Literautas

El narrador en los diálogos

El diálogo pertenece a los personajes y cualquier intromisión por parte del narrador puede romper el ritmo o la magia del mismo. Sin embargo, omitir la explicación de quién habla en cada momento puede hacer que el lector se pierda (especialmente si es un diálogo largo o si hay muchos personajes) y esto puede resultar aún peor para la historia.

Ante todo, creo que como lectores nos hemos acostumbrado a ese tipo de acotaciones “dijo, respondió, preguntó…” y, siempre que estén usadas con moderación, las leemos de manera rápida, casi inconsciente. Son una marca que nos indica por dónde va el diálogo, nada más.

En consecuencia, he creado una pequeña lista de técnicas o “trucos” que pueden sernos de ayuda a la hora de emplear el narrador en un diálogo:

1. Lo bueno, si breve…

Ante todo, hay que tener en mente evitar todo lo posible el “dijo María”, “afirmó Miguel” o “preguntó él”. Es mejor usarlos lo estrictamente necesario. Y lo mismo ocurre con los adverbios o las explicaciones innecesarias. ¿Por qué? Bueno, imaginad un diálogo tal que así:

—Pásame la sal —dijo el padre secamente.
—Toma —dijo la niña pasándole la sal.
—¿Qué tal hoy en la escuela? —preguntó la madre mecánicamente.
—Ha venido un escritor a darnos una charla —respondió la niña con entusiasmo.

Como veis, el diálogo se hace mecánico y pesado. No tiene ritmo y el lector no podrá meterse bien en la historia. Si el personaje está hablando, deja que se exprese con su propia voz.

2. Es sólo una explicación

La palabra del narrador en el interior de un diálogo sirve sólo a título explicativo, no hay que crear un catálogo de sinónimos y palabras bien sonantes para evitar la repetición del “dijo”. En realidad es menos molesto que otras palabras, especialmente verbos complicados que el lector no comprenda a la primera.

En palabras del mismo Elmore Leonard: “Una vez me encontré en un libro de Mary McCarthy una línea de diálogo que terminaba con un ‘ella aseveró’ y tuve que dejar de leer para coger el diccionario”. Supongo que no queremos que pase eso mientras alguien lee nuestra historia.

3. Ayúdate de los vocativos

También con moderación, por supuesto, pero los vocativos pueden servirnos para indicar quién está hablando o a quién se dirige un personaje sin necesidad de añadir un “ella le dijo a él”. Por ejemplo, cogiendo el diálogo de antes:

—Pásame la sal.
—Toma, papá.
—¿Qué tal hoy en la escuela? —preguntó la madre.
—¡Ha venido un escritor a darnos una charla!

Como veis, he reducido la intervención del narrador a una sola ocasión gracias a un vocativo, cuando antes era necesario incluirlo en todas las líneas para entender la situación.

4. Cada oveja con su pareja

Y cada personaje con su forma de hablar. Esto es obvio. Una de las cosas más importantes a la hora de construir un diálogo es que cada personaje hable como debe hablar. Si lo logramos, el uso del narrador se hace menos necesario.

En ocasiones, de hecho, puede haber algún personaje que tenga una coletilla o una forma de expresarse más peculiar. Esto también puede ser útil para omitir el “dijo” porque su frase o expresión nos permiten identificarlo directamente. Eso sí, hay que usarlo con moderación, como todo.

5. Detente a contemplar la escena

Si el diálogo es muy largo, también podemos pararnos un instante y añadir una pequeña descripción de lo que ocurre para situar a los personajes en la escena. De otra forma, al final se convierten en simples voces.

Estas acciones de los personajes sirven también para introducir sus líneas de diálogo. Eso sí, hay que tener en cuenta que este recurso ralentiza el ritmo de la narración, aunque puede ser que, en ocasiones, nos venga mejor para la historia.

Volvamos al diálogo anterior que, aunque no es muy largo, nos puede servir como ejemplo también en este caso:


—Pásame la sal.
—Toma, papá.
La madre evitó la mirada del padre y miró a su hija, que disfrutaba de la comida ajena a la tensión que flotaba en el aire.
—¿Qué tal hoy en la escuela?
—¡Ha venido un escritor a darnos una charla!

Es un ejemplo un poco sencillo y hecho algo a prisas, pero creo que sirve para ilustrar lo que os comentaba.

Y estos son mis pequeños trucos para emplear (u omitir en muchos casos) al narrador en un diálogo. Cualquier otra técnica que se os ocurra, no dudéis en comentarla! 🙂

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