Literautas

Érase una vez… Truman Capote

Tanto A sangre fría como Desayuno en Tifanny’s se encuentran entre dos de las lecturas que más he disfrutado y a las que me gusta volver de vez en cuando. Pero es el segundo del que guardo el comienzo con más cariño dentro de mi colección de principios de libros.

Tal vez sea porque la primera vez que lo leí me quedé enganchada desde la primera frase y no pude parar hasta terminarlo de una sentada, tal vez por la complejidad de su sencillez, porque me encantan las novelas que, con pocos personajes y aún menos escenarios logran contar historias geniales y profundas. Desayuno en Tifanny’s es una de esas novelas. Y aquí van sus primeras líneas:

Siempre me siento atraído por los lugares en donde he vivido, por las casas y los barrios. Por ejemplo, hay un edificio de roja piedra arenisca en la zona de las Setenta Este donde, durante los primeros años de la guerra, tuve mi primer apartamento neoyorquino. Era una sola habitación atestada de muebles de trastero, un sofá y unas obesas butacas tapizadas de ese especial y rasposo terciopelo rojo que solemos asociar a los trenes en día caluroso.

Y vosotros, ¿lo habéis leído? ¿Qué os parece este libro? 🙂