Literautas

Cómo superar el bloqueo creativo

Supongo que a muchos os habrá pasado alguna vez: quedarse en blanco a la hora de escribir; las ideas no aparecen y, las que lo hacen, nos parecen inservibles… Es entonces cuando entramos en ese círculo vicioso de no escribir por no tener ideas, y no tener ideas por no escribir. El tan temido bloqueo del escritor.

Hace años, cuando yo misma atravesé una etapa de sequía creativa, acabé descubriendo que lo mío era una mezcla entre cansancio, estrés, miedos e inseguridad. La mejor forma de solucionarlo fue cambiar ciertos hábitos de vida y enfrentarme a esos miedos, aunque no todos los casos se solucionarán así porque cada escritor es un mundo.

Pero hay unos cuantos trucos para identificar y superar el bloqueo creativo que sí son aplicables en general y quiero compartirlos con vosotros. Espero que, en caso de que los necesitéis, os ayuden tanto como a mí:

Que no cunda el pánico

No te obsesiones con el problema. Cuanto más te agobies intentando encontrar ideas, mayor será el bloqueo. Deja de darle vueltas porque ¡no es tan grave! Has tenido ideas antes y volverás a tener ideas en el futuro. ¿Que estos días no tienes ninguna? Bueno, no pasa nada.

De hecho, te diré un secreto: en realidad sí que tienes ideas. Siempre. Tu cabeza está llena de ideas, lo que pasa es que hoy, por el motivo que sea, no aciertas a verlas o las deshechas enseguida pensando que son basura. El problema del bloqueo no está en tu imaginación, sino en otro lugar. En el siguiente punto veremos dónde localizarlo.

Analiza el origen del problema

La mejor forma de solucionar un problema de creatividad es localizar el origen y atacarlo desde la raíz. De hecho, puede que sea la única forma.

Según Mark McGuinness (profesional que se dedica al coaching creativo), cada bloqueo tiene sus peculiaridades, con sus diferentes soluciones. Si queréis echarle un vistazo al artículo que ha escrito sobre el tema, está en inglés pero es muy interesante: 7 Types of Creative Block (and What to Do About Them).

Personalmente, creo que un bloqueo creativo puede tener diferentes causas y cada persona es un mundo, pero las más habituales pueden ser las siguientes:

1. Estrés o problemas personales. Es muy difícil ser creativo bajo estas circunstancias. Si, por lo que sea, estamos atravesando una etapa complicada a nivel personal o con mucho estrés por el trabajo, es probable que sintamos que la escritura no fluye bien.

Lo mejor que podemos hacer en estos casos es tomárnoslo con calma. No hace falta que dejes de escribir, pero no te presiones. Si te apetece, escribe un ratito por escribir, por desahogarte un poco. Y si no, no pasa nada. Son rachas. Ya pasará. Es más importante que centres tu energía en solucionar los focos de la ansiedad para poder seguir hacia adelante.

2. Inseguridades y miedos. Otro motivo bastante frecuente para el bloqueo creativo es que empecemos a sentir dudas sobre nuestras ideas y lo que escribimos. Todo nos parece malo, mediocre, inservible, nos sentimos mal con nuestra escritura y nuestras ideas. Al final lo único que conseguimos es no escribir nada.

Este fue uno de mis problemas en el pasado, así que lo conozco bien, y sé que es difícil porque la única solución para vencer al miedo está dentro de nosotros mismos. Hay que darse cuenta de que todos esos fantasmas interiores que nos acechan al escribir no son más que eso: fantasmas. ¡Ignóralos!

Al respecto de este tema de los miedos y los pensamientos negativos, el especialista en productividad Alfonso Alcántara escribió en su blog un artículo muy interesante sobre la metáfora del autobús: todos somos conductores de nuestro propio autobús y llevamos sentados en la parte de atrás a nuestros miedos. Si tenéis un ratito, os recomiendo echarle un vistazo: La inútil lucha diaria contra los pensamientos negativos.

3. Autoexigencia extrema. Nada de lo que hacemos nos parece lo suficientemente bueno, nos obsesionamos con querer hacerlo mejor, con una idea más brillante y, de nuevo, lo único que logramos es no escribir nada en absoluto.

El origen de este problema es el mismo que el anterior. Esa exigencia, ese perfeccionismo extremo, es otro de los pasajeros del autobús del que nos habla Alfonso Alcántara en su blog. La solución es similar: deja de obsesionarte con ello, deja de escuchar a esa voz interior que te da la lata.

Disfruta de la escritura, intenta hacerlo lo mejor que puedas, reconoce tus puntos fuertes (que los tienes) e intenta fortalecer tus puntos débiles, pero sin obsesionarte. No tienes que ganar el Nobel de Literatura (al menos no por ahora) ni tienes que demostrarle nada a nadie. Lo único que tienes que hacer es ¡divertirte escribiendo!

3. Cansancio: si, por el motivo que sea, no descansas bien y tu cuerpo no está como tiene que estar, tu cerebro tampoco podrá ser tan productivo como tú le pides que sea. Dormir las horas necesarias y unos hábitos de vida saludables son la mejor receta para una vida creativa. Así de simple, y así de complicado.

4. Agotamiento mental. Nuestros cerebros son maravillosos, capaces de cosas que a veces nos sorprenden a nosotros mismos, pero también tienen sus límites. Después de una etapa muy productiva (como, por ejemplo, tras escribir una novela o al terminar un período de estudio muy intenso) es posible que esté agotado y no tenga ganas de producir más ideas.

¡Deja que descanse! Es una buena temporada para alimentar al cerebro y dejar que repose: leer, ver películas, pasear, visitar sitios nuevos, aportarle estímulos diferentes… Así se irá recuperando y, antes de que nos demos cuenta, estará a tope de nuevo.

Relájate y diviértete

Al igual que el cuerpo ha de estar descansado y sano, una actitud alegre y optimista ayuda a que la creatividad fluya mejor. La buena noticia es que esa actitud se basa en hábitos, se puede entrenar. Empieza por sonreír, ahora mismo. Fíjate en cuál es la expresión de tu cara y cámbiala hacia una sonrisa. Sonríe todo lo que puedas a lo largo del día, hasta que acabes haciéndolo sin darte cuenta.

Intenta relajarte, dedica tiempo a aficiones distintas a la escritura (si no tienes ninguna, ¡ya te puedes poner a buscar! Porque cuando llegue el momento en que te dediques profesionalmente a escribir, vas a necesitar una vía de escape). La mejor forma de no obsesionarse con escribir cuando estamos bloqueados es desconectar, hacer otras cosas que nos distraigan.

Lee en lugar de escribir

Si hagas lo que hagas no puedes escribir o estás bajo una situación estresante, dedica el tiempo de la escritura a leer. Lee mucho más de lo habitual, todo lo que puedas. Lee, por supuesto, a autores que suelan darte ganas de escribir cuando los lees.

Yo, en esas temporadas en las que me cuesta más escribir, suelo recurrir a los cuatro autores que más me estimulan: Bradbury, García Márquez, Murakami y Auster. ¿Cuáles son los vuestros?

Prueba la escritura terapéutica

Hay una forma de escritura automática que puede ayudar en determinadas circunstancias, y es echarse a escribir para desahogarse. Escritura automática de la de verdad, no con la finalidad de escribir historias sino de soltar lo que nos esté atenazando por dentro: pueden ser miedos, rabias, odios, cansancios, enfados, frustraciones… Lo que sea.

Empieza a escribir las primeras palabras que se te ocurran, lo que te esté quemando por dentro. Ponlo todo sobre el papel sin preocuparte lo más mínimo por el estilo o la calidad literaria. De hecho, lo mejor que puedes hacer en cuanto termines de escribirlo es leerlo, analizarlo para intentar comprender mejor qué se cuece dentro de esa cabecita tuya, y luego destruir el papel. Quémalo como acto simbólico y haz borrón y cuenta nueva.

Escribe una entrada en tu blog

¿Que no tienes blog? ¡Pues a hacer uno ya! Es lo mejor para esos días o semanas en que la escritura no fluye bien: escribir una entrada que no sea una historia de ficción, hablando de cualquier tema.

Puede ser un post sobre el bloqueo creativo, sobre la situación política en las Maldivas o sobre lo mucho que te gustan las palabras esdrújulas. Da igual. El caso es escribir una entrada de al menos quinientas palabras para demostrarle a tu cerebro que todavía puedes escribir y que es mejor que se deje de tonterías.

No sobrevalores las ideas

En general, solemos darle demasiada importancia a las ideas, mucha más de la que tienen en realidad. Esta es una buena lección que he ido aprendiendo poco a poco a base de escuchar y observar: las ideas no son tan importantes. Hay cientos de libros basados en la misma idea, y son distintos. No te obsesiones con las ideas. Prueba a escribir cualquier cosa, aunque te parezca una tontería.

Si estás en una etapa en la que te parece que no tienes ideas, prueba a practicar técnicas literarias, a fortalecer tus puntos débiles. Pueden ser la puntuación, las descripciones, los diálogos… Lo que sea. Aprovecha y practica.

Sal de tu zona de confort

Si hay un estilo o un género en el que te sientas cómodo y suelas escribir siempre, intenta salir de ahí. Prueba cosas nuevas: escribe algo fantástico, o un relato de detectives, o algo para niños… No sé. Algo que se diferencie mucho de lo que sueles hacer.

Si lo haces, tu cerebro podría decir: “uy, no me gusta esto, no me siento cómodo. Vale, vale, me dejo de tonterías. Yo vuelvo a comportarme como siempre si tú vuelves a nuestro estilo habitual”, o bien puede que se estimule ante la perspectiva de algo nuevo y las ideas surjan como antes. Cualquiera de las dos opciones nos vale.

Utiliza un disparador creativo

Otra forma de poner en marcha la escritura cuando no se nos ocurre nada, es emplear disparadores creativos y lanzarnos a escribir lo primero que se nos ocurra. Por ejemplo, prueba a coger una serie de palabras al azar y escribir un texto que las contenga todas. O bien un disparador de primeras líneas y continúa escribiendo a partir de ahí.

Por si ayuda, aquí os dejo un par de ejemplos de la app de iDeas para Escribir:

Cinco palabras:
Armario, retrato, beso, venganza, miedo.
Pacto, nostalgia, autobús, jardinero, prisa.
Poder, pájaro, soledad, armadura, hereje.
Infamia, cadáver, montaña, curiosidad, tejado.

Primeras líneas:
Recordó su advertencia y ocultó las pruebas…
Recibió un extraño paquete el día de la boda…
El pirata escuchó un aullido…
Al actor le sorprendió el mensaje…

Y vosotros, ¿habéis sufrido alguna vez el bloqueo del escritor? ¿Cómo lo superásteis?

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