a alguien, por mucho que sea un psicólogo con más de veinte años en la profesión.
Arthur enderezó ligeramente el cuerpo, y después le volvió a mostrar una sonrisa, aunque esta vez más forzada.
―Entonces, ¿desea que le cuente la historia completa?
El doctor Miller asintió.
―Perfecto ―se alegró Arthur. Luego inició la historia―: Todo comenzó el 25 de julio, el día en que iba a pedir matrimonio a Elizabeth, la mujer de mi vida. Beth era perfecta, hermosa, la única flor que me faltaba en el jardín de mis sueños. Cuando quedé con ella por primera vez, logré sentir el verdadero amor atravesando mi corazón ardiente. Su boca dulce me transportaba a un mundo lejano a este, ¿sabe? Sin embargo, llegó el día en que me confié. Confié en que nuestro amor sería para toda la vida, en que la luna reflejaría su resplandor sobre nuestros rostros repletos de alegría. Pero todo fue una patraña.
El doctor Miller lo escuchaba con atención, con las piernas entrecruzadas y sujetándose el mentón con el dorso de la mano.
«Entonces llegó el momento. Una gélida noche, cuando terminé de trabajar, acudí a un bar para tomar un par de copas. Pero no me malinterprete, doctor, no soy un borracho. Necesitaba el sabor fuerte del ron recorriéndome la garganta, ¿sabe? Porque en ese instante me vino un pensamiento: algo malo estaba pasando. Me bebí la última copa, pagué al camarero y me dirigí con prisa hacia mi casa. Entré con el corazón acelerado, respirando con dificultad, conociendo de antemano el destino final. Subí a la segunda planta, corrí hasta la habitación que compartíamos Beth y yo y abrí la puerta en un santiamén. Lo que vi encendió mi rabia. El impresentable de Ricky, el que decía que mi amistad era un tesoro, estaba desnudo en mi cama abrazando a Beth y bebiendo una copa de whisky. Reaccioné de inmediato, con un instinto enfermizo. Avancé hacia él entre odio y lágrimas y le asesté varios golpes en la cara hasta provocarle numerosas hemorragias. Murió sin piedad, por supuesto.
Arthur calló. De nuevo, la sala se impregnó de un silencio fantasmal. Se podía palpar la tensión.
―¿Después qué ocurrió? ―preguntó Miller, atónito.
Arthur lo observó con curiosidad.
―¡Nada! ―bramó Arthur. Se rascó el cuello―. Toda mi historia es mentira, pura diversión. ¿Qué le ha parecido?
El semblante del doctor se tornó macilento.
―¿En qué me ha engañado exactamente? ―gimió Miller.
―Oh, no se preocupe, doctor. Todavía no he golpeado hasta la muerte a Ricky. Solo espero que, cuando regrese a casa, no lo encuentre desnudo en mi cama.

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6 comentarios

  1. 1. SBMontero dice:

    Entiendo lo que has querido hacer con ese tono Noir y tengo que decirte que la última frase es simplemente genial.

    Una vez dicho esto…

    Tienes verdaderos problemas con la construcción de las frases, es más, me gustaría centrar la crítica en eso, porque hay momentos en los que llega a ser desesperante.

    Hay muchos ejemplos, pero te voy a poner dos:

    “(…) con una voz inquietantemente fría“, por “con una inquietante voz fría“.

    “(…) Llevaba una bata muy blanca íntegramente limpia“, por “Llevaba una bata blanca muy limpia“.

    Antes de proseguir quisiera hacerte dos observaciones que a mi me ayudaron mucho con lo mismo. Primero, huye como de la peste de los loqueseamente, intenta no usarlos a no ser que no haya otro remedio y, aunque no lo haya, NO USES NINGÚN loqueseamente, cómete la mano antes. Segundo, menos SIEMPRE es más, si dudas entre una frase u otra, estando las dos bien construidas, elige SIEMPRE la más corta, la más clara, la más diáfana.

    La construcción de frases también pasa por un manejo razonable de las palabras, es decir, en caso de duda jamás escribas una palabra sin mirarla en un diccionario. Por ejemplo, “tendinoso, sa” significa que tiene tendones, o que es relativo a los tendones. La palabra que buscabas es “tediosa“.

    Y creo que por este texto es suficiente, así que dejémoslo ahí, en mejorar la construcción de las frases.

    Sigue escribiendo.

    Un saludo.

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 00:00
  2. 2. Zulema dice:

    Me gustó como desarrollaste la mentira, me molestó el ¿sabe?
    Buen final. SALUDOS

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 03:23
  3. 3. César Bianchi dice:

    Para mi gusto buen argumento, buen desarrollo y final. Lo único que ” me hace ruido” como dicen por acá es el exceso de adjetivos que en algunos casos son casi lugares comunes: prominentes manos, sepulcral silencio, ligero temblor, etc. Salvo esos detalles, muy buen cuento.

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 05:20
  4. 4. Wester dice:

    Buenas Mr.Dani,

    Me parece una idea buena y las descripciones acertadas salvo por lo descrito aquí antes (quizà excesivo uso de adjetivos). No me preocuparía mucho, es sòlo cuestión de práctica y centrarse en la simplicidad de las frases. Recuerda que la mayoria de lectores somos vagos y siempre es bueno facilitar la lectura.

    Un abrazo, sigue escribiendo Dani

    Estoy un par de relatos encima, por si te quieres pasar

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 11:52
  5. 5. Laura dice:

    Hola Mr. Dani
    Tienes un relato bien escrito, que siembra bastante inquietud en el lector llevando a seguir en qué va a finalizar.
    El paciente, ¿es mentiroso compulsivo?¿o tiene algún motivo en especial para mentir al psicólogo?
    Presta atención a lo que ya te han señalado.
    Hasta el próximo mes

    Escrito el 27 marzo 2017 a las 11:24
  6. 6. María Esther dice:

    Hola Mr. Dani, leí tu relato, que me resultó interesante ya que descolocaste al psicólogo, con ese paciente tan mentiroso.
    Debes insistir en los errores que te señalaron los compañeros,que de a poco vamos mejorando.
    Sigue escribiendo.
    Maritel

    Escrito el 31 marzo 2017 a las 00:50

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