¿Hay alguien aquí? - por Fany Santos

Susana esperaba al mismo tiempo que comenzaba a recapacitar sobre lo que estaba a punto de hacer. ¿Acaso había perdido la cabeza? ¿Qué demonios estaba haciendo a las dos y media de la mañana en el cementerio del pueblo? Sí, debía de estar loca. Su pie golpeaba la tierra frenéticamente mientras ella no dejaba de lanzar suspiros de frustración. Debería de irse, de hecho jamás debió de haber ido en primer lugar.

El reloj de su celular marcaba 02:33 am.
¿Dónde estaban esos muchachos? No era nada divertido estar a esta hora sola donde había un montón de cuerpos en descomposición a su alrededor. De hecho estaba comenzando a sugestionarse. No era que ella fuera alguien que cree en fantasmas pero la verdad era que no se sentía muy bien ahí. Si no fuera una persona racional juraría que escuchaba a alguien diciendo su nombre…

Sí, listo. No tenía que esperar un segundo más. Tomó su mochila y se la colgó al hombro lista para irse cuando de pronto escuchó risas provenientes de los lindes del bosque. Habían llegado.
— ¡Fiesta, fiesta ! — gritó uno de sus alcohólicos amigos a modo de saludo.
Ella los saludó y fue a sentarse al lugar acordado.
Una de sus amigas del colegio se le acercó tambaleándose y se sentó ceca de ella. Ahora sabía porque habían tardado tanto en llegar, su aliento etílico no necesitaba más explicaciones.

Susana no estaba del mejor humor, ninguno de ellos había pasado esperando en el frío durante casi dos horas. A parte de que ninguno había sido perseguido por un tipo extraño durante todo el día, bueno “perseguida” tal vez era una exageración, pero al menos si la había seguido, de eso estaba segura. Y no era la primera vez…

— Bueno, ¿lo trajiste? — le preguntó su amigo Tomas a la chica que había quedado en traer el tablero.
—Claro que lo traje, ¿por quién me tomas? — dijo mientras sacaba el tablero de la Ouija de su mochila.
—Bueno, entonces dejemos de perder el tiempo y vamos a jugar.
Todos se sentaron donde pudieron y colocaron el tablero en el centro del círculo. Eran en total cinco amigos contando a Susana y todos, menos ella, estaban demasiado borrachos. A lo mejor no había sido una gran idea ir…

—Bueno, bueno— comenzó Bárbara, que era la “líder” de todo este embrollo pues de ella era el tablero. — Todos pongan su mano en el panchette y yo empezaré a recitar este texto que obtuve de Internet para comunicarnos con los espíritus cercanos — dijo mientras hacía una voz “de miedo”. Todos hicieron lo que dijo y ella sacó de su bolsillo una hoja impresa. —Recuerden, pase lo que pase, no suelten la pieza. — se aclaró la garganta y prosiguió. — Espíritus de ultratumba que moran en los rincones de esta zona, vengan a nuestro encuentro, y háganos saber que están aquí.

Silencio.

— Vamos, a hacer una pregunta. —dijo uno de ellos. — ¿Hay alguien más aparte de nosotros?
Todos esperaron pero la pieza no se movió. Susana empezó sentirse mal, a pesar de la farsa. Odiaba las cosas de terror, no sabía porque había aceptado ir en primer lugar. Ya estaba comenzando a sugestionarse de nuevo. Comenzó a sentir que temblaba y de pronto sintió que estaba olvidando algo importante, pero no sabía qué. Había dejado la puerta de su
cuarto cerrada, ¿verdad?

— ¿Seguro que esto funciona? — le dijo Tomas a Bárbara en tono escéptico.
—Sí— contestó ella. — Ese sitio de Internet es bastante confiable, en serio. Hagamos otra pregunta. ¿Hay algún espíritu con nosotros?

Nada pasó. Sólo se escuchaban los grillos en el pasto.

—Mejor habría que olvidarnos de esto y…— comenzó a decir Susana pero de inmediato todos dieron un salto sorprendidos y asustados. La panchette se movió.
— ¿Quién fue? — comenzaron todos a interrogarse mientras clamaban que ellos no habían sido.

Quería decirles que se iba a ir a casa. —Chicos, de verdad…
Todos comenzaron a gritar entre asustados y emocionados.
— Wow— dijo Tomás— ojalá Susana hubiera venido, se estaría volvieron loca ahora mismo.

¿Qué? ¿De qué hablaba?

Pero ella estaba ahí.

— ¿Qué estás diciendo Tommy? — comenzó pero él no le prestaba atención.
De hecho nadie parecía prestarle atención. El frío se volvió más penetrante, comenzó a sentir un dolor punzante en el pecho.

Y recordó.

El hombre.

La sangre.

02:33 am

— ¿Hay alguien aquí? — volvieron a preguntar sus amigos.
Y ella contestó.
—Sí.
Y todos gritaron emocionados.