Literautas

Cómo escribir escenas que enganchen a tus lectores

Cuando hablamos de escritura de ficción, podemos decir que una escena es aquel fragmento de la obra que forma una unidad menor dentro de la trama, ya sea porque tiene unos mismos personajes, ya sea porque ocurre en un mismo escenario o contiene una misma acción.

Ahora bien, no todas las escenas son iguales. Según lo que ocurra en ellas, pueden ser etiquetadas como escenas de acción, escenas de reacción o escenas de ambientación. Conocer en qué se diferencian cada una de ellas nos ayudará a estructurar mejor nuestras historias y a manejar la tensión narrativa con mayor soltura.

Dicho esto, veamos con más detalle en qué consiste cada tipo de escena según esta clasificación:

Escenas de acción

Cuando hablamos de tipos de escena dentro de una historia, una escena de acción no significa que tenga que haber peleas, explosiones ni nada por el estilo. Lo que quiere decir es que nos encontramos en una escena en la que ocurre algo o, mejor dicho, en la que el personaje (o personajes) HACEN algo con el fin de conseguir su objetivo.

Por ejemplo, el detective va a la casa de un sospechoso para interrogarlo; o el héroe se apunta a clases de kárate para poder ganar la batalla final con su enemigo. Lo que sea. El caso es que tiene que suceder algo. En la escena hay un personaje con un propósito que lleva a cabo una acción.

La mayor parte de las escenas que escribamos en una novela o un guión han de ser de este tipo, para que la trama avance y el lector/espectador se mantenga enganchado a la historia. Ahora bien si todas las escenas de la trama fuesen de acción, no daríamos ninguna tregua a la historia y podría resultar agotadora. Para evitarlo es para lo que podemos recurrir a otro tipo de escenas, como las de reacción o las de ambientación.

Escenas de reacción

Las escenas de reacción son aquellas en las que el protagonista reacciona a algo que le ha ocurrido en la historia, mostrando al lector cómo se siente y/o cómo se comporta en esas circunstancias.

Por ejemplo, el héroe que se había apuntado a clases de kárate pierde un pequeño combate y se deprime, creyendo que ya no tiene nada que hacer.

En ocasiones podemos encontrarnos con escenas de reacción que terminan con un giro. Es decir, al final de las mismas, ocurre algo que hará que el personaje reciba un nuevo impulso para la siguiente escena (que será de acción).

Las escenas de reacción, como decía antes, ayudan a que la trama frene un poco y ofrecen un respiro tanto para el lector como para el personaje, pero no debemos abusar de ellas o la historia resultaría aburrida. Como casi todo en esta vida, el truco está en usarlas con moderación y en el momento justo.

Escenas de ambientación

Por último, podemos encontrarnos en menor medida con escenas de ambientación. Son aquellas en las que se resuelve un problema ajeno a la trama principal (que no hace avanzar la historia) o se aporta información sobre el mundo en el que se desarrolla la historia. En estas escenas no ocurre nada relevante para la trama (al menos en apariencia), aunque nos ayudan a desarrollar mejor al personaje y su mundo.

Este tipo de escenas debemos usarlas aún con mayor moderación que las anteriores, ya que no es que frenen el ritmo la trama, sino que lo detienen por completo. Puede ser un recurso interesante en algunos casos, pero analiza bien si te interesa recurrir a él. Si no es así, siempre puedes introducir la ambientación como pequeñas pinceladas dentro de una escena de acción o una escena de reacción.

Así que cuando revises la estructura de tu novela, analiza escena a escena y asegúrate de que la tensión narrativa mantiene un buen equilibrio entre acción, reacción y ambientación. Recuerda: debe existir un dominio de la acción y pequeñas pausas o respiros en los que los personajes reaccionan. De vez en cuando, si es necesario, puedes incluir una escena de ambientación.

¡Feliz escritura!