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Comienza un reencuentro - por Elianor

Susana esperaba cabizbaja a que arrancara el coche fúnebre. Él le prestó el paraguas antes del entierro pero a ella no le hizo falta abrirlo. El bosque de castaños a ambos lados del camino que ascendía al cementerio frenaba el paso de la lluvia fina.
Había sido un gesto simbólico de apoyo, un "estoy aquí". No sabía cómo demostrárselo. Las palabras sonaban vacías en su mente y prefería demostrar la coherencia en hechos.
En los últimos 10 años poco se habían visto. El entierro de la señora, su madre, el juicio contra su padre por la herencia de la señora, y ahora el entierro del señor.
Pero siempre había entendido sus ganas de huir, su mirada de impotencia y esa tristeza por la familia que le había tocado en suerte.
Se conocían desde niños. Cada uno en su puesto, en su planta del caserón. Él en las cocinas y las cuadras. Ella en la sala y las habitaciones de la planta superior. Pero había ciertos momentos que ambos disfrutaban por igual. Aquella onza de chocolate envuelta en pan de la merienda y la botella de Mirinda burbujeante bajo el hórreo en las tardes de verano.
O las horas de calor yendo a llevar agua en las calderetas a los que andaban a la hierba mientras apañaban cerezas por el camino.
Aquellos días quedaban ya muy lejanos.
Ahora ella tenía su mirada inexpresiva, constantemente fijada en el suelo, hombros encogidos y la melena recogida en un moño bajo. Se arrastraba paso a paso hacia la última morada del que les precedía metido en un ataúd.
El paraguas a modo de muleta, la mano asiéndolo con fuerza desmedida, marcados en ella los tendones bajo la fina piel blanca y pecosa.
Dudó si ofrecerle también su brazo al otro lado pero no hizo falta, la mano izquierda de ella se ancló a él. Cada paso era más difícil de dar que el anterior.
Se acababa allí la esperanza de reconciliación con un padre con el que no había tenido ningún tipo de afinidad. Pero se había obcecado en la idea de que, como era su padre, tenía que esforzarse por quererle y demostrárselo.
Enfermizo hasta la extenuación es obligarse a sentir amor. O lo que sea…
Tras ellos el cortejo fúnebre, apenas una docena de personas. Mal día un domingo al mediodía para celebrar un entierro en aquel pueblo, era día de mercado en la villa. Tampoco habría habido más afluencia si hubiera sido cualquier otra día de la semana.
No era persona querida por sus convencinos. Pocos quedaban que no hubieran tenido percance con él o que no hubieran tenido que acabar en los juzgados para defenderse de sus caciquerías.
En otro tiempo le habían servido sus contactos en la diputación.
En los últimos años ya había abogados listillos de nueva generación que se escapaban de su área de influencia y que consiguieron sacarle aún más la furia y el hijoputismo que llevaba dentro. Aquello que, ante la impotencia de no ejercer su poder sobre los de fuera, había volcado con más crueldad en los de casa. Sobretodo con ellas: su madre, su esposa, su hija… Ahora ya sólo quedaba ésta, a las otras dos las había sobrevivido. Pudo con ellas.

El funeral sería de lunes. Normas de la Iglesia que alargaban aún más aquel calvario de evento social.
Llegados a la puerta del cementerio, hizo falta ajustarse la gabardina y abrir el paraguas. En el alto, el abrigo de los árboles era menor y el viento del norte soplaba con ganas.

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5 comentarios

  1. 1. guiomar de zahara dice:

    Elianor: tu relato lo he tenido que leer varias veces. al final creo que entendí el mensaje.
    Yo no soy quien para criticar nada, pero… creo que entre lo que piensa Susana y lo que ocurre, hay un pequeño lío, o a mí me lo parece. Por lo demás no veo grandes cosas que señalar.
    la lectura me transmitió tristeza, que creo que es el mensaje.
    te seguiré leyendo.
    ¡Hasta la próxima!

    Escrito el 18 abril 2017 a las 11:39
  2. 2. P.J Dawon dice:

    Hola Elianor, perdona por el retraso.
    Me ha gustado tu historia, aunque la primera vez que lo he leído no sabía muy bien de quien se estaba hablando. En mi opinión la atmósfera del relato está bien creada, las descripciones hacen visualizar bien la escena pero, aquí vienen los peros… Creo que hay un exceso de punto y seguido. La frase : “mal día un domingo al mediodía” me suena rara, pero sólo es mi opinión. A parte creo que hay algunos errores: el funeral sería de lunes, El funeral sería el lunes.
    Cualquier otra día, Cualquier otro día.
    Convencinos, Convecinos.
    La verdad que mientras lo leía se me ha pegado la pena de la situación de la pobre Susana.
    Nos leemos.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 13:12
  3. 3. M.L.Plaza dice:

    Hola Elianor.
    Un relato muy bonito. Me ha gustado mucho cómo describes la decadencia de una familia, supongo que del norte.
    Solo en algún momento me ha costado saber si estabas hablando de él o de Susana.
    Me ha gustado leerte.
    Saludos

    Escrito el 22 abril 2017 a las 18:50
  4. 4. Luis Chagoya dice:

    Hola que tal. Un poco confusa la historia, pero emotiva.
    Errores mínimos en el relato, pero nada de consideración.
    Un gusto leerte.
    Saludos.

    Escrito el 28 abril 2017 a las 01:26
  5. 5. Laura dice:

    Hola Elianor.
    Al igual que quienes me preceden, estoy confundida.
    Te paso algunos detalles que pueden ser los que me han llevado a este estado: hay demasiadas personas sin nombrar (él, empleado de la casa y ella, hija de los dueños) entre los cuales parece haber alguna relación que no pudo desarrollarse por cuestiones sociales. Todo en el marco del funeral del padre de ella, que finalizaría al día siguiente.

    El relato se lleva, pero creo que necesita pulimento (al menos para mí).
    Hasta el próximo mes.

    Escrito el 29 abril 2017 a las 12:12

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