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El mentiroso - por Fernando

El mentiroso

Manuel nunca se lo había dicho en su cara, pero lo consideraba un mentiroso. Pero no solo él lo pensaba: todos en la sala de juego lo murmuraban a sus espaldas. Cuando no estaba, montaban pequeñas competencias de imitación. “Bueno, cuando recibía mi segundo doctorado de Harvard”, decía uno de ellos con un tono alto y burlesco, mientras otro inclinaba su cabeza sobre una mesa y murmuraba: “Debo acostarme temprano, mañana tengo una reunión con Barack Obama”. Todos reían, pero a Manuel no le causaba gracia, sino lástima.

Se sentía como un hipócrita cuando le sonreía todas las mañanas y sostenían breves pláticas formales. No podía negarlo, él fue el primero que le habló cuando llegó al hospital. Recordaba la mañana fría en que despertó en una sala de camas vacías, aún atontado, se sentó sobre la cama. Una enfermera se le acercó, y le informó que se había perdido la hora del desayuno, sin embargo, ocupaba tener algo en el estómago antes de los medicamentos de la mañana. Lo llevó del brazo a un amplio salón con media docena de mesas y un gran ventanal que dejaba entrar la claridad del día. Los pacientes conversaban, jugaban partidas de ajedrez o naipes, armaban rompecabezas y algunos únicamente contemplaban la luz de la mañana.

Se sentó en una silla que rechinó cuando le dejó caer su peso. Sentía la carga del sedante, sus ojos bien abiertos y su incapacidad de sentir nada. Con cada respiro parecía desesperar más, y lentamente se asfixiaba, hasta que un hombre calvo y trigueño se sentó junto a él. Escribía en una libreta mientras le hablaba frenéticamente: “Hola, ¿cómo estás? Me llamo Juan estoy entrenando para el Campeonato Internacional de go. ¿Sabes lo que es go, el juego de estrategia chino? No puedo jugar con un tablero porque se perdieron la mayoría de las piezas, entonces juego en esta libreta contra mí mismo”. La verborrea de Juan parecía no tener fin, y eso le causó mucho alivio a Manuel. Descansó en su discurso ininterrumpido, no tuvo que pensar en las razones que lo trajeron acá, las causas, los detalles desaparecían con cada palabra.

En cierta forma, desde ese momento supo que era el mitómano más grande que había conocido. No sabía si fue después de que casualmente mencionara que era un millonario o de su premio Nobel en física, que perdía el tiempo al escucharlo. Esto no lo sorprendió, después del todo estaba en el lugar perfecto para el cultivo de fantasías delirantes.

Pero eso fue hacía algunas semanas y la broma ya lo incomodaba. No tenía sentido reclamarle a una sala entera de lunáticos sedados. Tenía que hablar directamente con él.

Mientras Juan le contaba sobre la ocasión en que descubrió, junto al Papa, el Santo Grial, Manuel lo interrumpió.

“¿Por qué haces esto?”, le preguntó con una seriedad que paró a Juan.
“¿Qué?”, le respondió.
“Estas estupideces, estas mentiras.”
Juan se detuvo por un segundo, un gesto de asombro apenas comenzaba a dibujarse en su rostro, sus ojos sobresaltados como dos bombillos encendidos.
“¿Qué… qué…?”, murmuró Juan, apenas articulando las palabras.
Pensó que había descompuesto a Juan, como un niño que mete su mato en una telaraña solo para darse cuenta que hay cosas que no pueden repararse.

Trató de imponerse a un silencio incómodo que se avecinaba, pero Juan lo interrumpió:
“Bueno…”, dijo y pensó un rato. “Si quieres podemos hablar de ti.”

Manuel tragó fuerte.

“Tal vez te parezca que mis logros en la vida sean más de lo que tu imaginación. Tal vez no me conozcas bien. ¿Pero sabes qué? Yo sí te conozco a ti.”

Disimuló una sonrisa, pensando en los reproches que podría recibir, algún cuestionamiento a su ignorancia ante tan eminencia.

“Sé lo que pasó con Sara”, dijo.

La sonrisa desapareció.

“Sé lo que viste dentro del auto en el estacionamiento de su trabajo.” Los grandes globos de sus ojos fijos como puñales frente a Manuel. “Es algo que ningún hombre merece ver. Pero te equivocaste en lo que hiciste luego. Esas pobres personas. Y ahora vienes aquí a esconderte con nosotros. ¿Cuántas operaciones le tendrán que realizar a…?
“¡Calla!”, su rostro abochornado, “las cosas no pasaron así. No es tan simple”.

Manuel miró su bata: imperfectamente blanca, y entre más la miraba más suciedad encontraba.

“Me decías del Papa”, dijo Manuel y Juan continuó con su relato.

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6 comentarios

  1. Hola Fernando.

    Tu relato es un buen trabajo. Se lee con bastante agilidad y las separaciones entre párrafos hacen que se tenga una sensación de tranquilidad.

    Ahora voy a pasarte a enumerar las cosas que yo mejoraría. Pero recuerda siempre que no soy profesional y que me puedo equivocar.

    *El diálogo indirecto del inicio no hace falta que lo entrecomilles puesto que no es un pensamiento.

    *”Recordaba la mañana fría en que despertó en una sala de camas vacías, aún atontado, se sentó sobre la cama”
    Pondría un punto después de vacías y le quitaría la coma que va después de atontado.

    *Esta frase es un poco confusa para mí:
    “Una enfermera se le acercó, y le informó que se había perdido la hora del desayuno, sin embargo, ocupaba tener algo en el estómago antes de los medicamentos de la mañana”.
    Creo que al principio usas un leísmo del que podrías prescindir (se le acercó) porque si dices: “una enfermera se acercó” se entiende bien.
    Además yo quitaría la coma y pondría punto. La dejaría así:
    “Una enfermera se acercó y le informó que se había perdido la hora del desayuno. Sin embargo, ocupaba tener algo en el estómago antes de los medicamentos de la mañana.”
    Supongo que al otro lado del charco las expresiones cambian mucho así que, a pesar de que no entiendo muy bien el final, le doy el beneficio de la duda geográfica.

    *”Los pacientes conversaban, jugaban partidas de ajedrez o naipes, armaban rompecabezas y algunos únicamente contemplaban la luz de la mañana.”
    Únicamente va ente comas.

    *”Me llamo Juan estoy entrenando para el Campeonato Internacional de go”.
    Después de Juan va punto.

    *” “Hola, ¿cómo estás? Me llamo Juan estoy entrenando para el Campeonato Internacional de go. ¿Sabes lo que es go, el juego de estrategia chino? No puedo jugar con un tablero porque se perdieron la mayoría de las piezas, entonces juego en esta libreta contra mí mismo”.”
    Esta frase tampoco debería ir entrecomillada porque no es un pensamiento.
    Para mi gusto no le vendrían mal un par de acotaciones para respirar un poco. Sé que hablaba frenéticamente pero me agobió un poco.

    *”Descansó en su discurso ininterrumpido, no tuvo que pensar en las razones que lo trajeron acá, las causas, los detalles desaparecían con cada palabra.”
    ¿Qué es descansar en su discurso ininterrumpido? No he entendido el sentido de la frase.
    Tras acá va punto.

    *”No sabía si fue después de que casualmente mencionara que era un millonario o de su premio Nobel en física, que perdía el tiempo al escucharlo.”
    Esta frase es muy enrevesada. Yo la entiendo en su sentido general, pero creo que haberla redactado de otra manera hubiera ayudado en su comprensión. De echo, “que perdía el tiempo al escucharlo”, es la parte que más me ha costado entender.

    *¿Bombillos o bombillas? Igual es una diferencia geográfica.

    *¿Qué es un mato? Esta palabra sí que no tengo idea de lo que significa. También diferencias geográficas, me imagino.

    *” Los grandes globos de sus ojos fijos como puñales frente a Manuel”
    Esta acotación la veo muy poética pero que rompe el ritmo general del resto del relato.

    *”su rostro abochornado”
    Aquí ocurre lo mismo. Yo pondría simplemente: “Su rostro se puso rojo, abochornado”…O algo así, es solo una idea.

    *En cuanto al aspecto no formal, creo que el relato te habría quedado mejor si no hubieses tenido que limitarte a las 750 palabras. Quedan muchos cabos sueltos que no se explican. ¿Por qué está Manuel en un manicomio, así, de repente? ¿Por qué Juan sabe tanto de Manuel?.
    De todas formas, al no dar ninguna pista sobre lo que hizo Manuel, cuando nos descubres el pastel parece un poco como si forzaras el final. Final de una historia que no se ve clara. ¿Cuál es el conflicto? Aparentemente parece ser lo pesado que es Juan. Luego le das la vuelta a la tortilla y ¡tachán! todo solucionado.
    Igual un par de vueltas más no le habrían venido mal.

    Bueno, creo que esto es todo.

    Espero que mis correcciones te puedan servir para mejorar en tu escritura. Realmente lo has hecho bien y te felicito por ello.

    Nos seguimos leyendo.

    Te invito a que despellejes mi relato a gusto:
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-42/7408

    Un saludo.

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 00:34
  2. 2. Otilia dice:

    Hola Fernando,
    La idea de tu relato es buena, pero desde el comienzo me ha engañado.Creía que era un local donde se reúnen los amigos y es un psiquiátrico.
    Te comento alguna cosa, solo es mi opinión:
    El comienzo del relato es importante, por eso, esa repetición de “pero” no conviene.
    En las frases “cuando le dejó caer su peso” y “la enfermera se le acercó” quitaría “le”.
    Te sugiero el tutorial de Literautas sobre como escribir diálogos, yo lo uso.
    El final parece precipitado. ¿Por qué Juan, el mitómano,conoce la relación de Manuel y Sara?
    Seguiremos escribiendo y aprendiendo. Saludos.

    Escrito el 19 marzo 2017 a las 12:22
  3. 3. Evelyn dice:

    Me pareció una buena idea desarrollar la historia en un manicomio, que por el grado de trastorno entiendo que están separados, sino, no se entiende que puedan jugar ajedrez y estar juntos, además de darse plena cuenta de que Juan es un mitómano.

    Es verdad que el diálogo del final no permite entender bien quién dice qué, es algo que habría que trabajar, y para eso hacemos este ejercicio mensual todos.

    Me dejaste con las ganas de saber más acerca del pasado de esos dos hombres, me quedo con la sensación de que ambos se esconden de la justicia en ese centro de internamiento, y que Juan interpreta muy convincentemente su papel… no quiere que lo saquen de allí.

    Fernando, buen trabajo, gracias por tus comentarios en mi cuento, hasta el próximo desafío.

    Evelyn.

    Escrito el 20 marzo 2017 a las 14:48
  4. 4. Marula dice:

    Hola Fernando. Me gusto el misterio que tiene el relato: entre el personaje de Juan, el porqué está Manuel ahí, como es que Juan sabe lo que hizo Manuel. Lo tomo como un cuento con misterio. Seguro que sin limites de palabras harías una historia genial. Todo lo que envuelve un manicomio (o loquero) tiene algo que atrapa y los personajes que habitan ahí mas.
    Bien narrado. El inicio me hizo creer que era unos amigos criticando al típico mitómano del grupo, y luego lo ubicaste muy natural en el hospital.
    Genial, felicidades!

    Escrito el 23 marzo 2017 a las 18:51
  5. 5. Patricia Luna dice:

    Hola!
    Me gusto tu relato y creo que es para continuarlo porque me dejó más preguntas que certezas.
    Muy buena la descripción del manicomio.

    Escrito el 25 marzo 2017 a las 23:03
  6. 6. Laura dice:

    Hola Fernando.
    Me has llevado por todo el relato y al final…¿Cómo sabe Juan lo que hizo Manuel, si aparentemente es uno de los internos? ¿Acaso lo vió y a propósito se internó, para perseguirlo? Pero no puede seguir con lo del Papa, o sí,para confundir un poco más.
    La trama es más que interesante, un posible asesino? y alguien que lo reconoce? todo en un manicomio.
    Da para una novela. Las 750 palabras lo comprimen.
    Hasta el próximo mes

    Escrito el 29 marzo 2017 a las 10:23

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