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Cómo dividir una novela en capítulos

Una duda que me habéis consultado bastante por correo y que nos suele preocupar mucho como escritores es la de cómo dividir una novela. ¿Cuántos capítulos ha de tener? ¿Cuál debe ser la longitud de esos capítulos? ¿Debo dividirla también en partes? Son preguntas complejas, porque no hay una respuesta rotunda para ellas.

Lo primero que hay que tener claro es que NO existen reglas fijas a la hora de decidir cuántos capítulos tiene una novela. Algunas cuentan con cientos de ellos mientras otras no tienen ninguno. Es una división más artística y estructural que de contenido y dependerá de las elecciones del propio autor.

Ahora bien, como no existen normas para determinar cuántos capítulos ha de tener una novela, resulta extremadamente difícil tomar esa decisión. Por eso quiero compartir con vosotros las siguientes reflexiones que espero os ayuden la próxima vez que vayáis a organizar las divisiones de vuestras historias:

¿Para qué sirven los capítulos?

La separación de una novela en capítulos nos permite crear una estructura física, externa a la historia y más definida de cara a los lectores. Cada cambio de capítulo o de parte, ofrece un respiro al que lee. Piensa en cuántas veces, leyendo una novela, has pensado: «Termino este capítulo y paro». También es una buena herramienta para jugar con el suspense y los giros de la trama, como veremos más adelante.

¿Cuánto tiene que durar un capítulo?

Lo que la historia necesite. Hay capítulos cortísimos de apenas unos párrafos y hay capítulos larguísimos que se extienden durante páginas y páginas. Lo importante es diferenciar las unidades en las que se puede dividir la novela:

Las escenas: una escena es una unidad dramática dentro de la trama. Es decir, cada parte de la trama que tiene continuidad en sí misma, ya sea por contar con una única situación, un único escenario o unos personajes determinados.

Los capítulos: son divisiones de la estructura que no afectan al contenido. A veces un capítulo puede coincidir con una escena; otras veces, contiene muchas escenas e incluso puede partir escenas a la mitad.

Las partes: además de la división por capítulos, hay novelas que también dividen su estructura en varias partes. Para ello tampoco hay una norma fija. Hay novelas con dos o tres partes, novelas con muchas partes y novelas con ninguna. Como siempre, depende de la historia y cómo quieras estructurarla.

Otras divisiones: además de lo que he mencionado en los puntos anteriores, también se da el caso de novelas en las que cada capítulo tiene distintas partes o fragmentos (separados por una línea en blanco, por ejemplo). Este tipo de subdivisión resulta útil, sobre todo, cuando tenemos capítulos muy largos en los que cambiamos de escena o de tema a tratar. Así, el lector sabe a simple vista que hay un salto en la trama.

¿Cuántos capítulos ha de tener una novela?

Tantos como quieras. Como decía antes, algunas novelas tienen cientos, otras ninguno. La decisión es únicamente del autor y depende de las propias necesidades de la historia. El instinto de escritor será vuestra mejor guía.

Pero, como esto no siempre es suficiente y a veces nos asaltan las dudas, a continuación comentaré las tres claves a tener en cuenta a la hora de decidir dónde colocar cada capítulo de la novela:

1. Tensión y dudas: uno de los aspectos más importantes a la hora de decidir dónde empezar y terminar un capítulo es la tensión narrativa. Un lugar estupendo para colocar un cambio de capítulo es aquel donde se produce un giro narrativo o bien donde podemos colocar una pregunta en el aire esperando ser respondida, para que el lector se quede enganchado a la trama.

¿Aceptará el soborno? ¿Dirá que sí? ¿Explotará la bomba? Todas esas preguntas al final de un capítulo reciben el nombre de cliffhangers y pueden tratarse de preguntas sencillas o complejas. Lo fundamental es que provoquen ganas de seguir leyendo.

Estas preguntas no tienen por qué estar escritas tal cual en la narración, sino que se las hace el lector según lo que le hayamos contado. Por ejemplo, el detective protagonista que cree que su archienemigo está muerto, recibe una misteriosa carta firmada por este. Ese instante, ese giro narrativo, es un momento perfecto para cambiar de capítulo, mientras el lector aún se está preguntando: “Entonces… ¿está vivo el archienemigo?”.

2. Estructura: cuando escribes una novela, es útil tener un mapa previo del camino a seguir con las diferentes partes de la historia, tal y como vimos cuando hablamos sobre las claves para mejorar el proceso de la escritura.

Cuando crees los diferentes puntos de tu historia, también puedes analizar la estructura y calcular los sitios donde habrá giros de la trama, donde el suspense se quedará en alto, etc. Estos lugares, como vimos en el punto anterior, funcionan muy bien como cambios de capítulo.

3. Perspectiva de lector: si a pesar de los puntos anteriores tienes dudas, no te preocupes. No tienes que decidir las divisiones de la novela al comienzo de la escritura. Siempre puedes olvidarte de ello y trabajar en el primer borrador de tu historia centrándote en las escenas y los acontecimientos de la misma.

Luego, cuando revises el borrador un tiempo después (con la distancia que esto supone), ponte en el sitio del lector y marca aquellos lugares que crees que funcionarán mejor como cambios de capítulo. El propio manuscrito te irá pidiendo respiros.

Y hasta aquí mis trucos para seleccionar las divisiones en capítulos de una historia. ¿Qué os ha parecido? ¿Tenéis alguna otra estrategia para tomar esta decisión?

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