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Prohibición - por Stephany S

Quinientos años habían pasado desde que el infierno se había desatado. La casi extinción que la especie humana había enfrentado, requirió medidas que, aunque habían asegurado la sobrevivencia, habían desdibujado la esencia misma de la humanidad. La simple libertad de vivir.

Karl estaba atrapado, la insatisfacción de la vida que llevaba, le pesaba y la única razón por la que no había dejado todo atrás, era ella. La causante de que su vida en esta sociedad fuera insoportable, era la misma razón por la que no podía alejarse, al menos no todavía. La ironía del asunto le haría gracia, si no fuera algo tan triste.

Todo empezó cuando en medio de la tercera guerra mundial, un virus surgió como arma. Pero nadie esperó, que el virus mutara, hasta ser tan increíblemente contagioso, que el más mínimo roce transmitía la enfermedad y en menos de dos agónicas semanas llegaba la muerte. En un año, solo el tres por ciento de la especie seguía con vida. Y ante la inevitabilidad de la extinción, los sobrevivientes se recluyeron bajo tierra, dejando a los enfermos en la superficie. Y con la muerte del último humano infectado, el virus desapareció.

Los sobrevivientes esperaron durante dos años, antes de salir. Pero durante ese tiempo las reglas de la sociedad cambiaron para adaptarse a las circunstancias. Se creía que algunos humanos podrían ser resistentes al virus, pero exponían a los demás, así que se prohibió cualquier tipo de contacto físico; un abrazo o un beso eran crímenes, que ponían en peligro la propia existencia de la raza. Una simple caricia o hasta un roce accidental eran considerados elementos de riesgo que requerían una cuarentena inmediata o hasta la expulsión del mundo subterráneo que los protegía. Después de todo, tiempos desesperados, requieren medidas desesperadas, ¿verdad?

Cuando finalmente salieron a la superficie, la vida continuó; los sobrevivientes se organizaron pequeñas sociedades cooperativas, pero las restricciones seguían vigentes. El miedo era un factor poderoso y todos estaban más que dispuestos a acatar las normas, especialmente con la visión de los cadáveres aún en las calles.

Con el paso del tiempo la necesidad de repoblar el mundo se hizo imperativa y los bebes de laboratorio aparecieron, pero desde ahí todo comenzó a ir mal en opinión de Karl. Los padres jamás pudieron tocar a sus bebes, las labores de cuidado eran llevadas a cabo por robots que habían sido diseñados para ese propósito. Esos niños crecieron sin haber sentido jamás un beso o un abrazo. Y así una nueva era comenzó, la de los humanos que no sabían ser humanos, que crecieron creyendo que el contacto físico era peligroso. Y cuando quienes habían vivido antes de virus, empezaron a morir por la vejes, cualquier recuerdo o añoranza de un beso o un abrazo, desapareció con ellos y ahora quinientos años después, nadie extrañaba lo que una vez había sido.

Aunque había algunos como él, soñadores y melancólicos, que ansiaban vivir, besar a su mujer, cargar a su hijo, darle la mano a un amigo. Pero eran delitos, cuyo castigo era la prisión perpetua; a pesar de que la prohibición era obsoleta. Tras siglos de modificaciones genéticas, el sistema inmune humano era tan poderoso, que la posibilidad de que alguna enfermedad fuera un peligro era casi nula, por lo que las rígidas medidas que salvaron la vida de los humanos hacia cinco siglos, eran inútiles ahora, mantenidas solo por miedos antiguos, que ya no eran amenazas reales.

Pero sus anhelos si eran reales, él deseaba sentirse un hombre… con ella. Soñaba con poder besarla, acariciar su piel, deslizar los dedos entre ese cabello que lo fascinaba, que era como sombra y seda. Deseaba tener hijos, sostenerlos, besarlos, jugar con ellos. Pero la única oportunidad de hacerlo era escapar y buscar a los exiliados. Hombres y mujeres habían que querido lo mismo que él y que habían huido para vivir al margen de la sociedad, pero en libertad.
Él estaba listo para irse, solo esperaba una respuesta. Había visto el anhelo en su mirada, cuando le había pedido que escaparan juntos, pero también había visto su miedo. Sabía que debía irse pronto, pero la esperaría hasta la media noche antes de partir, pues era consciente de que, si ella se negaba y se iba solo, su vida sería igual de miserable a como lo era ahora.
Toc, toc, toc.
Ella entró en la habitación, tan hermosa como siempre.
―Karl, ya tengo una respuesta…

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7 comentarios

  1. 1. KosaK dice:

    Hola Stephany S!

    muy buena historia! y un escenario interesante, me gusto mucho!. Personalmente disfruto mucho este tipo de historias y cada escenario presentado lo disfruto mucho.
    solo dos cosas, la primera; me parece que invertiste las palabras en la frase “Hombres y mujeres habían que querido lo mismo que él” a mi parecer, no es grave ya que se corrige con revisión.
    Lo Segundo, creo que agregar “como sombra y seda” como adjetivos del cabello no suena bien, quizás solo basto haber puesto “seda” y la palabra “sombra” la hubieras adaptado a otra descripción.

    Bueno, en general, muy buen trabajo y te repito me gusto mucho tu historia.
    Si quieres puedes leer mi relato estoy en el 143, puedes pasar y dejar tu comentario.

    Sigue adelante!
    Saludos KosaK

    Escrito el 19 mayo 2017 a las 15:29
  2. 2. Claudia E. dice:

    Hola Stephany:

    Tu relato me ha gustado mucho, describes con claridad la situación del tipo de sociedad en la cual vive el protagonista, y ese lugar es el motivo mismo por el cual desea irse. Es una historia para reflexionar, me gusta que sea esa una cuestión más importante que una acción trepidante.

    El final me parece excelente! Por otro lado, la historia se presta mucho para ser la primera página de un relato más largo o parte del primer capítulo de una novela.

    Te felicito!

    Saludos.

    Escrito el 21 mayo 2017 a las 01:20
  3. 3. Stephany S dice:

    Muchas gracias a los dos por sus comentarios, me alegra que les haya gustado mi relato.

    Escrito el 21 mayo 2017 a las 20:44
  4. 4. Mariaje dice:

    Hola Stephany,
    Tu relato está bien, es una historia interesante y se me ha hecho fácil y entretenida de leer, que creo que es muy importante.
    Como pienso que se aprende más cuando se comenta lo que podría mejorarse, paso a decirte un par de cosas que según mi modesta opinión harían ganar calidad al texto.
    Lo primero es que se nota que querías contar demasiado y solo hay 750 palabras; a mí también me pasa así que lo comprendo perfectamente. El caso es que dedicas muchas líneas a explicar como ha llegado la sociedad a ser lo que es y claro, luego no te queda tiempo para profundizar en el personaje, que es al final lo que realmente crea empatía entre un lector y el texto que está leyendo. Mi humilde consejo sería: no hace falta contar tanto, mejor quedarse con una escena, pero que el lector llegue a contectar más con el personaje.
    Y el otro apunte va en dirección a lo formal, y es que veo un errorcillo reincidente: pones comas donde no corresponde. Por ejemplo, en “Pero nadie esperó, que el virus mutara, hasta ser tan increíblemente contagioso, que el más mínimo roce transmitía la enfermedad y en menos de dos agónicas semanas llegaba la muerte” son incorrectas las tres primeras comas. Quizás te pueda servir leer el texto en voz alta; entonces verás que algo falla en el ritmo.
    Te paso este artículo que espero te sea de ayuda, tiene un nombre muy gráfico y divertido “La coma criminal”  http://www.fundeu.es/escribireninternet/la-coma-criminal/
    Espero que el comentario te sirva para algo.
    Un saludo!

    Escrito el 22 mayo 2017 a las 10:08
  5. 5. tyess dice:

    Estaba leyendo todo sin dudas ni réplicas, hasta que volvieron a la superficie. La verdad, no me parece muy higiénico dejar los cadaveres (o lo que queda de ellos después de dos años) ahí. ¿Que la misma autoridad que les prohibió tocar a otras personas no debería poder mandar a… no sé, ¿quemarlos? ¿trasladarlos? ¿trasladarlos y quemarlos? Podían haber diseñado un robot para eso. Hubieran tenido que preparar un poco el terreno antes de salir. Incluyendo la limpieza.

    Entiendo muy bien lo del paso del tiempo y las mejoras del sistema inmunologico, en particular me gusta que dijeras que es algo que han hecho con ingeniería genética, porque es muy probable que con tantas precauciones los bebes no desarrollen ninguno por su cuenta. Pero no subestimes la capacidad de adaptarse de los virus. Alguno habrá mutado para sobrevivir en esos nuevos cuerpos. Y entre más fuertes las defensas, más fuerte el virus (o eso parece).

    El final me dejó averiguando. ¿Había una respuesta implícita, o un impulso malvado te hizo dejar la historia inconclusa?

    De forma, todo bastante bien, salvo algunos puntos en que las comas aparecen o desaparecen:
    -la insatisfacción de la vida que llevaba, le pesaba
    -Todo empezó cuando en medio de la tercera guerra mundial, un virus surgió como arma

    Es una distopía relativamente convincente. No mucha gente podría adaptarse a un mundo sin contacto físico, pero el virus (gracias a las autoridades) se encargó de los que no, ¿cierto? Sobreviven los disciplinados, los obedientes, y su descendencia… Sí, claro, por qué no. Dicen que el humano es animal de costumbres, aunque no por ello menos animal.

    Escrito el 24 mayo 2017 a las 15:42
  6. 6. lilian ht dice:

    Hola Stephany,
    Tu relato es bueno, de verdad logras captar la atención desde el comienzo. Un mundo sin alguna muestra de amor, es simplemente distópico y, la manera en la que lo describes logró transpórtame a él imaginariamente. Sin embargo, creo que debería haber más diálogos para que haya equilibrio en tu relato. Espero que puedas leer el mío para compartir opiniones, soy el número 115.

    Saludos.

    Escrito el 26 mayo 2017 a las 20:57
  7. 7. Laura dice:

    Hola Stephany S.
    Tienes un buen relato entre manos, a pesar que en muchas partes es más un resumen que una escena, pero reconozco que es bastante difícil mostrar un mundo diferente. Todos en mayor o menor medida hemos necesitado hacerlo.
    Se lee sin interrupción alguna.
    Te han señalado algunos detalles que en modo alguno lo desmerecen.
    Sigue escribiendo.
    Nos encontramos con el micro relato.

    Escrito el 3 junio 2017 a las 23:37

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