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El androide pensador - por Agustín

La sombra humanoide de R-Odin crecía ante sus ojos a medida que el día menguaba. Hoy hacía la ronda diaria para no oxidarse por una de las múltiples llanuras, libres de piedras y desniveles, no muy lejos de un bosque sin maleza, cuyos árboles estaban a la distancia óptima, calculada al milímetro.

Uno de los satélites le avisó de la aproximación de dos personas gracias a los implantes que todo el mundo llevaba. El androide ajustó su velocidad y rumbo para coincidir con ellos. Las señales vitales revelaban cierta agitación por lo que consideró conveniente una comprobación visual.

Cinco minutos más tarde emergieron del bosque una mujer y el hombre que la perseguía, ambos desnudos. Hacía mucho tiempo que nadie se vestía, al contrario de como cuando él fue ensamblado. La escena puso en guardia al autómata pero la alerta desapareció al oír sus risas: no había señal alguna de violencia, de lo contrario habría tenido que intervenir. Sin que importara el origen de cualquier disputa, entre sus deberes estaba evitar que los humanos se atacaran entre sí.

La mujer se fijó en él y perdió interés en el hombre. Ella se le acercó moviéndose en lo que R-Odin había catalogado como un ritual de apareamiento. El varón se sentó, excitado a todas luces, a la espera de la decisión de ella. Su expresión no denotaba ningún atisbo de celos; si ella no le escogía ya encontraría a otra.

R-Odin dejó que ella le tocara y se maravillara con el tacto de su piel sintética. «Suave como la seda» era la expresión que habían usado sus constructores siglos atrás. Aquella pequeña mano femenina se fue deslizando por el disfraz de su cuerpo mecánico hasta llegar a la lisa entrepierna. Al descubrir que no había nada ahí detuvo su procesión y se volvió para ponerse a horcajadas sobre su perseguidor. Al poco rato estaban copulando sin rastro del antiguo pudor humano.

El androide envió un mensaje a las N-Anny para que vigilaran a la mujer en caso de embarazo. El descenso de la natalidad se había convertido en un problema muy serio y no podían permitirse que los fetos corrieran riesgos.

Tal había sido el declive que R-Odin, como controlador principal, había decidido incorporar afrodisíacos al agua para reavivar la atracción sexual. Sin esa química la humanidad no hacía otra cosa que dormir a la espera de la comida de los F-Ood y los ejercicios impuestos por los T-Rainer.

Esta situación no encajaba en sus esquemas. Sabía que debía haber alguna relación entre la comodidad de la vida actual y la pérdida de capacidades intelectuales mas no daba con ella. No entendía cómo las mentes que habían sido capaces de dar forma a su ser, una vez libres de esfuerzos y penurias, cuando podían dedicarse a expandir la mente, habían sufrido el efecto contrario. Hasta habían olvidado hablar. Cada vez que se repetía esta escena, tanto con hombres como con mujeres, se quedaba con la duda de si le habían identificado como una máquina o si solo le ignoraban por aquello de lo que carecía.

Un proceso de control interrumpió esa línea de pensamientos. Entre los diseñadores de R-Odin había quienes estudiaron filosofía de jóvenes y la habían incluido en su programación. Lo que no habían sido capaces de prever era que ahora, sin nadie con quien conversar, esta característica producía un bucle filosófico que consumía recursos de manera exponencial. Después de quedarse paralizado durante horas la primera vez que ocurrió, se instaló varios programas de contención.

Iba a reanudar su camino cuando le llegó un aviso de un vigilante P-Atrol: de nuevo un grupo de personas intentaban cruzar los Pirineos. Otra incógnita a la que se enfrentaba el androide era por qué cada cierto tiempo aparecía gente que salía por propia voluntad de la zona de confort. No era lógico que alguien prefiriera las inclemencias de la naturaleza salvaje. «¿Qué necesidad tenían?». De nuevo intervino el proceso de control.

Ordenó que los devolvieran a la costa suroeste y siguió con la ronda. Mientras, como al final de cada jornada, se puso a revisar los informes de las cosechas, el estado de las reparaciones de un controlador climático y solicitó al equipo Ph-Arma un estudio sobre ansiolíticos. Quizás éstos calmaran el anhelo humano por lanzarse a lo desconocido.

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8 comentarios

  1. 1. Juana Medina dice:

    Hola Agustín.Estoy inmediatamente antes de tu relato, me corresponde comentarlo y es la primera vez que leo algo tuyo.
    Me gustó y me interesó. Pienso que podrías ampliarlo o escribir varios cuentos con experiencias de este personaje.
    ¡¡Pobre Androide, lo crearon sin sexo! ! No sé si fue tu intención, pero me resultó un dato de humor.
    Lo que me parece excelente es la premisa explícita al final, sobre la necesidad humana de todos los tiempos de lanzarse a lo desconocido.
    No he encontrado errores para señalar. Por otra parte, si el lenguaje es atractivo y fluido como en este caso, no me fijo demasiado. Quizá, y por decir algo, para las 750 palabras tope, este androide pensador mire hacia demasiadas cosas.
    Fue un placer leerte y seguiré buscándote en pr´ximas oportunidades
    Un saludo

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 01:29
  2. 2. Jack Elkyon dice:

    Saludos, Agustín.

    Me gustó tu estilo, lo encontré logrado. Se lee fluído y la trama es interesante. Bien narrado. Capta la atención del lector hasta el final.

    Resalto un punto: en la mayoría de estas historias son los humanos versus los robots. Tu le diste un enfoque diferente: autómatas protegiendo a humanos ¿o los estaban dominando? La escena sexual de la mujer con el robot también me parece digna de rescatar.

    En cuanto a sugerencias, creo que el comienzo está un poco plano, demasiada descripción. Debería ser más interesante.

    Chao.

    Escrito el 20 mayo 2017 a las 00:17
  3. 3. Radusa dice:

    Hola Agustín, me gustó mucho tu estilo, tanto que no pude evitar comentar. Me gusta como planteas la idea de protección/comodidad a costa del libre albedrío y que plantees a unos robots como celadores de ese esquema, haciendo un juego de las características contrapuestas que por lo general percibimos de humanos y robots (animalidad/fría racionalidad).
    Concuerdo con lo que dice Jack, el comienzo se siente ajeno al resto del escrito, pero lográs remontarlo dejando un relato bien acabado.

    Saludos.

    Escrito el 20 mayo 2017 a las 02:32
  4. 4. tyess dice:

    Oh, la apatía del que ya no necesita buscar nada. Un mundo aterrador.

    Me encanta lo que has hecho con el protagonista, intentando comprender, intentando cumplir con su función… a pesar de todo lo que ha cambiado y todo lo que no puede entender, él se adapta como puede para continuar con su propósito.

    Buen detalle lo de “el bucle filosófico”, que aparte de proporcionar una forma de volver al tema principal, sirve para comunicar que R se ocupa de su propio mantenimiento y actualización bastante bien.

    Estaba perdida en el paisaje, así que no sé si tienes una redacción impecable o nada más ignoré cualquier error. Allá, al inicio, me distrajo esta frase:
    > al contrario de como cuando él fue ensamblado
    No encaja muy bien, ¿sabes?

    Escrito el 22 mayo 2017 a las 02:51
  5. 5. Agustín dice:

    Gracias por vuestros comentarios.

    Juana, no había pensado que fuera cómico lo del robot sin genitales pero me alegro que te haya gustado.

    Jack, Radusa, el comienzo plano es intencionado. Quería empezar a transmitir que el mundo había sido transformado y ordenado por las máquinas; un mundo aburrido. Intentaré mejorar este punto.

    tyess, esa frase fue la que más dudas me generó. Las alternativas que se me ocurrían eran más largas y me gustaban menos. Al final me decanté por esta forma para referirme a cómo era la sociedad en el pasado.

    Escrito el 22 mayo 2017 a las 19:57
  6. 6. Leosinprisa dice:

    Hola Agustín, tarde, muy tarde estoy para comentar tu texto.

    Como todos los brotes de imaginación, tu historia me ha gustado mucho, es muy interesante esa vigilancia, interesada o no, paternalista en todo caso, que ejercen las máquinas sobre esos humanos sumidos en una semi-estupidez.

    Me recuerda al planeta de los simios, aunque no tenga nada que ver con tu relato, como la sociedad se degrada y alcanza un grado casi animal. La única causa que puedo encontrar en su comportamiento es un estado de complacencia tan elevado con su hábitat, que su mente se ha paralizado y se niega a seguir creando. Dudo mucho, o eso espero, algo así ocurra, como bien has demostrado al escribir tu historia el espíritu creativo del ser humano es muy difícil de atemperar.

    Muy interesante también las variadas clases de androides que los controlan, diversificados cada uno en una tarea concreta y yo, en contra de la opinión de algún compañero, si me creo que ese androide presté atención a tantos detalles. En su creación, la capacidad de observación y análisis es muy intensiva, como corresponde a un cerebro dotado de inteligencia artificial. Al menos, así lo creo.

    Muchas gracias por los comentarios en mi texto, el tuyo me ha gustado mucho y es muy entretenido, un placer leerte y un saludo.

    Escrito el 30 mayo 2017 a las 11:26
  7. 7. Laura dice:

    Hola Agustín.
    Llego algo tarde pero llego.
    Me ha gustado mucho tu historia. Más que interesante el nombre del robot: Se relaciona con Odín-Robot o con Rodin, el escultor? Me gustaría algo que me permitiese dilucidar ese dilema. ¿Tal vez la primer opción por su poder de controlar todo?
    Adhiero a los que buscan nuevas historias de R-Odin

    Escrito el 4 junio 2017 a las 13:01
  8. 8. Agustín dice:

    Gracias de nuevo. Todos los comentarios constructivos se agradecen, lleguen cuando lleguen.

    Leosinprisa, cuando escribía la historia veía las influencias de Asimov en ella pero ahora que lo dices puede que me haya dejado llevar también por los simios de forma inconsciente.

    Laura, no vas desencaminada. Y me emociona muchísimo que alguien se haya fijado en este detalle. La pista la tienes en el título del relato 😉

    Escrito el 5 junio 2017 a las 19:00

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