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EL MENTIROSO - por Luna Paniagua
Web: https://lunapaniagua.wordpress.com/
Ocurrió un día de mediados de abril; buscaba una tienda de disfraces en un barrio de la periferia. Me habían dicho que allí vendían los complementos más originales de toda la ciudad, y necesitaba un antifaz muy especial para la fiesta de ese sábado de mi amiga María. Cada año organizaba una variando el complemento; pelucas, sombreros, gafas… Este tocaban máscaras y yo quería deslumbrar.
Andaba desorientada por calles desconocidas, intentando orientarme con el GPS del móvil, cuando oí un estruendo y en cuestión de minutos el cielo se tornó gris amenazante. Con razón ya que no pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a caer piedras de hielo de tamaño considerable.
Vi un cartel de Coca Cola en la acera de enfrente y a su lado leí: “Bar El Mentiroso”. Crucé corriendo y entré.
—Hola. Un café con leche por favor.
—Y sin favor señorita. Vaya granizada ¿eh?
Cuando me sirvió fui a pagar pero no tenía dinero en la cartera y era obvio que no podía pagar un café con tarjeta. Comenzando a sudar y con las mejillas cada vez más sonrojadas, rebusqué en los bolsillos del abrigo con la esperanza de encontrar algo suelto, pero solo saqué un paquete de pañuelos, una goma de pelo, una entrada de cine del fin de semana anterior y un papel con la lista de la compra.
—Yo… lo siento… —empecé a decir cuando habló un hombre sentado en la barra, en el que no había reparado antes:
—Cóbrame lo mío y lo de ella, Paco. —Me miró y sonrió. Y que sonrisa. Se la devolví sintiendo como me ponía aún más colorada y balbuceé un “gracias”.
Cómo no me había fijado antes en él; parecía alto, era moreno y tenía unos ojazos azules hipnotizantes. Leía una revista de National Geographic, a la que llevo años suscrita; mira por dónde había encontrado un chico guapo e interesante.
Intentaba reunir el valor para sentarme a su lado y decirle que tal vez otro día podría invitarle yo a él, quizás incluso comentarle lo de la fiesta por si le apeteciera venir; cuando reparé en dos libros que reposaban en la barra a su lado: una Biblia y un diccionario de latín.
Me fijé con más detalle en él, y colocada en la parte de arriba de su camisa vi una tira blanca que reconocí enseguida: un alzacuello. Eso echaba por tierra mi búsqueda de una cita romántica.
—¿No eres de este barrio, no? —Sus palabras me sacaron de mi ensimismamiento.
—No —contesté—. Vivo en el centro, estaba buscando una tienda de disfraces. —Me senté a su lado, no conseguiría una cita pero sí buena compañía y conversación mientras pasaba la tormenta.
Jajaja ¡pobre mujer! Ya le había puesto el ojo a ese morenazo ojos azules, pero resultó ser un cura.
Me encantó tu relato. Muy entretenido.
Lo único que puedo acotar, es que tengas más cuidado con las tildes y otros signos de puntuación. Había algunas palabras que requieren tilde y no la llevaban; y oraciones que, por falta de coma, se leían difícilmente.
Me alegra que te haya gustado, y gracias por tus observaciones, ¡tendré más cuidado!
Hola Luna:
Soy tu vecino de arriba y me toca comentarte, lo que hago con gusto.
No sé por qué piensa la protagonista que de ahí no puede salir una cita. Es un hombre guapo e interesante, a por él. Lo del alzacuellos puede ser un pequeño obstáculo para la Iglesia Católica, pero no para el resto de iglesias cristianas que también llevan alzacuellos. Nada, es un comentario sin más.
Ya veo que en cuanto leíste en el reto “latín” pensaste en un cura, lo demás vino rodado. Me ha parecido que lo has resuelto con ingenio y que le va bien al pipo de relato. Yo he preferido no incluir ese reto opcional porque me pacería un petacho.
En esta frase: “…empecé a decir cuando habló un hombre sentado…” Por la forma en la que está escrita, parece que cuando habla el hombre, empieza a hablar la chica, pero creo que es al revés, cuando la chica empieza a decir “lo siento” es cuando habla el hombre, así que había que poner una coma al menos después de “decir” o construir la frade de otro modo.
Me ha hecho gracia que empleas en tu relato el verbo “balbucear” lo digo porque yo empleo el verbo “balbucir” que viene a ser lo mismo.
Tal vez la separación entre párrafos debería hacerse con doble espacio y algún punto y coma que yo habría cambiado por punto, pero es solo mi opinión.
En cuanto al fondo me ha gustado. Una historia del día a día que no solo le puede pasar a cualquiera. Sino que pasa. Son las casualidades de la vida, aunque hay quien dice que no existen, pero eso lo dejamos para la filosofía.
Hasta la próxima.
Hola Isan, muchas gracias por tu comentario.
La verdad, no sabía lo del alzacuello y las otras religiones…
Tampoco lo del doble espacio, es la primera vez que escribo aquí y no lo pensé.
Me ha faltado revisión, lo escribí dos horas antes de que acabara el plazo porque se me había metido en la cabeza participar, y ya sabemos lo que pasa con las prisas.
Otra vez, muchas gracias. Saludos.
Luna
No me creo que el cura sea cura!!!!, para mí que en la fiesta de disfraces se lo encuentra y todo sigue…..
Tu historia me robó una sonrisa de complicidad, muy bonita, felicitaciones. Cecilia
Ja, ja, pues mira, no lo había pensado pero sí que da pie a una segunda parte.
Me alegra mucho que te haya gustado, muchas gracias Cecilia.
Luna
Hola Luna
Tienes un inicio de relato que puede seguir. ¿Será realmente un cura? ¿Es él el mentiroso?
Muy bien insertados el antifaz y el diccionario de latín.
Puedes explorar la relación entre ambos personajes.
Te espero el próximo mes.
Hola Laura, gracias por tu comentario. Le daré una vuelta al relato, a ver cómo lo puedo continuar.
Luna