El mentiroso - por Piquillín

El mentiroso
La primera vez que lo vio, regresaba de ciudad universitaria de tomar su primer día de clase en la facultad de filosofía y letras. Se había anotado en letras clásicas, venía pensando donde podría conseguir para mañana un diccionario de latín que le habían pedido en una materia.
Él iba para ciudad universitaria a dar su primera clase en la escuela de cine; tenía mucho entusiasmo, un poco de miedo y un diccionario de latín bajo el brazo.
Sofía reparó en el texto y casi sin darse cuenta recorrió con la mirada a Horacio. Se atrevió a consultarlo; más por desesperación de conseguir su material para la clase de mañana que otra cosa.
—Disculpe la molestia señor; pero ¿dónde adquirió ese diccionario? debo comprar uno, estoy justa de tiempo y quiero ir directo al lugar indicado. —lanzó Sofía.
—Ah, si, si, Hola. Mirá te lo regalo, justo lo iba a donar a la biblioteca de la facultad de letras. ¿Estudias ahí?—contestó de manera cortés Horacio.
—Si. ¿En serio? ¡Qué casualidad! Gracias. No sé como agradecerle.
—No te preocupes, ya se dará la oportunidad. Bueno, me voy que estoy retrasado. Suerte con tu clase mañana.
—Suerte—completó Sofía, medio distraída.
Su mente se despejó de la preocupación de conseguir el material de trabajo para sus estudios; pero no pudo dejar de pensar en él.
La segunda vez que se lo encontró fue en el baile de bienvenida que el Centro de Estudiantes había organizado para los alumnos que ingresaban. La consigna era tener el rostro cubierto con un antifaz o una máscara.
Allí fueron con Matilde, su amiga, a distraerse luego de la primera semana de clases.
Un muchacho se acercó a ellas, se sacó la máscara que tenía y reconociéndola a Sofía le dijo:
—Hola, soy Horacio, ¿te sirvió el diccionario?
—Hola, soy Sofía mucho gusto, si gracias
Él la invitó un trago, ella aceptó. Conversaron mucho. Sofía le contó que tenía 19 años, que vivía con unas amigas de su pueblo en el centro, que era del interior de Córdoba, que estaba estudiando. Horacio confesó 35 años, una inminente carrera pedagógica, una separación de un año, que no tenía hijos, que vivía sólo y que no tenía pareja.
Iniciaron una relación intensa. El primer encuentro sexual lo tuvieron en el baño del establecimiento donde se realizaba el baile. Sofía nunca creyó animarse a tal hazaña; pero allí estaba semidesnuda, sentada sobre él disfrutando de uno de los mejores orgasmos que tuvo en su vida. Ni siquiera recuerda como llegó a esa situación; sólo sintió que quería más de eso. Horacio la invitó a su departamento y ahí siguieron disfrutándose hasta el amanecer.
Él le dio una entrada de cine para una función de estreno. En la puerta del cine club universitario se buscarían el sábado siguiente a las 22hs.
En el lugar indicado se encontraron, él le presento un amigo a ella y vieron juntos la función.
Una hora después Sofía y Horacio estaban nuevamente en el departamento; en el que compartirían interminables encuentros íntimos. Sofía se sentía irresistiblemente atraída por él. En cada momento compartido buscaban explorar nuevos territorios de sus cuerpos ya conocidos.
Lo único que la inquietaba era que se veían una vez por semana, no por reclamo de tiempo, sino porque lo extrañaba. Un miércoles se atrevió a tomar la iniciativa de visitarlo por la noche, según los horarios que él le informaba ya estaría en su casa. Se acercó al sitio indicado, en el portero tocó el timbre del departamento adecuado.
—Hola Horacio soy Sofí.
—Hola, ¿Qué haces? ¿Qué sorpresa? Ahí te abro espera que acomodo un poco, improvisó Horacio.
Sofía ingresó al departamento que estaba un poco desacomodado y sucio. Sintió la presencia que siempre sentía al entrar a ese templo, una energía sutil, aguda que la ayudaba a acelerar el encuentro sexual. En breve estaban disfrutándose bajo las sábanas. Ella estaba sobre él acompañando con todo su cuerpo los movimientos del amor, sintió un ruido, giró su cabeza y ahí lo vio: Detrás de un biombo que siempre le llamo la atención, estaba Mario; la pareja de Horacio. Disfrutaba en soledad de su cuerpo, en un juego que juntos habían elucubrado.
Sofía se paro en seco, pidió explicaciones, grito, insultó, a Horacio lo tildo de mentiroso y muchas cosas más. Ellos, esperaron que se calme, le explicaron pausadamente la situación, le pidieron disculpas y la invitaron a participar de una relación más honesta.