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El sol, la sombra y la seda - por ADELA CASTAÑON

EL SOL, LA SOMBRA Y LA SEDA
El primer paso para el cambio del mundo fue el descuido de uno de los capataces. Transportaba el cesto repleto de capullos de seda para colocarlos ordenadamente a la sombra de las grandes placas de donde salía la radiación para hacerlos desarrollarse según el programa del Comité Científico del Planeta Silkworld. Era nuevo en ese trabajo, y tropezó con el compañero que lo precedía en su prisa por desempeñar bien su función. No vio caer al suelo uno de los capullos.
El compañero que lo seguía, nervioso ante esa ruptura de la rutina que les proporcionaba seguridad, dio un traspiés y golpeó sin querer con el pie el capullo que había caído al suelo. El capullo rodó y rebotó en la cinta transportadora, fuera de la sombra de las placas madres de la radiación programada.
Todo hubiera quedado ahí, de no ser por una cosa. La sombra de las placas solo alcanzaba a la cinta transportadora y a las incubadoras rectangulares donde cada capullo caía en su correspondiente nicho hasta que se producía la eclosión de las larvas. Fuera de eso, el mundo no le importaba al Comité Científico.
Los vigilantes estaban adiestrados para controlar únicamente el transporte y acondicionamiento de los capullos en sus nichos. A nadie se le ocurrió mirar a su alrededor.
Pero, fuera de aquel mundo mecánico, el sol seguía existiendo. El capullo descolocado recibió sus rayos y maduró mucho antes que los demás, y de modo diferente. Su larva salió antes que las demás larvas de su generación, y se transformó en una mariposa diferente. No tenía las alas grises, como las de la producción en masa, ni metálicas. Se flexionaban igual que un junco como los que había en el mundo antes de la llegada de los Amos y del Comité Científico. Pero eso la mariposa no lo sabía aún. Lo averiguó cuando algo en el ambiente le hizo mover las alas con todas sus fuerzas para alejarse de la sombra de las placas madres que incubaban a los demás capullos de seda.
Los vigilantes no la vieron. No estaban programados para eso. La mariposa, siguiendo su instinto, se alejó todo lo que pudo de aquel pabellón gris, rígido y opresivo, y voló lejos. Muy lejos.
Se alimentó del polen de algunas flores que aún sobrevivían a pesar de las desastrosas condiciones en que los Amos habían dejado el planeta. Bebió el agua de los pocos charcos que todavía quedaban repartidos en la superficie del planeta. Sintió que su vientre se hinchaba y que ganaba en fuerzas con cada día que pasaba.
Y un buen día, semanas o meses después, aunque eso da igual porque para la mariposa el tiempo no tenía medida, levantó el vuelo y esparció sus huevos. Y el sol, que solo esperaba una oportunidad, los calentó, los incubó, y nacieron miles de nuevas mariposas, cada vez más fuertes, con más colores, que movían sus alas a la par. El planeta se alegró, los charcos se convirtieron en ríos, los ríos en mares, y las flores se multiplicaron a la vez que lo hacían las mariposas.
Y llegó el momento en que la primera mariposa supo, sin saber cómo lo supo, lo que había ocurrido en su planeta. Reunió a sus miles de hijas y todas se dirigieron hacia donde estaban las placas madres. Sin necesidad de que nadie les diera instrucciones, agarraron las placas con sus patas, las levantaron en el aire y las dejaron caer en el fondo del océano.
El sol bañó con sus rayos los capullos. Los vigilantes sintieron cómo sus piezas caían al suelo al fallarles su programación. Aquello no estaba previsto. Los Amos no se dieron cuenta de lo que ocurría. Estaban muy ocupados con sus reuniones para programar el mundo, y no vieron que el mundo había descubierto la palabra libertad.
Y la seda de los capullos, al crecer a la luz del sol y no a la sombra de las placas, hizo del mundo un planeta diferente.

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8 comentarios

  1. 1. Nora C.P. dice:

    Hola Adela!
    Una bonita historia la tuya.
    Empiezo viendo la segunda frase demasiado larga para no quedarse sin aliento al leerla.
    En el primer párrafo sobretodo y en muchas partes del relato, repites capullo en muchas ocasiones en las que lo puedes dar a entender o continuar las frases con comas o punto y coma.
    Lo único que no me encaja es quien fecundó los huecos de la mariposa. Por todo lo demás como ya te he dicho me ha gustado mucho.
    Saludos,
    Nora C.P. Numero 71

    Escrito el 17 mayo 2017 a las 21:25
  2. 2. Jose Luis dice:

    Hola Adela
    Creo que es un relato muy bueno, porque aunque habla de un mundo distópico, todo cambia y gira hacia la esperanza. Eso es lo que destaco de tu cuento, que es un canto a la esperanza y a la luz; lo natural frente a lo artificial. Está bien descrito y ambientado y me ha gustado.
    Un saludo

    Escrito el 17 mayo 2017 a las 22:39
  3. 3. Yoli L dice:

    Hola Adela

    Bonita historia, con un giro hacia la esperanza.

    Por lo demás, no se si fue que al pasar el relato aquí te lo dejó sin espacios entre los párrafos, ya que se agradece para una mejor lectura, así también que la frase al principio Transportaba hasta Silkworld es demaciado larga. Información al respecto en el siguiente link punto #4 http://noticias.universia.edu.ve/consejos-profesionales/noticia/2015/09/29/1131755/mejorar-redaccion-escribir-mejor.html

    Por si quieres leer el mío #72: Ciconia distopica https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-44/7926

    Saludos
    .•:::•
    ..-*-..(¯`•´¯)..-*-..
    `•..•´’`•.¸.•´’`•..•´

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 01:03
  4. 4. Claudia E. dice:

    Hola Adela:

    Tu relato es muy interesante, cómo un descuido que parece sin importancia puede transformar todo un mundo, me encanta cómo has desarrollado tu relato y que la protagonista sea aquella mariposa nacida del capullo que cayó al suelo.

    Me resultó inquietante cómo las mariposas por su cuenta se llevan las placas y las depositan en el mar, como si hubieran desarrollado algún tipo de inteligencia.

    Lo narrado bien podría ser el prólogo para una historia más larga ;).

    Un saludo!

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 05:05
  5. 5. Tavi oyarce dice:

    Hola Adela
    Un relato esperanzador, sobre todo en los tiempos que vivimos: necesitamos la esperanza. Tienes un estilo simple que llega sin recurrir a términos rebuscados, y eso, me agrada.
    Leí tu relato sin detenerme, y al final me quedo con el agradable sabor de : que aún hay tiempo.

    Te felicito.

    La segunda frase en realidad está demasiado larga, pero si colocas una coma después del sustantivo placas puedes borrar la preposición “de” y la frase no pierde el sentido: “… placas, donde salía…”

    Dale una vuelta a esta expresión: “un traspiés”

    Gracias por haber pasado por mi relato.
    Solo una aclaración:
    Los términos: continuo, continúo y continuó, sí existen si existen, te dejo un link para no ser yo quién lo explique:
    http://www.como-se-escribe.com/continuo-o-continuo/

    Te seguiré leyendo. Me gusta tu estilo
    Saludos

    Escrito el 18 mayo 2017 a las 18:07
  6. 6. Ratopin Johnson dice:

    Hola Adela,

    Muy bien escrito, y con un bonito mensaje. Podria haberse llamado “La rebelión de los capullos”, con perdón :). En este mundo que todo parece estar programado, el Sol sale y se esconde todos los dias, y la naturaleza sigue su curso sin importar mucho lo que hagamos. Bueno, a veces deberíamos pararnos y observar un poco.
    Hs empleado un lenguaje muy poético. Me gustan frases como:
    “Y un buen día, semanas o meses después, aunque eso da igual porque para la mariposa el tiempo no tenía medida, levantó el vuelo y esparció sus huevos. Y el sol, que solo esperaba una oportunidad, los calentó, los incubó,…”. Tienen mucha fuerza.
    Alguna cosa:
    “Y llegó el momento en que la primera mariposa supo, sin saber cómo lo supo, lo que había ocurrido en su planeta. ” Y ahí quitaría el segundo “supo”. Pondría algo así:” Y sin saber como, llegó un momento en que la mariposa supo (entendió) lo que había ocurrido en su planeta”

    saludos

    Escrito el 21 mayo 2017 a las 15:25
  7. Muchas gracias a todos por vuestros estupendos comentarios. Es un placer tener compañeros así.
    Saludos

    Escrito el 21 mayo 2017 a las 19:58
  8. 8. Laura dice:

    Hola Adela.
    Hermoso relato pleno de esperanza.
    En cuanto a lo técnico tienes algunas repeticiones que puedes eliminar:
    Transportaba el cesto repleto de capullos de seda para colocarlos ordenadamente a la sombra de las grandes placas de donde salía la radiación para hacerlos desarrollarse según el programa del Comité Científico del Planeta Silkworld. Era nuevo en ese trabajo, y tropezó con el compañero que lo precedía en su prisa por desempeñar bien su función. No vio caer al suelo a uno de ellos.
    El compañero que lo seguía, nervioso ante esa ruptura de la rutina que les proporcionaba seguridad, dio un traspiés y golpeó sin querer con el pie el capullo caído. Éste rodó y rebotó en la cinta transportadora, fuera de la sombra de las placas madres.
    Pero igualmente logras un hermoso relato, con bellas imágenes.

    Escrito el 28 mayo 2017 a las 13:10

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