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Teimpo sin tiempo - por Fernando Caporal

Web: http://ojosdelalibertad.blogspot.com.ar/

Susana esperaba. El tiempo no transcurría pero ella no se daba cuenta. Aun debía adaptarse.

Había visto su vida entera en un tiempo que no fue tiempo; revivió todos esos años que la precedieron hasta hoy, a la vez.

Se movía de un lado a otro, inquieta. Pasaba sobre las tumbas, recorría los pabellones de los nichos, rondaba la Cruz Mayor y luego iba hasta la puerta. Se detenía ahí y esperaba. Yo no podía verla. Ella tampoco a mí; no obstante, sabía que estaba a su lado. Intenté tranquilizarla, traté de que se dejara ir, le mostré que no había ninguna razón para que siguiera pensando, porque además ya no podía pensar. Ella no quería dejar de hacerlo, pero no tenía otra opción. Yo lo sabía y ya estaba acostumbrado. Ahora era ella quien debía comprenderlo.
Se desplazó a mi lado, queriendo caminar, aunque ya no era necesario. Su luz era pulsante, como si le latiera el corazón que ya no tenía. Pasaba entre los árboles y el viento que sacudía las ramas no la tocaba. Por momentos dejaba de brillar. Si hubiera podido, habría llorado. Sentí que quiso decirme algo y el espacio vibró a nuestro alrededor. Su espíritu estaba inmerso en la duda. Mientras se desplazaba a mi lado, supe que estaba agradecida de que yo estuviera allí; no obstante las emociones encontradas no la dejaban quedarse quieta.

Aquel cementerio parecía una sala de espera. Muchos autos llegaron y muchos se fueron. En el sector de las tumbas, los empleados trabajaban para recibir a los nuevos residentes y las familias lloraban desgarradas. Susana estaba conmovida, asombrada, temerosa. Su espíritu se aferró al mío y solo entonces, cedió a la resistencia. El espacio volvió a vibrar y, aunque sin palabras, algo llegó a mí como si ella hubiera hablado; “gracias por acompañarme, mi amor”. Susana, mi esposa, finalmente se había reunido conmigo.

Muchos fueron los años en que ella vivió sola, con la pena en el corazón tras mi partida. Pero la muerte, tarde o temprano, nos lleva a reunirnos en el mismo sitio. Al haber pasado por ese momento, supe que la muerte es parte de la vida, o mejor dicho, que la vida es parte de la muerte. Ahora, ella y yo ya no teníamos más nada que esperar. Ya no era necesario.

Finalmente comprendió lo que estaba pasando. Solo entonces, una luz brillante se abrió delante de nosotros y de ésta, lo que pareció una voz suave y conmovedora llegó a vibrar en nuestros espíritus. Susana volvió a brillar con intensidad y se desplazó hacia ella. Sentí que deseaba que yo la acompañara. Sí, iba a hacerlo, no iba a dejarla sola; de hecho había venido hasta aquí para buscarla.

Entonces, el cementerio desapareció y las formas ya no fueron formas. De repente fue de noche y de repente de día. El sol ya no giró ni lo hizo la Tierra; la luna tampoco salió ni se escondió detrás del horizonte. Ella, ahora, era el sol, la luna, el día, la noche, las nubes y las estrellas. Ella, ahora, era el ocaso y también asomaba con los rayos de luz de la mañana.

Ella ahora era luz brillante y al verla, aunque no necesitaba ojos, supe que nuestra espera había terminado.

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8 comentarios

  1. 1. Jack Elkyon dice:

    Hola Fernando.
    Encuentro que tienes manejo de la dialéctica en el lenguaje (“… las formas ya no fueron formas”). El texto es entretenido, con buen vocabulario. Reflejo de que tienes muchas ideas al escribir.
    En cuanto a las sugerencias, te diría que anticipas el final al inicio (“El tiempo no transcurría pero ella no se daba cuenta”)¿Que otra cosa podría ser en un cementerio? y, en mi opinión, acortaría las descripciones.

    Escrito el 17 abril 2017 a las 22:28
  2. 2. Thelma López Lara dice:

    Hola, Fernando.

    Me encantó tu relato, esa forma de plasmar el paso de la vida a la muerte.

    Este párrafo es hermoso:

    Entonces, el cementerio desapareció y las formas ya no fueron formas. De repente fue de noche y de repente de día. El sol ya no giró ni lo hizo la Tierra; la luna tampoco salió ni se escondió detrás del horizonte. Ella, ahora, era el sol, la luna, el día, la noche, las nubes y las estrellas.

    El título del relato es:
    Tiempo sin tiempo

    Fernando, revisa esta oración:

    Ella, ahora, era el ocaso y también asomaba con los rayos de luz de la mañana.

    Yo lo dejaría:

    Ella, ahora, era el ocaso y los rayos de luz de la mañana.

    Son sugerencias de forma, porque de contenido para mí está muy bien.

    Saludos.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 00:11
  3. 3. Maria Jesús dice:

    Precioso relato Fernando, me ha gustado muchísimo. Has sabido trasmitir muy bien la idea de dos espíritus que se reencuentran cuando han convivido en su vida terrenal.Era todo poesía. Felicidades. Un saludo.

    Escrito el 19 abril 2017 a las 20:41
  4. 4. Pilar dice:

    Hola, Fernando!!!
    Ojalá pudiera hacerte un comentario como los suelo hacer, con lo positivo y los puntos a revisar… Pero no puedo ser técnica porque, aun siendo la segunda vez que lo leo, estoy emocionada, con el corazón encogido y aguantandome alguna lagrimita… es precioso y lleno de sensibilidad y esperanza, aun tratándose de un trago amargo para los que nos quedamos. Consuela pensar que los que se han ido, no están solos. Gracias por tu poesía!! Abrazos.
    Pilar, 172.

    Escrito el 20 abril 2017 a las 10:34
  5. 5. Lorkiano dice:

    Hola Fernando Caporal:

    Te felicito por tu relato, aunque estoy de acuerdo con Jack en que anticipas el final ya desde el principio. Aún así, tu texto invita a ser leído y releído.

    En el taller del mes pasado también traté el tema, aunque de una manera distinta.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 20 abril 2017 a las 16:31
  6. 6. Alberto C. dice:

    Hola Fernando.

    Me ha gustado mucho tu relato, es muy tierno. Coincido con los demás; te anticipas, pero no creo que lo estropee porque así entiendes desde el principio qué es lo que está pasando, y es bonito igual. Por lo demás, lo mismo que te ha dicho el resto. ¡Felicidades!

    Un saludo. Estoy en el 215.

    Alberto C.

    Escrito el 22 abril 2017 a las 15:19
  7. 7. Patricia Redondo dice:

    Hola Fernando
    Gracias por tu lectura y comentarios a mi relato
    Te devuelvo la visita 🙂

    Buena idea , desarrollada con sensibilidad, rezuma ternura
    Para mi , que se vea venir que Susana ha fallecido y se reúne con su difunto marido no es un handicap, poco importa que no haya sorpresa por que entiendo que de lo que se trata es de expresar las emociones de dos seres que vuelven a reunirse en semejantes circunstancias. Muy bien por ese lado.
    Ahora te comento alguna cosilla que no me ha gustado tanto. Por supuesto son opiniones personales, que como dice , Anael .. lentejas 🙂

    Encuentro como Jack que quizá alguna descripción sea demasiado larga, con un uso un poco excesivo de adjetivos (a mi también me pasa! Es algo contra lo que lucho) Esto ya digo , es una cuestión personal. Creo que un texto puede ser refinadisimo (los de María Kersimon son un ejemplo de ello) y sin embargo resultar tremendamente naturales. Ese es el equilibrio y la magia: que aunque la expresión sea exquisita no resulte excesiva.

    Por lo demás , lo dicho, muy buena idea y expresada con mucha sensibilidad
    Nos seguimos leyendo!

    Escrito el 26 abril 2017 a las 21:33
  8. 8. MOT dice:

    Hola Fernando.
    Emotivo, tierno, emocional…Muy bonito relato, lleno de poesía en prosa. Me ha gustado.
    Saludos

    Escrito el 30 abril 2017 a las 18:06

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