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Hasta siempre - por M.M.ARIEL

Susana esperaba sentada sobre la losa de una tumba. Su mirada divagaba en la cruz de concreto. Luego se detuvo en las lápidas: había apellidos normales como Trujillo, Suarez, Sánchez o Mora. Al fondo, hombres y mujeres con su atuendo dominguero, como era la costumbre, atendían la ceremonia oficiada por el reverendo del pueblo, quien muy solemne, daba la despedida a alguien muy querido para los presentes.

Una niña de unos ocho años, cabello castaño largo y vestida con un atuendo de alegres colores, ofreció una flor al féretro del difunto. Quizás su padre, quizás su madre. En todo caso a Susana le pareció que era una niña muy valiente. “Su nombre debe ser Valentina”, pensó.

Valentina, la niña de ocho,
la que engalana diferente,
que no llora ante la muerte,
Valentina, la niña más valiente.

Susana esperaba recostada a la sombra de la espesura. Su danzante pensamiento brincó a otro árbol: el mar transparente, el bosque del fondo marino, los peces de colores, la máscara apretada, la respiración agitada, la tibieza del agua y el ruido de un motor. Luego un dolor en la parte posterior de la cabeza.

La mujer esperaba de mañana, tarde y noche, sin importar la lluvia o el inclemente sol. Susana esperó uno, dos, tres y hasta ocho días. No importa, pensaba. Sabia, aunque no sabía por qué, que debía estar allí, a prudente distancia de aquella ceremonia.

Esperar solo un poco,
a que la brisa cambie,
sin importar la lluvia o el sol,
la soledad, la sed o el hambre.

Susana esperaba paciente, pues era su misión en esta tierra. No conocía desesperación ni tristeza. Susana era como la piedra fría, como aletear de la abeja, como una gota de rocío, era nada, era todo, era vacía y era completa.

Sus ojos esparcidos de nuevo sobre el grupo. El rito había terminado. Una mujer de ojos vivaces y cuerpo ágil, se acercó a la niña. La tomó suave entre sus brazos y luego apretó con fuerza. La niña se estremeció, sonrió y giró su cuerpecito en dirección a “Maco”, su mascota, quien la esperaba dentro de un auto. La mujer siguió caminando en dirección a Susana.

—Hola, sé que estabas esperándome, —dijo la mujer, que acto seguido se sumergió en los brazos de Susana. Sus ojos brillaban y de su cuerpo parecía brotar un lustre especial: Era el sol espiritual que le había regalado uno de sus pacientes. En su momento parecía una broma, pero estos deseos, cuando son entregados con amor, se vuelven realidad en el mundo sutil.

De pícara mirada, de alegre sonrisa,
la que esparce amor eterno,
la del sol en el rostro,
la que abandona el cuerpo.

—¡Eres tú! —exclamó Susana, mientras acariciaba sus cabellos—. He recibido tus experiencias, tus impresiones, tus pensamientos…

En ese instante las interrumpió un rayo de sol, que no provenía del sol, acarició sus aparentes cuerpos, que comenzaron a elevarse lentamente. Tenían tanto de que hablar. Yina la terapeuta y su ángel de la guarda subieron a otra dimensión, donde al parecer no hay peligros, ofensas… ni tristezas.

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3 comentarios

  1. Hola.

    Comento según leo.

    La frase ‘Al fondo, hombres y mujeres con su atuendo dominguero, como era la costumbre, atendían la ceremonia oficiada por el reverendo del pueblo, quien muy solemne, daba la despedida a alguien muy querido para los presentes’ se me hace muy larga. Se puede dividir en dos o incluso tres más cortas que ayudan a la lectura.

    Puf, veo que empieza a abundar el verbo ‘ser’. Evita ese comodín, que tiende a pulular como una plaga. En ‘era nada, era todo, era vacía y era completa’ apenas lo salva el toque poético.

    El cambio a lo poético me ha gustado 🙂

    Agh, con ‘Sus ojos esparcidos’ he tenido una visión de ojos arrancados y arrojados sobre la gente. Sé que no es la intención, pero eso es lo que me ha pasado.

    Cuidado en ‘Una mujer de ojos vivaces y cuerpo ágil, se acercó a la niña’: esa coma asesina sobra.

    ‘esperándome, —dijo la mujer’. Esa coma también sobra.

    ‘Hola, sé que estabas’. Esa coma queda mejor como un punto.

    ‘lustre especial: Era el sol’. Ese ‘Era’ va con minúscula.

    Madre mía, lo siento pero debo andar ‘de lunes’ y muy torpe: no he entendido el cuento. De repente nombras a una ‘Yina la terapeuta’ que no acabo de ver quién es. Sin duda es por mi culpa, que estoy espeso. Ya no tango claro a qué mujer se refiere en ‘La mujer esperaba de mañana, tarde y noche’, si a Susana, a Yina o a quién.

    Un saludo.

    Escrito el 17 abril 2017 a las 15:01
  2. 2. Paola dice:

    Hola MM Ariel

    Yo entiendo que Susana es el ángel de la guarda de la terapeuta que a su vez es la madre de Valentina. La terapeuta es en realidad el alma de la fallecida y se despide con un abrazo de su hija para subir al cielo con su ángel de la guarda.

    Si es así me ha gustado.

    Lo que no acabo de ver es el comienzo:

    Susana esperaba sentada sobre la losa de una tumba. Su mirada divagaba en la cruz de concreto. Luego se detuvo en las lápidas: había apellidos normales como Trujillo, Suarez, Sánchez o Mora. Al fondo, hombres y mujeres con su atuendo dominguero, como era la costumbre, atendían la ceremonia oficiada por el reverendo del pueblo, quien muy solemne, daba la despedida a alguien muy querido para los presentes.

    No entiendo que quieres decir con:Su mirada divagaba en la cruz de concreto.
    Lo de los apellidos normales lo cambiaría por otro detalle como por ejemplo las fotos de jóvenes y viejos o lo que te parezca mejor pero eso de los apellidos normales te obliga a dar una explicación de porqué se fijaba en eso (todo en un relato corto tiene un porqué)
    Lo del atuendo dominguero lo cambiaría por enlutados o vestidos de negro.

    Lo demás lo veo bien.

    Espero haberte ayudado en algo

    Saludos

    Escrito el 18 abril 2017 a las 11:51
  3. 3. Marisa dice:

    Hola MM Ariel, me encanta tu historia, el desarrollo, las descripciones y el tono poético. Comparto las observaciones que te hizo Juan Valdivia, respecto del uso de las comas y de la oración larga que traba un poco el ritmo.
    Por el resto nada tengo para decir más que felicitaciones.
    Por si te quieres pasar, soy el relato nº 86.
    Saludos y a seguir jugando con las palabras y las historias.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 18:01

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