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DESESPERANZA - por Mancebo

Susana esperaba un milagro. No se resignaba a su suerte. La que se había dado la vuelta como un calcetín unas semanas antes. El milagro de que todo hubiera sido un mal sueño; pero según iban pasando los días esa imagen nebulosa, línea de flotación etérea, se iba vislumbrando con más nitidez, haciendo patente lo que debería haber sido virtual. Al mismo ritmo que fueron desapareciendo visitas y condolencias la sensación de vacío, de carencia, de culpa, iba subiendo de forma exponencial.
Tenía todo por lo que había luchado durante su vida: Un trabajo que le apasionaba con un salario digno, un círculo de amistades escueto con imbricaciones sólidas, una familia que, salvando altibajos y enganchones ocasionales, se mantenía unida y, para cerrar el círculo, una pareja estable, cómplice, vehemente y verdadera.
En el cementerio municipal, sentada sobre la tumba de Daniel, su mente era un torbellino. Pasaba en sesión continua la película de su vida extractada. Le causaba extrañeza que la mayor parte de esas imágenes fueran vivencias rutinarias. ¿Por qué en esta coyuntura de shock le sobrevenían con claridad situaciones cotidianas con gentes de antaño? Un corro de la patata, una comida campestre, un viaje familiar de fin de semana. Además de los fotogramas, también ocupaba un lugar destacado la banda sonora: Griterío infantil, la voz de su madre llamándole para comer, el trompetín del pregonero…completado todo ello con olores evocadores; las fragancias no se percibían aún en el séptimo arte. Hubiera creído desde el otro lado, cuando era impensable esta tesitura, que acudirían a su cabeza eventos más sociales, más especiales, más forzados: El día de su comunión, su graduación, su boda. Al menos estos pensamientos daban una pequeña tregua en su desgarro interior. Los picos volvían una y otra vez: «Daniel, no logro intuir qué se te pasó por la cabeza ¿Todo lo hablábamos? Ha quedado claro que no» Estaba delirando ¡Joder con que el tiempo todo lo cura! Necesitaba comprar tiempo con urgencia. Este deseo chocaba con un anhelo que le estimulaba y que quería vivir profundamente. «Tengo que hacerme fuerte, repetirlo trescientas veces e interiorizarlo. La lucha continúa».
El sol se estaba elevando y formaba un contraste de luces —que reverberaban en las doradas inscripciones de la lápida— y sombras —que reflejaban siluetas abigarradas de cruces en el pasillo central.
«Amor tu semilla germinó, ¡Sí, la tuya! ¿Qué o quién te hizo dudar? Siento decepción, impotencia, asombro. Es niño, confirmado. Le pondré Daniel. Se lo que vas a decir, pues pasábamos noches enteras deliberando sobre esta posibilidad. Descartamos tu nombre, no por feo o malsonante, sino por evitar la eterna reiteración padre e hijo, o aún peor, el junior —cada vez más usado por influencia anglosajona—. Ahora ese inconveniente ha quedado orillado. A mí me apetece un Danielín. Perdón, he caído en uno de los fallos que nos señalaba el manual: “El uso del diminutivo está obsoleto y resta personalidad al niño”. No te puedes negar; una prolongación en la que siempre te veré reflejado, que paliará, o por lo menos eso espero, mi pena».
Los lugareños hacían corro, cuchicheaban, dirigían sus miradas cargadas de ojeriza hacía la forastera, algunos incluso le señalaban de manera subrepticia. «La nuera de Agripino ¿Quién lo habría de decir? ¿Cómo tenía la vergüenza de aparecer por el pueblo después de lo ocurrido?».

Le sorprendió que no cogiera el móvil. Era la tercera vez que le llamaba. Había notado algo extraño en su comportamiento esta tarde y por eso insistía. Su hijo cuando necesitaba meditar iba siempre al mismo lugar, desde su más tierna infancia. Lo mismo estaba en el bar con los amigos y con la algarabía no se había percatado. Nada perdía por acercarse al recodo del arroyo, así salía de dudas. Entre dos luces partió de casa, no estaba lejos, le llevaría un cuarto de hora. La temperatura era agradable todavía. Dirigió sus pasos cansados hacia la zona referida. Cuando traspuso el otero observó algo raro en las ramas del viejo sauce. Un bulto se balanceaba mecido por el viento. Corrió con auténtica desesperación, la garganta reseca, casi sin aliento, el corazón bombeando a máxima presión. No podía ser. Cuando por fin lo alcanzó, cayó de rodillas exánime.

Se incorporó lentamente, posó los labios con suavidad sobre la foto de su amor, acarició con mimo su incipiente vientre, giró ciento ochenta grados sobre sus talones y avanzó con pasos oscilantes hacia la cancela.

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9 comentarios

  1. 1. Alycia dice:

    Hola, Mancebo:

    He entrado a leerte porque el título de tu relato se contrapone al del mío y me ha generado curiosidad.

    En cuanto a tu relato, he de confesarte que me he perdido… Voy a ver si consigo explicarme. No me cuadra que digas que Susana tiene una pareja sólida cuando, una de dos, si su pareja es Daniel, este ha fallecido, o si no lo es (creo que es lo que quieres dar a entender), parece que han tenido un romance, por lo que la pareja de Susana no sería tan sólida… Si hay algún tipo de acuerdo de relación liberal u otro, sin pistas es imposible saberlo.

    Cuando das el salto a “Le sorprendió que no cogiera el móvil”, en un principio pienso que es Susana en el futuro encontrando ahorcado a su hijo (como lo pudo hacer su padre, tal vez), pero en el siguiente párrafo volvemos a tenerla embarazada y tengo que redefenir la situación anterior, ¿es quizás cuando encuentra a Daniel? No sé, no me queda claro.

    En fin, son apreciaciones subjetivas, a ver qué opinan otr@s compañer@s.

    Saludos desde el 101,

    Alycia

    Escrito el 18 abril 2017 a las 19:33
  2. 2. Mancebo dice:

    Evidentemente te has perdido. Yo no he sabido explicar la historia. El que se cuelga es Daniel, el mismo que está en la tumba, es su pareja sólida, pero por muy sólidas que parezcan a veces ocurren cosas que nos descuadran como es el caso. Inexplicables, pero la mente humana puede dar esos bandazos y más. El porqué, dejo caer que es por celos, porque alguien ha malmetido y ha puesto en duda que la semilla fuera suya. En cuanto al que va en busca de su hijo es Agripino, el padre de Daniel, del que acaban de hablar los lugareños y por eso lo engarzo en ese momento, con el salto de párrafo pertinente para poner sobre aviso. En el último párrafo nos retrotraemos a la estampa que ocupa la mayoría del relato. Lo que está claro cuando hay que andar dando tantas explicaciones es que no he logrado ni por asomo lo que pretendía transmitir. Lo intentaré en otra ocasión.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 00:54
  3. 3. violeta dice:

    Hola Mancebo.
    Tu relato me ha gustado y después de tus explicaciones se entiende perfectamente.Es una historia triste e irremediable como consecuencia de la falta de comunicación.bien plasmado el sentimiento de tu protagonista. Nos seguimos leyendo.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 12:52
  4. 4. Alycia dice:

    Gracias por las aclaraciones, Mancebo.
    Ojo, que puedo ser yo la que anda despistada, como te decía, a ver qué opinan otros compañeros.
    Decirte que a mí me ha ocurrido algo similar con mi relato, jajaja, tampoco he logrado transmitir lo que quería como quería. Cosas que pasan…

    Escrito el 19 abril 2017 a las 14:28
  5. 5. Guagner dice:

    Coincido con Alycia.
    Es muy confuso, y no queda claro lo que pasa. Me he perdido en las mismas partes y terminé sin entender el relato.
    Quizá sea sólo cuestión de reacomodar la información, y agregar todo eso que pusiste en tu respuesta.
    Saludos.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 15:24
  6. Hola Mancebo, gracias por tu paseo por mi osario germano. Me gusta tu historia, tienes un estilo denso, muy cargado, por eso quizá se hace difícil de entender, o de digerir. Pero en general, en una segunda lectura se aprecia y se saborea el trabajo bien hecho.
    Un apunte, a mí me cuesta tragar “gentes de antaño”, gente es un sustantivo, femenino, colectivo y no contable que significa personas, según la rae.
    Sigue por esa senda, puliendo el estilo, tienes futuro.
    Un abrazo.

    Escrito el 23 abril 2017 a las 18:23
  7. 7. Mancebo dice:

    Gracias a todos de antemano por vuestros comentarios, por la sinceridad y los puntos de vista que habéis manifestado. Me vendrán muy bien para intentar mejorar. Para la mayoría no he sabido plasmar bien la historia. Poner todas las aclaraciones en el texto para que el lector comprenda la trama creo que no lo mejoraría sería un poco tramposo por mi parte. Habrá que buscar otro tipo de solución. Además os digo una cosa, al lector no hay que darle todo mascado, pienso yo, tiene que ser activo e intuir lo que se insinúa en el texto. Vale, que una cosa es eso y otra que quede confuso, que genere dudas y que no se entienda la historia que parece ser que es el caso.
    En cuanto a lo que dice Pepe que le cuesta tragar la expresión de “gentes de antaño”. Evidentemente te puede chirriar, te puede parecer arcaico, pero no es cuestión de masculino o femenino, creo que se puede emplear indistintamente con ambos géneros. Yo que soy de ambiente rural estoy harto de oír a los lugareños hablar de las cosas de hogaño (ahora) y las de antaño (antes); Las mujeres de antaño y de hogaño. A lo mejor es un vulgarismo pero yo lo empleo de vez en cuando.
    Intentaremos pulir estos defectos para la próxima.

    Un saludo a todos.

    Escrito el 24 abril 2017 a las 16:20
  8. Siento que no lo has entendido Mancebo, lo que no es válido es “gentes”, hogaño, agora, antaño, son expresiones que me encantan.
    Un saludo.

    Escrito el 24 abril 2017 a las 21:48
  9. 9. Mancebo dice:

    Efectivamente Pepe, no lo había entendido. Ahora ha quedado claro.

    Un saludo.

    Escrito el 24 abril 2017 a las 23:21

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