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El lado oscuro de la bondad - por Alice Green

Mi vida tal y como la conocía puso un punto y final esa fatídica tarde.

Me dirigía hacia la pastelería para comprarle un dulce a mi padre, su cumpleaños era dentro de poco. Había una gran variedad de tartas, pasteles y otras cosas que se veían de rechupete. Me distraía tanto, que no vi al señor Dumart cruzar la tienda con una gran tarta de chocolate. Inevitablemente, choqué contra él. Ese choque propició mi destino. Vi cómo la tarta se caía al suelo, desparramada entre las baldosas. Inmediatamente, se me acercó el dron que vigilaba la tienda.

-Ha cometido usted un delito contra el acuerdo universal de la no-perversidad. Registre su número de ciudadano. Su detención procederá en 3 segundos. Usted no puede…

No oí nada puesto que salí corriendo, pero un policía de expresión seria me detuvo. Me ataron con unas esposas aunque intenté forcejear, pero al segundo de que me las pusieran estas detectaron mi movimiento y me inyectaron algo. Mi visión se tornó borrosa, me había desmayado.

Desperté en un cuarto oscuro. No podía ver ni oír absolutamente nada, y empecé a temblar. No había hecho nada malo. Desde la cuarta guerra mundial que todos los ciudadanos hicimos un pacto de bondad. Todo aquel que hiciera algo ''delictivo'' como robar un lápiz sería encarcelado. Nuestro lema era ''Buenos como el pan y suaves como la seda'' , para recordar que nunca debíamos reaccionar impulsivamente o eso nos llevaría al mal camino. De pronto, delante de mí apareció una pantalla que iluminó dónde me encontraba. De todas formas no sirvió de nada: estaba en un cuarto vacío y cuadrado de paredes lisas, y con sólo una trampilla tan arriba que no la podía alcanzar. En la pantalla estaba un hombre de mediana edad, pelo rapado casi al cero y puedo asegurar que no hacía chistes.

-¿Es usted Alaia Finch, número de ciudadano 4567?

-Así es.

-Señorita Finch, su delito no es grave. Desperdiciar 1 gramo de comida equivale a un día en prisión. Pero usted ha salido corriendo de la escena del crimen, es por tanto necesario que haga un examen de maldad.

-Realicé uno hace una semana.

-Exacto, y hemos visto sus resultados. Muy justos, y con este delito ya están por encima del límite. Lo siento, pero usted ya no tiene cabida en este país.

Bueno, es cierto que no me gusta ser tan blandengue como el resto, pero jamás se me ocurriría hacer daño a alguien. De todas formas, veía a qué conducía esta conversación, y no me gustaba para nada. Empecé a perder los nervios.

-¡Pues me exiliaré! ¡No me importa que no haya más países vivos, iré a Australia si hace falta y sobreviviré.

-No podemos dejarla señorita. Seguiremos el protocolo habitual, no tiene de qué preocuparse.

La pantalla se apagó. Oí unos ruidos. Luego pasos. Unas manos callosas, en mi cintura. Unos cabellos, haciéndome cosquillas en la mejilla. Me giró, y aunque yo no podía ver sabía que era un hombre. Tenía la respiración profunda y el aire que exhalaba estaba helado.

-¿Quién eres?

-Tu muerte.

Me besó, y apenas pude sentir lo que estaba pasando. Todo se volvió negro. Oscuro. Frío. Sin vida.

Desperté, y un profundo aliento polar me susurró desde las espaldas.

-Bienvenida a la sombra de nuestro mundo, Alaia. Ya no eres una simple humana, ahora eres una portadora de la muerte.

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4 comentarios

  1. 1. Earendil dice:

    Hola, Alice Green.
    Estoy dos puestos más arriba, así que me toca comentarte.
    Anteriormente no había leído nada tuyo y he de decirte que me gusta mucho tu estilo claro y directo. Sin hacer ni una sola descripción, has sido capaz de dibujar en mi mente el escenario en el que tu protagonista vive su historia. Además, te han sobrado 186 palabras, todo un logro si tengo en cuenta lo que a mí me cuesta ajustarme a ellas.
    El tono del escrito es casi juvenil (no sé qué edad tienes, pero has adaptado muy bien la personalidad de la protagonista a esta circunstancia). Al principio no se detecta ese escenario futurista por ninguna parte, por la naturalidad con la que presentas la situación.
    El final fantástico, aunque un poco trágico para Alaia, solo por ser despistada y sin maldad alguna.
    En la parte formal hay algunas cosas que podrían mejorarse:
    *Las rayas de diálogo no son las adecuadas. Se tiene que utilizar la raya larga, a la que puedes acceder con ALT + 0151 (—) pulsadas al unísono, o bien, ALT Gr y el signo – (menos) del teclado numérico al mismo tiempo.
    *Has utilizado “3 segundos” y “1 gramo”. Cuando las cantidades se pueden escribir en pocas palabras, se deben usar letras. No ocurre así en “ciudadano 4567”, que está bien escrito, pues su longitud así lo aconseja.
    * En “cuarta guerra mundial” yo te aconsejaría usar las mayúsculas, pues se trata de un hecho histórico único e irrepetible, como un nombre propio.
    Te felicito por tu trabajo, enhorabuena.
    Si te apetece, estoy en el 93, La otra especie humana.

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 17:20
  2. 2. amadeo dice:

    Hola, Alice:
    Buen texto. Considero que hay poca descripción del mundo distópico. Buena la idea de la bondad. Yo sacaría la primera frase, la creo innecesaria y algo explicativa.
    ¿Hace falta conocer el nombre del hombre que llevaba la tarta? Creo que no.
    Hay algunos acentos demás. Revisar
    Felicitaciones
    Saludos
    Estoy en el 104 por quieres leerlo y comentar

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 01:19
  3. 3. Alice Green dice:

    ¡Hola a ambos! Es cierto que lo que más errores me saca a la hora de escribir son los aspectos formales y ortográficos, pero voy aprendiendo paso a paso.

    Primero me dirijo a ti, Earendil. Como has adivinado, no me gusta abusar de las descripciones, por eso intento que al leer se transmita el ambiente de la historia. De todas formas, es la primera vez que prescindo casi al completo de ellas. Que haya funcionado bien es una noticia maravillosa.
    Es genial que te guste mi estilo de escritura, y sí, soy más o menos de la edad de la protagonista. Me encanta escribir sobre personas de mi edad, ya que tengo muy fresca mi adolescencia y la recuerdo con mucho cariño.
    El final es algo sobre lo que dudé mucho. No sabía si dejarlo tan abierto causaría más incomodidad que impacto en el lector. Me alegra que haya funcionado. Quise transmitir que, en una sociedad distópica, hasta la persona más inocente puede sufrir las consecuencias.
    No sabía el truco de las teclas, me lo apuntaré. Respecto a los números tampoco sabía que su escritura depende de su longitud. Eso sí, lo de la guerra lo sabía y se me ha colado.

    Respecto a amadeo, vi innecesario describir más el mundo distópico, ya que quería desvelar el pastel al final. Muchas veces (no todas) este tipo de mundos se construyen sobre una imagen de falsa perfección, cuando tienen secretos por todos lados (por ejemplo la conocida Delirium). Quise hacer eso: plantear una sociedad perfecta e ir destrozándola al avanzar la narración.
    Me pareció oportuno mencionar el nombre del hombre que llevaba la tarta, puesto que muchas veces en nuestra mente al ver a alguien conocido pensamos: “mira, por ahí viene Pepito´´ y añadiría fidelidad al narrador.

    En general, estoy contenta de que os haya gustado. ¡Nos leemos en el próximo taller!

    Escrito el 20 mayo 2017 a las 09:58
  4. 4. Laura dice:

    Hola Alice.
    Me ha gustado mucho tu texto, la forma en que nos introduces con gran sencillez en el mundo distópico.
    Los detalles se van puliendo con la práctica.
    Sigue escribiendo

    Escrito el 30 mayo 2017 a las 11:25

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