Literautas

Sin conflicto no hay historia (1ª parte)

“Lo importante es el conflicto”. Ésta es una de las primeras frases que recuerdo de las primeras clases de escritura a las que asistí hace ya muchos años y, desde entonces, la he vuelto a escuchar y a leer cientos de veces. ¿Pero qué es el conflicto exactamente?

Según el diccionario, un conflicto es un problema, un combate, un enfrentamiento, una lucha… ¿Esto quiere decir que para contar una historia tenemos que enfrentar a nuestros personajes en una batalla campal? No, en absoluto. El conflicto en la ficción literaria, aunque puede mostrarse como tal batalla (hay miles de historias basadas en batallas, guerras y enfrentamientos), es mucho más. El conflicto es lo que conduce la trama, lo que nos ayuda a empatizar con los personajes, lo que nos invita a seguir leyendo ante la intriga de cómo se resolverá finalmente. El conflicto da vida y profundidad a nuestra historia.

Ahora que hemos acordado ya la importancia del conflicto para una historia, vamos a profundizar un poco más en el tema. En el post de hoy hablaremos sobre los tipos de conflictos que existen en una historia. Además, en los próximos días publicaré una segunda parte analizando cómo podemos introducir el conflicto de forma natural en nuestros textos.

Personaje contra personaje

Es el tipo de conflicto más básico. Dos personajes (o dos grupos de personajes) tienen objetivos opuestos y luchan (muchas veces físicamente) para conseguirlos. Este conflicto puede plantearse de dos formas:

Protagonista(s) contra antagonista(s): la clásica lucha entre el bien y el mal o, lo que es lo mismo, los buenos contra los malos.

Protagonista(s) contra protagonista(s): no hay buenos ni malos, cada cual tiene sus motivos para luchar y el lector puede empatizar con personajes de ambos bandos.

Personaje/s protagonista/s (con el que empatizamos) contra personaje/s antagonista/s (es decir: los buenos contra los malos) o protagonista/s contra protagonista/s (no hay buenos ni malos, cada quien tiene sus motivos y el lector empatiza con personajes de ambos bandos). Las dos opciones son válidas. Dependiendo de la historia puede interesarnos más una, o la otra.

Personaje contra la sociedad

El protagonista o protagonistas se rebelan contra las normas establecidas. La sociedad es el antagonista en este caso, pero para ayudarnos a establecer un conflicto más evidente, podemos usar un personaje o grupo de personajes para representar a esa sociedad y concretar sus valores y motivos.

Ana Karenina, de Tolstói, es un personaje que se debate entre las férreas convenciones sociales de la época y sus sentimientos. Muchas veces durante la novela, la sociedad la representan personajes reales, amistades de los protagonistas.

Personaje contra lo sobrehumano

Ya puede ser contra los dioses, las fuerzas de la naturaleza, vampiros, fantasmas, demonios, el azar, el destino o las circunstancias de la vida… Ésta es una lucha a partes desiguales, un conflicto que parte con una clara desventaja hacia el protagonista, pero que nos mantiene en vilo precisamente por su dificultad. Ansiamos que lo consiga porque una victoria por su parte es una victoria para todos nosotros.

Personaje contra las máquinas

Un conflicto muy usado en el género de la ciencia ficción, del ser humano en batalla contra las máquinas que él mismo creó y que finalmente se rebelan. Este conflicto lo encontramos, por ejemplo, en la película Blade Runner

Otro buen ejemplo es la serie Battlestar Galactica, que empieza con un conflicto de humanos vs. máquinas. Sin embargo, a medida que avanzan los capítulos, esas máquinas se “humanizan” y se convierten en personajes principales, llevando la historia a un conflicto de personaje vs. personaje que la hace mucho más interesante.

El personaje contra sí mismo

Por último, quiero hablaros del que considero uno de los más importantes, pues al margen de cualquier otro conflicto en la historia, casi siempre deberíamos incorporar un conflicto de un personaje contra sí mismo. Esto no quiere decir que todos los personajes tengan que debatirse siempre entre grandes dilemas existenciales. Un personaje puede encontrarse en conflicto consigo mismo por asuntos más cotidianos o triviales, como elegir entre telefonear o no telefonear a un amigo para contarle que su pareja le está engañando.

Estas pequeñas batallas personales que todos llevamos dentro dan una nueva dimensión al personaje y a la historia, convirtiéndolos en algo más real y, por supuesto, más interesante.

En la lucha entre Darth Vader y Luke Skywalker en “El retorno del Jedi” hay un primer conflicto obvio de personaje contra personaje, dos fuerzas antagonistas liándose a a espadazos láser. Pero la escena funciona y nos mantiene enganchados no tanto por esta batalla como por los conflictos internos de cada uno de ellos. ¿Será capaz Luke de no dejarse llevar por el odio? ¿Podrá Darth Vader traicionar al emperador para salvar a su propio hijo? Eso es lo que se cuece realmente en la escena. Son los conflictos internos los que dan peso al enfrentamiento físico entre ambos personajes.

Bueno, y hasta aquí esta pequeña reflexión sobre los tipos de conflicto. ¿Qué os ha parecido? ¡Feliz escritura!

Entradas relacionadas:

Sin conflicto no hay historia (2ª parte)
Elementos clave para contar una historia: el incidente detonador
¿Cómo escribir una historia? Argumento, trama, estructura y suspense