Literautas

Cómo escribir un diálogo coral

Hace unos días hablábamos de las claves para escribir una novela coral. Hoy vamos a concretar un poco más y hablaros sobre las claves para escribir un diálogo en el que participen más de tres personajes, lo cual conlleva unas dificultades extra que no siempre son fáciles de manejar.

Los consejos que os mostraremos a continuación están extraídos del capítulo siete del libro Cómo escribir diálogos, que podéis conseguir en la sección “Libros” de nuestra web. Esperamos que os sirvan de ayuda:

Ojo con los nombres

Esto es algo que tienes que tener en cuenta tanto para los diálogos como para la planificación general de cualquier historia: procura que los nombres de los personajes no sean demasiado parecidos entre sí.

Por ejemplo, si en un diálogo entre cinco o seis personajes nos encontramos con que varios de ellos tienen nombres muy similares, podríamos llegar a confundirnos y no saber quién está hablando en cada momento.

Los incisos pueden ayudarte a guiar al lector

Si en un diálogo entre dos personajes puedes llegar a prescindir por completo de los incisos del narrador, en un diálogo con más de tres, lo tendrás difícil. No importa. No abuses de ellos, claro está, pero tenlos presentes como guía para recordar al lector, de vez en cuando, lo que ocurre y quién habla.

Sin embargo, no siempre es necesario incluir los incisos. Al contrario de lo que ocurre en un diálogo convencional entre dos o tres personajes, cuando lo que tenemos en escena es un elenco numeroso, podemos permitirnos el lujo de dejar que algún parlamento quede sin definir cuando lo que queremos es dar sensación de que todos corean al unísono. Como ejemplo, veremos este fragmento de Diez negritos, de Agatha Christie:

La cena había terminado. Los platos habían sido excelentes, los vinos exquisitos. Rogers había servido la mesa admirablemente. Todos estaban de buen humor y habían empezado a hablar con más libertad e intimidad.
El juez Wargrave, dulcificado por el excelente oporto, hacía comentarios mordaces; el doctor Amstrong y Tony Martson le escuchaban. Miss Brent hablaba con el general Macarthur: habían descubierto que tenían amigos comunes. Vera Clarythorne hacía preguntas inteligentes a Mr. Davis sobre África del Sur, tema que éste conocía a fondo. Lombard seguía esta conversación. Una o dos veces alzó la mirada bruscamente y sus párpados se encogieron. De vez en cuando miraba alrededor de la mesa y estudiaba a los otros comensales.
De repente Anthony Martson exclamó:
—Curiosas esas figurillas, ¿verdad?
En el centro de la mesa redonda, sobre una bandeja de cristal, estaban colocadas unas figurillas de porcelana.
—Negros —dijo Tony—. La isla del Negro. Supongo que esa es la idea
Vera se inclinó hacia delante.
—¿Cuántos hay? ¿Diez?
—Sí, hay diez.
—Es gracioso —exclamó Vera—. Son los diez negritos de la canción infantil que he visto en un cuadro colgado encima de la chimenea de mi habitación.
—En mi cuarto también está —dijo Lombard.
—En el mío también.
—Y en el mío.
Todo el mundo lo coreó.
—La idea es divertida, ¿verdad? —manifestó Vera.
—Digan mejor que es infantil —gruñó el juez Wargrave. Después se sirvió más oporto.

Recurre a los mejores trucos

Cuando tienes que escribir un diálogo en el que intervienen muchos personajes, es el mejor momento para recurrir a esos pequeños trucos que definen al personaje en el diálogo: vocativos, formas de hablar características, datos concretos del personaje o de la historia…

Un magnífico ejemplo de ello es el siguiente diálogo de la novela El corazón helado, de Almudena Grandes, donde podemos ver la discusión que se crea en una comida familiar. Aunque la autora apenas usa incisos durante el diálogo, no nos cuesta distinguir las voces de los personajes:

—¿Tú que quieres, mamá?
—Nada, hijo.
—Mamá, tienes que comer…
—Ahora no, Julio.
—Pues yo creo que voy a pedir fabada, y de segundo…
—¡Clara!
—¿Qué pasa? Estoy embarazada. Tengo hambre.
—Dejadla que coma lo que quiera. Hoy no es un día normal, cada uno tiene que hacer el duelo a su manera.
—¿Sí? Pues yo quiero angulas.
—¡Ni hablar!
—¡Pero papá! La tía Angélica acaba de decir…
—Me da igual lo que haya dicho la tía Angélica. Tú no pides angulas y se acabó.
—Vale, pues bogavante.
—¿Tú qué quieres, llevarte un bofetón?
—Y yo lo mismo que Guille…
—O sea, para Enrique otro bofetón.
—Bueno, ¿habéis decidido o no?
—Sí, chuletas de cordero para todos los niños —mis dos sobrinos bufaron a la vez, pero ninguno se atrevió a protestar—. De las entradas me encargo yo, y mamá que se tome una sopa, por lo menos.
—Que no quiero, Rafa.
—Pues un puré de verduras.
—Que no.
—Angélica, díselo tú.
—Es verdad, mamá, tienes que comer algo.
—¡Una cosa, una cosa, una…! ¡Jo, que tengo la mano levantada!
—Vamos a ver, Julia, ¿y a ti qué te pasa?
—Pues que yo soy niña y prefiero pollo al ajillo.
—A ver, los que quieran pollo que levanten la mano…

No te olvides de nadie

Por último, lo más importante: cuando vayas a escribir un diálogo entre muchos personajes, no te olvides de ninguno. Si quieres crear una escena realista, deberás dibujar en el lector un cuadro completo de la misma.

Para ello, intenta equilibrar las intervenciones de los personajes según el peso que deben tener (por carácter del propio personaje, implicación en la conversación, etc.) e intenta que todos participen de vez en cuando, aunque sea con una reacción o un gesto, para que el lector recuerde que siguen ahí.

Si es necesario, puedes crear un esquema con todos los personajes participantes y crear de antemano el guión del diálogo, dejando claro lo que va a decir, pensar y hacer cada uno de ellos durante la conversación. Luego elige qué partes quieres mostrar al lector.

Recordad que en el libro Cómo escribir diálogos encontraréis muchos más consejos y ejemplos, así como multitud de ejercicios para que podáis a dominar este aspecto tan importante de la escritura.

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