Encontrar tu lugar - por Lady N

Susana esperaba que los días dejasen de hacérsele tan cuesta arriba a medida que pasara el tiempo.
Pero de momento ahí estaba, en pleno cementerio, con un montón de flores alrededor que empezaban a saturarle el olfato mientras esperaba que alguien se dignase a aparece, pero en el fondo sabia que nadie lo haría.

Después de más de 30 minutos obsesionada con el tic tac del reloj, decidió que era momento de despejarse, de todas formas no se alejaría y si alguien llegaba podría volver en unos segundos.

Observar los nombres y la cantidad de fotografías que había a su alrededor le parecía abrumador. Por ahí habían pasado miles de historias e incluso si te fijabas, podías notar un tenue aroma salado por las lágrimas que impregnaba el ambiente.

En uno de los bancos se encontró con un señor mayor, tenia su bigote, sus gafas de cerca, una boina al estilo francés y un periódico que adornaba sus rodillas. Pero lo que más la impresiono era la grandiosa sonrisa que se escapaba entre sus labios.

-Buenos días, soy Susana –saludó .

El hombre le señaló el lugar vacío a su lado mientras el danzar de las hojas. ¿Era otoño? A Susana le costaba identificar la estación del año en la que se encontraban, pero parecía que las hojas ocres y marrones se estaban multiplicando des de hacia un par de minutos

-Buenos días Susana, me llamo Tomás –alegó cogiendo una de sus manos con las suyas y apretarla con afecto. – ¿Eres nueva por aquí?

Susana asintió mientras la cabeza le bailaba, las cosas se estaban desenvolviendo muy rápido.

—¿Y has elegido sitio ya? —le preguntó Tomas con los ojos desbordados de cariño.

—No, aún no —acepto Susana—¿tú como elegiste el tuyo?

— Para mi fue muy sencillo,¿ sabe?—sonrió mientras observaba a su alrededor — aquí fue la última vez que vi a mi Elisa sonreír, ambos queríamos volver feliz un sitio triste así que solíamos venir a pasear y llenamos este lugar de buenos recuerdos. –la nostalgia impregnaba su voz que empezó a romperse ligeramente si me paso el tiempo suficiente por aquí, puedo imaginármela bailando con las hojas recién caídas de otoño.

Eso la conmovió hasta lo más profundo de su alma, Tomás había decidido pasar sus momentos ahí por la ultima sonrisa y la gran cantidad de recuerdos que aquél lugar significaba para ambos.

—¿Llevas mucho tiempo…? —pregunto mientras desviaba la mirada, aún no quería pronunciar esa palabra.

—Veinte años —sonrió mientras se pasaba una mano por el bigote.

Susana se sorprendió, llevaba veinte años ahí y aún lograba sonreír como si ese instante fuera increíble e único.

—Tomás, gracias por compartir tu historia conmigo y mostrarme tanta felicidad.

—Las cosas nunca son fáciles pequeña, pero ya verás como no se esta tan mal —le aseguró mientras guiñaba uno de sus ojos.

—Gracias de nuevo —sonrió dándole un abrazo para despedirse — ahora quiero estar ahí, aunque no venga nadie siento que debo hacerlo.

-No te preocupes Susana, yo diría que alguien esta llegando –señalo a un chico que corría desesperado hacia el montón de flores. –Ve, ya hablaremos

Susana no tubo tiempo de pensar, solo corrió lo mas rápido que pudo hasta llegar allí.

—Amor —susurró el chico con los ojos anegados en lágrimas mientras se caía al suelo derrotado — ¿como ha podido pasar todo esto?

Susana tenia ganas de abrazarlo, de decirle que todo estaría bien, pero se contuvo. Esperaba que la encontrara, la carta que había escrito para él.

Ezequiel no tardo demasiado en ver el sobre blanco, y pocos segundo después abrió la carta con curiosidad y empezó a leer.
En menos de un segundo una preciosa sonrisa se ilumino en su cara. Susana tenia miedo de que esta le cegara debido a su intensidad.

—Siempre fuiste de sorpresas mi cielo, lo daría todo porque estuvieras aquí y me abrazaras —susurró con dolor mientras abrazaba su carta

Ya no podía soportarlo más, así que alargo sus brazos y le abrazó con dulzura ,

—¿Susana? —murmuró sorprendido

—Ezequiel perdóname, luego pensarás que es un sueño y te dolerá más —susurró con pesar.

—No me importa, te amo, te amo y siento tanto no haber podido volver a tiempo —lloriqueo entrelazando sus brazos alrededor de ella.

Susana negó con la cabeza para restarle importancia y le besó, acababa de decidir cuál seria su sitio.