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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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El numerito del niño - por manuti

Web: http://masmanuti.wordpress.com

Este mes no pensaba escribir nada, no se me ocurría ninguna historia. Le había dado más vueltas que otras veces pero sin resultado. Así que al final, hoy volviendo en el coche he pensado en hablar de mí. Me he dado cuenta que encajo en el personaje y el género será el autobiográfico tipo tristón.

No me gustan los payasos, los disfraces de payasos y casi diría que el circo en general. No soporto que llegue carnaval y la gente se vista de payaso.
Aparte de un cuadro de uno triste que había en mi casa que nunca me gustó pero que como lo había pintado un primo de mi madre y se suponía que algún día sería un pintor famoso, pues no había manera de que lo quitaran. Supongo que ese cuadro fue el germen de que mi terror. Este detonó por culpa de ir demasiado mayor al circo. Hay una edad para el asombro que a mí por ser un niño un poco precoz se me pasó antes de tiempo. Mi padre se empeño en que fuéramos al circo que vino a la ciudad cuando parecía que yo podría tener suficiente paciencia para aguantar un espectáculo y disfrutar de él. Pero ya era tarde, mis ojos ya no miraban con inocencia veía las caras de cansancio de los miembros de la troupe, las ropas ajadas, los animales famélicos, el mal olor de todo. Y mi padre, que tal vez nunca perdió la emoción que yo ya había dejado atrás sin quererlo, no paraba de mirarme, de animarme, de decirme que ya vería cuando salieran los payasos. Nos habíamos sentado en primera fila con la pista al alcance de la mano. Todo se veía demasiado cerca no como en la tele y si mirabas hacia arriba veías las cuerdas, la carpa sucia, unas luces tristes y pensabas en qué hacíamos allí.

Y salieron los payasos en su formación habitual, que supongo que vendrá en los libros de como ser payaso o personajes de circo. Eran tres: uno era el listo al que desesperaban los otros dos, uno que era tonto y lo sabía y otro que se cree listo pero es igualmente tonto. Todo giraba en torno a que el listo quería hacer o explicarles algo a los otros dos, el tonto no se entera y el que cree que sabe le intenta ayudar a este estropeándolo todo aún más. Explicado así queda como quirúrgico, aséptico y sin gracia alguna. Y lo más triste es que yo lo vi así, lo vi así desde la primera vez. Y cuando pensaba que no podía ser peor decidieron coger una víctima entre el público. Claro entre las primeras filas, por supuesto y ahí estaba yo. Y salí, y me puse nervioso y me di cuenta que no había ido al baño desde esa mañana y la comida, la fanta, la merienda, todo estaba allí dentro y yo tiraba para escaparme. Y en ese tira y afloja me hice pipí encima. Como llevaba un pantalón vaquero claro se notó en seguida, todo el mundo me señalaba y se reían, no sé si pensaban que era parte del espectáculo o les daba igual. Se reían y me señalaban. Pero supongo al ver que el número de los payasos conmigo se interrumpía bruscamente y me llevaban con mi padre creo que les quedó claro que no era actuación. Les dio igual, seguían riéndose a mi alrededor ya no a carcajadas pero si en risitas que nunca terminaban. Me padre se puso serio y triste a la vez y en cuanto se pasó un poco el revuelo me sacó de allí, sin hablarme, sin reprenderme ni tratar de animarme quitándole importancia. Los dos de vuelta a casa en silencio todo el camino. Nunca más se habló del circo en mi casa y cada vez que salía algo en la tele relacionado se cambiaba de canal.

Supongo que después de esto comprenderéis que cada año, cuando llega carnavales coja mi escopeta de cartuchos la meta en el maletero del coche y de paseos a última hora de la madrugada buscando algún borracho disfrazado de payaso o cualquier cosa parecida. Me baje tranquilamente y me desahogue disparándole un cartuchazo en el pecho. Con total tranquilidad sabiendo que de seguro confundirán el ruido con algún petardo de fin de fiesta. Y así seguiré hasta que se me pase el cabreo.