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El mentiroso. - por Teodoro López

Él nunca había sido un mentiroso, hasta que la conoció a ella.

Entonces empezó a mentir.

Y no era porque se tratase de su amante, la otra, el vértice de su amor. Hubiera sido sencillo decir la verdad a cualquiera de las dos. O simplemente… callar. Pocas mujeres te preguntan si les estás siendo infiel, sobre todo si no eres un mentiroso.

Y, sin embargo, ahora lo era.

Y no era por temor a lo que pudiera ocurrir si la verdad saliera a la luz, ni porque así la aventura fuera más sencilla, alocada o llevadera. Comenzó a mentir por el mismo motivo por el que no mentía con anterioridad. Porque su conciencia se lo exigía.

Su relación era mucho más que una loca aventura, era amor. Del de verdad, el de comedia romántica y Julia Roberts. Un encontronazo intenso entre dos corazones abandonados a la rutina. Una necesidad física y ánimica de cercanía. Su corazón era un imán para sus penas y alegrías y su sonrisa un balsamo para sus crispados nervios. Ella era sentido, luz y conflicto.

Y,sin embargo, también amaba a su pareja.

Por este motivo mientras la nueva relación se alargaba y ambos iban tomando conciencia de la gravedad de la situación, del destino de destrucción compartida y de la única esperanza de salvación posible que existia tuvo que comenzar a mentir.

Nunca había mentido de forma proactiva, ni para engañarse a si mismo. En cierto modo, si bien la mentía, no creía que la engañase de verdad. Recordaría claramente siempre la primera mentira que dijo a conciencia. Cuando ella le preguntó “¿estás bien con ella?”.

Ese fue el detonante de las que vinieron despues. La decicisón necesaria y el punto de inflexión, la elección del rumbo. Podría haber dicho la verdad: que no estaban bien, que desde que la había conocido a ella todo su mundo había cambiado y que amar a dos personas no era vida y que nada era claro en lo tocante al futuro.

Tras esto se sucedieron otras preguntas, una larga lista de condicionales, ¿lo nuestro funcionaría?, ¿si lo dejaseis…?, ¿tiene sentido que espere?, ¿tú esperarías?… Cada una de ellas una piedra del muro entre los dos. Un muro liso, inquebrantable, distante y frio.

Él era un mentiroso, pero lo era por ella. O eso se decía.

Como todo, esto tuvo un fin. Las aguas volvieron a su cauce y llegó un día en que tomó la segunda decisión.

Confesó que había mentido. Y la respuesta vino pura, lógica y aún así inesperada.

“De verdad creí que nunca mentías… Por eso te quería”

Y así fue como terminó. Un parentesís vital que lo cambiaría para siempre y del que nadie sabría nada.

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4 comentarios

  1. 1. ANGEL CLIMENT dice:

    Hola Teodoro: Muy bien el relato, bien llevado, me ha gustado.

    Escrito el 18 marzo 2017 a las 11:04
  2. 2. John Doe dice:

    Hola, buenos días.
    Gran relato, lleno de emoción, con un personaje que duda y no se encuentra, lo que hace que se vuelva orgánico, real, rápidamente empatiza uno con él, el tono del relato y la manera en que vas contando sus pensamientos y emociones logran que la lectura sea veloz y amena. Gran trabajo.
    Pásate por el mío, si quieres, estoy en el #36. Saludos.

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 22:36
  3. 3. Silvia Peregrina dice:

    Muy buen relato, una situación conocida, pero que logra intrigar por lo bien narrada que está. Saludos

    Escrito el 27 marzo 2017 a las 04:58
  4. Quién no haya vivido tu historia, no ha vivido la zozobra… salu2

    Escrito el 27 marzo 2017 a las 16:03

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