Literautas

«Un escritor tiene que darse tiempo para evolucionar, para encontrar la propia voz». #Entrevista a Marcelo Kisilevski

El protagonista de la entrada de hoy es alguien que seguro os suena a muchos de vosotros, ya que se trata de un habitual del taller de escritura Móntame una escena: Marcelo Kisilevski (Marcelo Kisi es su seudónimo en el taller).

Además de asiduo del taller, Marcelo es periodista, escritor y ha publicado con la Editorial Furtiva su primer libro: Hotel Paradise. Cuentos para leer sin red, que se presentará en Buenos Aires el próximo 26 de septiembre. Hemos aprovechado la oportunidad para charlar un rato con él y que nos cuente cómo ha sido el proceso de escritura y publicación de esta fantástica colección de relatos.

Iria: Antes de nada, muchas felicidades por la publicación y por este fantástico libro de relatos. He disfrutado mucho leyéndolo.

Marcelo: Gracias infinitas, Iria, para alguien que te tiene como referente, tu comentario favorable significa muchísimo.

Iria: Me ha parecido que los relatos del libro tienen un toque entre melancólico y fantástico, como de desesperanza, y a la vez transmiten una sensación de costumbrismo y realidad muy cercanas al lector. ¿Es algo buscado o simplemente un estilo a la hora de escribir?

Marcelo: La verdad es que no pude tomar tanta distancia como para analizar el libro, ni siquiera sé si se puede encontrar un hilo conductor, una temática central. En realidad, escribo como puedo, más que como quiero. O sea: es lo que sale. Quizás por eso lo llamamos arte. Si hubiera un hilo conductor, podría ser la denuncia, una queja existencial, esa melancolía que señalas por un mundo en el que tantas cosas están mal hechas, que es tan imperfecto y que, sin embargo, deja lugar para el humor, que a veces es humor negro, o para una grieta en el sistema por donde el individuo pueda escaparse y ser libre de todos modos. Lo costumbrista está, creo yo, en no hay nada que hable mejor de lo terrible, que la vida cotidiana. Yo creo que se pueden decir o contar las cosas más tremendas con el lenguaje más simple. Quizás intento experimentar con eso: realidades extremas que no buscan ser contadas “en difícil”.

Iria: ¿Cómo fue la selección de relatos para el libro? ¿Se quedaron fuera muchos textos?

Marcelo: La verdad es que fue todo muy intuitivo. Se trata de la colección de los mejores cuentos que he escrito en toda mi vida, y empiezan precisamente con “Hotel Paradise”, escrito en 2006. Es decir, estamos hablando de diez años de escritura bastante entrecortada, bastante poco disciplinada. Lo que quedó afuera son decenas de cuentos que, sencillamente, no me parecieron publicables.

Iria: ¿Este es el primer libro que intentas publicar? Cuéntanos un poco cómo fue el proceso hasta conseguir verlo en papel en una librería.

Marcelo: Es mi primer libro de ficción y es mi primer intento. Pensé en la autopublicación, que hoy es posible y me parece válida, pero una editorial es como una confirmación: alguien externo, autorizado e interesado, te dice que lo que escribes merece la pena de ser leído por el público. Efectivamente, yo no lo había intentado antes. El mundo de las editoriales, como a muchos, me parece un monstruo colosal, inasible e impenetrable. No sabe uno por dónde darle. Quizás mi historia no sea representativa, porque yo conocía a una de las dueñas de Editorial Furtiva del tiempo de la escuela secundaria en Buenos Aires. Furtiva es una maravillosa editorial boutique de Chile (que también ha publicado allí tu novela Niña de Cristal), que trabaja en general con literatura de autores emergentes. Pero eso sí: los contactos te pueden ayudar a acceder, a que alguien de una editorial te lea, pero tener esos contactos no garantiza que tu obra se publicará, porque una editorial es una empresa y tiene un criterio implacable de viabilidad. Y por eso estoy tan agradecido a Furtiva, porque me dieron esa confirmación de la que hablo. Para mí el proceso comenzó cuando recibí un email que decía, palabra más, palabra menos: «Nos gustó, si tienes más relatos que combinan el guiño, lo fantástico y el mensaje social, envíanoslos». En Furtiva no me debían ningún favor, así que ese email me cambió la vida para siempre, y la euforia me duró varios días.

Iria: Para aquellos de los lectores que deseen ver su libro publicado, ¿qué consejo les darías?

Marcelo:Los escritores, los artistas, los seres humanos en general, tenemos un problema: podemos tener un arte, un talento, un conocimiento, pero no necesariamente sabemos impulsarlo en el mundo. Entonces están, en un extremo, los mediocres que sí saben impulsar el escaso talento que tienen, y en el otro, los súper talentosos que tienen una excelente novela, pero escondida en el cajón. Tengo miedo de caer en lugares comunes, pero lo primero, creo yo, es desarrollar ese talento, trabajando duro, para asegurarse de tener algo valioso para impulsar en el mundo. El segundo paso es ir obteniendo esas confirmaciones, y que estas sean lo más sinceras posible. El golpe que uno se puede dar ante los rechazos, solo porque nuestras tías nunca se animaron a decirnos que nuestro arte está todavía muy verde, o que al cantar uno desafina, como lo vemos a veces en los realities, es terrible (consejo al paso: ¡no ir a realities! Menos mal que no hay aún para escritores). Y es terrible, porque mucha gente termina abandonando ese arte del todo, cuando tenía tanto potencial para crecer y realizarse. Si las tías nos elogian demasiado, antes de intentar llegar a potenciales “verdugos de talentos”, hay que buscar otros referentes, lectores beta, compañeros de taller y demás maestros empáticos pero severos, que nos digan exactamente dónde estamos parados, y cómo mejorar.

Darse tiempo para evolucionar, para encontrar la propia voz, y tantas cosas que, por ejemplo, se pueden aprender con los materiales de Literautas. Publicar un blog es una buena idea porque es también parte de este proceso: nuestros lectores, que forman una pequeña comunidad, nos pueden dar una idea de qué lugar ocupamos en el mercado y de cómo vamos evolucionando. Y además, porque nos vamos animando. Solo después, comenzar con el tercer paso, el de intentar impulsar nuestro talento en el mundo editorial, cuando estamos seguros de que tenemos algo publicable entre manos. Pero cuidado: publicable no significa magnífico. No hay que esperar a tener el nivel de García Márquez para intentar publicar. Es decir que el otro extremo (la novela en el cajón) tampoco es bueno. Hay que combinar esta prudencia con una buena dosis de valentía.

Iria: ¿Qué procesos creativos sigues para crear tus cuentos? ¿Eres de los que planifican mucho, de los que se lanzan a por el primer borrador sin pensarlo…?

Marcelo: La verdad es que soy muy caótico, no tengo un sistema. Pero lo más sistemático es esto: sentarme a escribir. Suena a perogrullada, claro, pero esto en mi caso es técnicamente cierto. Muchas veces nada se me ocurre hasta que me siento frente al ordenador y empiezo a teclear. Las manos son las que parecen hacer su propio torbellino de ideas, allí donde mi cerebro no lo había conseguido en la ducha. Por eso, un sistema que podría recomendar, es sentarse todos los días al ordenador y escribir, no importa qué. Pero una vez que está la idea, me sale escribir directamente el texto casi en su estado final, y bastante rápido. De nuevo, es como si la ejecución de la idea estuviera a cargo de las manos, más que de la cabeza. Luego viene la edición, la pulida, como mucho cortar (¡esto para el taller es vital!), cambiar una frase de lugar, o anular algún episodio secundario. Pero el relato básicamente ya está ahí.

Iria: ¿Tienes manías a la hora de escribir?

Marcelo: No creo tener manías, por lo menos no conscientes. Lo más constante, creo yo, es que, como buen argentino, tomo mate en cadena. Lo hago mientras trabajo, mientras leo y también mientras escribo ficción. Todo el tiempo tengo el termo con el mate al lado de la laptop. Escribo una frase y me sirvo otro mate. Se me acaba el agua caliente, me levanto y preparo el próximo termo. Vuelvo, escribo otro poco. Eso quizás me hace perder mucho tiempo (aunque no más que lo que ya había perdido por no practicar con constancia el sistema de la pregunta anterior), pero me garantiza estar concentrado y disfrutar el proceso de escritura.

Iria: Alguno de los relatos breves del libro surgieron a partir del taller de escritura “Móntame una escena” y en más de una ocasión te hemos leído defender la participación de los escritores en un taller de este tipo. ¿Por qué crees que es tan importante?

Marcelo: A esta altura, los lectores se habrán percatado de que soy “carne de taller”. Nunca voy a lograr agradecer lo suficiente lo que tú, Iria, junto con Tomeu, y todos los compañeros de Literautas han aportado para que yo pudiera hacer lo que he explicado antes: desarrollar mi arte, con la empatía severa de los compañeros, para poder impulsarlo después. Es lo que yo intento aportar también a los compañeros, porque creo que mi caso es el de muchos, y hacerlo es también parte de mi propio aprendizaje y mi propio placer.

Yo no había escrito prolíficamente antes, por dos motivos: uno, haberme contado a mí mismo que no tengo imaginación; y si no tengo ideas, debe ser que no tengo lo que decir al mundo. Dos, no tener disciplina. En cuanto a la falta de ideas (que vale también para el aspecto de calidad, estilo, etc.), un taller es un marco que nos viene a demostrar que el talento puede ser desarrollado y las ideas pueden ser disparadas. Un marco donde podemos equivocarnos sin riesgo, y sin miedo. Como en todo, puede haber algunos con más inclinación o facilidad que otros, pero los que menos facilidad tienen lo pueden compensar con trabajo duro, y la calidad llega, porque se puede desarrollar. Y en cuanto al marco, en mi caso, este vino a compensar la falta de disciplina. Saber que en tal fecha (no antes, no después) se recibe la consigna, hasta tal otra (no más tarde) se envía el texto (de hasta cierto número de palabras, no más), en tal otra se leen los relatos, etc., puede parecer esquemático, duro, y hasta cruel, pero en mi caso, fue precisamente eso lo que me ha hecho escribir y escribir. Tener un relato nuevo empezado y terminado cada mes, para mí es un logro monumental. Así de sencillo. Me lo dio el marco, con sus reglas duras y con su gente cálida. Es una fórmula ganadora. Y no creo ser el único. El éxito creciente de “Móntame una escena” es la prueba.

Iria: Casi para terminar, ¿un libro que te apetezca recomendarnos?

Marcelo: Recomiendo dos libros que me gustan porque sus autores hacen lo que yo mismo aspiro a hacer: contar películas que atrapen. Que el lector vea la escena, sienta tensión y placer, y piense en los demás aspectos (sentimientos, valores y demás abstracciones) por sí mismo. Jugar a crear realidades extremas, compitiendo con un mundo que supera toda ficción. Uno que a mi gusto lo hace exquisitamente es el argentino Sergio Olguín en La fragilidad de los cuerpos. El otro autor, al que acabo de descubrir, es el español Javier Cosnava. Estoy leyendo su increíble serie El joven Hitler, que es una prueba, primero, de cómo la realidad puede superar la ficción y, segundo, también lo inverso: cómo se puede ficcionar la realidad de modo magistral, cómo se pueden contar los hechos más espeluznantes de la manera más amorosa, simple y hasta dulce, dejando al lector el tremendo dilema de qué hacer con semejante información.

Iria: Por último, para aquellos de nuestros lectores que se encuentren en Buenos Aires el próximo día 26, cuéntanos dónde será la presentación del libro y qué han de hacer para asistir.

Marcelo: Efectivamente, el martes 26 de septiembre realizo por fin la presentación de mi libro Hotel Paradise – Cuentos para leer sin red, de Editorial Furtiva. Será a las 20.00 horas en Vidal 2049, barrio de Belgrano en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Un estupendo escritor argentino, Marcelo Birmajer, me hará el honor de presentar el libro. Habrá también música: un coro, un trío, y mi hija Mai, de 15 años, que cantará en inglés, ¡y canta muy bien! Habrá también ágape con venta y firma de libros al final, para los que quieran. Es con entrada libre y gratuita. Si los compañeros argentinos del taller, por lo menos los porteños, asisten, para mí será una alegría inmensa. Será ponerles cara a los nombres, y estrecharnos en un primer abrazo. ¡Gracias, Iria!

Iria: Gracias a ti, Marcelo. Te deseamos toda la suerte del mundo con este libro y con los que estén por venir.

Ficha del libro:

Hotel Paradise. Cuentos para leer sin red, de Marcelo Kisilevski.

Sinopsis: La pluma desenfadada de Marcelo Kisilevski convierte a Hotel Paradise en el refugio ideal para encantarse nuevamente con el género cuentos. Un camping en familia que desnuda las verdaderas sensaciones de los acampantes, un concurso de talentos que promete salvarte de un futuro de pobreza, un carterista vidente que viaja en el transporte público, unas vacaciones con amigos de la juventud que los enfrenta a un dilema ético, un resort de lujo que no es lo que parece, son algunos de los relatos que pueblan el libro.

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