Literautas

Cómo conseguir que nuestros personajes gusten al lector

Hemos hablado en ocasiones de cómo dar profundidad a un personaje o cómo construir el arco dramático de nuestros personajes. Hoy quiero ir un paso más allá y hablaros de cómo conseguir que el lector se enganche a nuestros personajes.

Con esto no quiero decir que exista una fórmula mágica e infalible para la construcción de personajes que gusten a todo el mundo. Ni mucho menos. Si esto fuese posible, a todos nos gustarían los mismos libros y los mismos personajes, pero no es así.

Lo que sí existen son una serie de trucos o recetas a los que podemos echar mano cuando estamos dando forma a los protagonistas de nuestras historias para conseguir que nuestros lectores se enganchen a ellos.

La empatía del lector

Por norma general, suele decirse que la clave para que un personaje guste es lograr que el lector sienta empatía por él (o ella). Seguro que tú también lo has experimentado alguna vez al leer un libro o ver una película: te gusta ese personaje y lo comprendes porque es una “persona normal”, como tú. Te preocupa lo que le ocurre porque te identificas con él.

En principio, la meta parece clara: tenemos que conseguir que el personaje guste tanto a los lectores que sientan una empatía inmediata por él. Pero, ¿cómo lo hacemos? Porque no todos los seres humanos nos identificamos con lo mismo. Lo que a mí me causa empatía, a ti te puede dejar indiferente.

La clave está en buscar la simpatía del lector, no su empatía. Así te asegurarás de que pueda gustarle a todos (o al menos a casi todos, que siempre hay excepciones).

La simpatía del lector

En un plano diferente al de la empatía, tenemos la simpatía, mucho más amplia porque podemos sentirla incluso por personajes antagonistas o con cualidades negativas. Darth Vader, sin ir más lejos, cuenta con millones de admiradores en todo el mundo. Y no es el único malo que nos atrapa.

Está demostrado que cuando sentimos simpatía por el personaje nuestra implicación emocional en la historia es mayor. Si intentamos que nuestros personajes causen esta sensación en el lector, haremos que su lectura sea una experiencia más profunda y, por supuesto, el libro les gustará más.

«¿Y cómo consigo yo eso?», te estarás preguntando. No te preocupes. No es tan difícil porque hay una serie de trucos o recursos que podemos usar para conseguirlo:

1. Dale un don. O una cualidad excepcional. En este caso la simpatía se despierta a través de la admiración. Nos gusta la gente que es buena en lo que hace. Mejor aún: que sea el mejor.

Sherlock Holmes entraría dentro de este caso. Como ser humano, es de lo peor. No es la clase de persona que caiga bien, eso desde luego, pero nos fascina por lo bueno que es en su trabajo.

2. Ponle límites morales. Cualquier personaje, por cínico que nos parezca, por malo malísimo que sea, puede regirse por un código ético. ¿Cuáles son sus límites? ¿Qué es lo que no haría jamás? Si ese código se ajusta a unos valores que comprendemos o incluso que admiramos (por ejemplo, alguien que siempre hace lo correcto), simpatizaremos mejor con él.

3. Que padezca una injusticia. Si las cosas le van muy mal aunque no se lo merezca, el personaje ganará puntos a ojos de cualquier lector. No nos gustan las injusticias y simpatizamos enseguida con quien las sufre.

Eso sí, cuidado con que el personaje se pase todo el tiempo quejándose de su mala suerte porque puede provocar el efecto contrario: a nadie le gusta un quejicas. Suele gustarnos más alguien que se sobrepone y lucha, aunque no tenga posibilidades de ganar.

4. Haz que sea vulnerable. Aunque el personaje no lo sepa, si el lector ve que el personaje es vulnerable y en cualquier momento todo puede torcerse, se sentirá más atraído por él.

5. Haz que esté en peligro. Nada como la sensación de peligro inminente como para atraer la simpatía del lector. Este peligro puede ser físico o emocional, pero cuanto más graves sean las posibles consecuencias, más simpatía sentiremos por él.

6. Pica de aquí y de allá. No te limites solo a uno de los puntos anteriores. Si mezclas un par de ellos y, en algún momento de la historia, añades otro, tendrás un cóctel más interesante para lograr la simpatía del lector.

Por ejemplo, para mí el paradigma de personaje que causa simpatía es Dexter, un psicópata asesino en serie que miente a todo el mundo para conservar su identidad en secreto. En principio, no tendría por qué gustarnos un personaje así. Ciertamente es imposible que empaticemos con él de buenas a primeras porque es todo menos una persona normal.

Sin embargo Dexter tiene un código moral muy claro: él solo mata a los “malos”. Punto para él. Además, es muy bueno en su trabajo, el mejor; y fue víctima de una terrible injusticia en su infancia que nos ayuda a comprender su situación actual. Por todo esto, logra captar nuestra simpatía desde el comienzo y, posteriormente, cuando se encuentra en peligro porque alguien está a punto de descubrir su oscuro secreto, nos sorprendemos a nosotros mismos deseando que no lo descubran. Queremos que ese asesino en serie siga libre. ¿Por qué? Porque simpatizamos con él.

¿Qué os han parecido estos trucos? Y a vosotros, ¿qué características os gustan más en un personaje?