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Inopia - por Alohomora

Nágor salió de su escondite. Necesitaba respirar y pensar. En la ciudad no lo podía hacer, estaba prohibido, pero allí fuera podía quitarse el casco. Ese horrible instrumento de tortura, ese chivato. Con eso en la cabeza no era libre. Todos los supremos, los que se encargaban de poner el orden en la urbe podían escuchar tus pensamientos cuando llevabas el casco. Y si te cogían sin llevarlo, estabas perdido.

No podía permanecer mucho tiempo fuera de la ciudad. Faltaba poco para el recuento. Pero si no salía de allí de vez en cuando, se volvería loco. De repente pensó en Lucio, su compañero. No pudo aguantar la presión y destrozó su casco para no volver a sentirse espiado. Los supremos no se lo consintieron y se lo llevaron. No volvieron a saber de él, y de eso hacía ya dos meses.

En ocasiones, sentado allí frente a aquel paisaje desolado y que tanta calma le transmitía, recordaba las historias que le contaba su abuelo, que vivió en una sociedad en la que todos eran dueños de sus propios pensamentos. ¡Aquello le parecía tan irreal!. Pensó en las preguntas que le hacía:
– ¿ Y si alguien pensara en matarte, abuelo? ¿Cómo lo sabrías? ¿Y si alguien te roba? ¿Cómo sabrían quién ha sido si no le leen la mente?
El abuelo sonreía y le contestaba:
– Libertad para elegir Nágor. Cada uno puede decidir en qué quiere convertirse. En qué hacer con su vida. Puedes elegir la luz, o puedes elegir las sombras. Pero en ese camino, siempre estarás solo. Todos tenemos secretos que nos pertenecen sólo a nosotros.

Pero el viejo murió y se llevó sus secretos con él. Y Nágor nunca pudo entender las cosas que le contaba su abuelo. Desde que él tenía uso de razón ,vivía en Inopia y nada había cambiado. Allí reinaba la paz desde siempre. Si alguien intentaba atentar contra la seguridad de los ciudadanos o contra el gobierno de los supremos, rápidamente era detenido. Para eso se diseñaron los cascos.

Volvió a la ciudad por donde había salido. Aún no era la hora del recuento y tenía hambre. Entró en la taberna de Cisco, un hombre risueño y bonachón al que todos apreciaban. Se sentó en una mesa y en seguida una de las sirvientas se acercó a tomar nota. Encargó un poco de carne asada, cuyo aroma inundaba el local, y una bebida fría para acompañar.
Se quedó mirando cómo la chica se alejaba con su libreta y pensó que era bonita. Su figura se contoneaba con gracia y cierto magnetismo. Se preguntó cómo sería su cuerpo bajo toda esa ropa. La chica se detuvo un momento, con lo que él pudo apreciarla unos instantes más y después desapareció en la cocina.

Tan solo unos minutos después la camarera regresó a la mesa portando un plato repleto de carne asada, patatas y pan, y una jarra de refresco en la otra mano. Lo dejó con cuidado en la mesa y acercándose un poco hacia Nágor le dijo:
– No me conoce. No vuelva a pensar eso de mi.
Y salió disparada hacia la cocina.

Nágor se quedó tan sorprendido que no sabía que hacer. ¿Cómo es que ella sabía lo que él había pensado al mirarla? ¡Estaba de espaldas cuando lo pensó!. Entonces se dió cuenta de que ella tenía ese poder. Ella leía la mente, como los supremos. Había leído casos en los que algún mundano había nacido con ese poder. Según se creía, algunos, al cumplir los 15 empezaban a adquirir el don de manera progresiva. En esos casos, se comunicaba a los supremos, quienes realizaban algunas pruebas al sujeto en cuestión y si, efectivamente contaba con el don, tanto él como su familia, eran trasladados al corazón de Inopia donde les esperaba una vida plena y llena de comodidades.

Esa chica era una suprema. Y sin embargo nadie lo sabía. Vivía como una más entre los mundanos, y al parecer no se habían dado cuenta. ¿Cómo había podido ocultar su don ante los supremos? Ella llevaba el casco. A lo mejor él había interpretado mal el comentario de ella. No estaba seguro.
Quiso ponerse a prueba. Y empezó a pensar en ella de nuevo, en sus curvas, en su pelo suave como la seda, en sus ojos verdes. Cerró los ojos para concentrarse en esos pensamientos. Al abrirlos, la joven estaba delante de la mesa.
-¿Me ha llamado, señor?
– Conozco tu secreto. Salgamos fuera.

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6 comentarios

  1. 1. Mara dice:

    Hola Alohomora (me encanta tu nombre), gran texto. El planteamiento es interesantísimo y está bien llevado, el final deja con ganas de más, es increíble como en tan poco espacio has planteado tan bien la mitología del mundo, una distopia bien planteada y llevada a cabo.
    De poner alguna pega te diría que revisaras la puntuación, sobretodo las comas, hay algunas algo confusas. Por lo demás es fantástico. Felicidades

    Escrito el 17 mayo 2017 a las 21:23
  2. 2. Laura dice:

    Hola Alohomora.
    Gran idea la del uso del casco, aunque me queda algo inconcluso el hecho de que la chica, con su capacidad que le permitiría una vida mejor, sigue en ese lugar.¿Tal vez considera que algo malo les sucede a los que pueden leer la mente? En ese caso no debería darse a conocer, aunque los 15 años de ella pueden hacerla por demás irreflexiva.
    Felicitaciones.

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 20:34
  3. 3. Silvia Peregrina dice:

    ¡¡Qué bien escrito tu cuento, Alohomora!!

    Ni un palabra de más, las exactas para pintar un mundo distópico, cruel y sofocante.

    Bien las descripciones, bien los diálogos, bien la trama.

    ¡Me alegro de haber pasado por tu relato!!

    Seguí escribiendo, ¡saludos!

    Escrito el 21 mayo 2017 a las 22:12
  4. 4. M.L.Plaza dice:

    Hola Alohomora.
    Una historia interesante y muy bien escrita. Echo de menos saber cómo se ha llegado a esa situación en tan poco tiempo, porque el abuelo conoció el mundo anterior.
    Por otro lado al principio dices que los supremos pueden escuchar todos los pensamientos. Entonces ¿cómo no han descubierto a la camarera, y como no se dan cuenta de que Nagor la ha descubierto? Creo que la camarera tiene que temer a Nagor si de verdad quiere mantener su secreto.
    Aún así, me ha gustado mucho leer tu mundo distópico.
    Saludos.

    Escrito el 24 mayo 2017 a las 02:38
  5. 5. Galia dice:

    Buen día Alohomora: me gustó mucho tu cuento, en el deseo de Nágor se salva ese universo distópico.
    Con respecto a mi relato, le di un rápido final, no por las exigencias del blog, sino porque a medida que avanzaba, me hacía cada vez más daño el personaje que al no ser de ficción, ( es el presidente norcoreano), aterra.
    Nos seguimos leyendo en la próxima.
    Saludos.
    Galia

    Escrito el 24 mayo 2017 a las 14:25
  6. 6. lilian ht dice:

    Hola Alohomora,
    Tu relato me pareció muy interesante. Creo que un mundo sin libertad de expresión o pensamiento, en verdad sería distópico. La trama te atrapa desde el principio hasta el final.
    En verdad me gustaría saber qué pasará con Nagor y la chica, tal vez podrías escribir la segunda parte en el siguiente taller.
    Bueno, espero que puedas leer mi relato, soy el número 115.
    Saludos.

    Escrito el 26 mayo 2017 a las 21:09

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