No me puedo creer que en todo este tiempo que llevamos con el blog todavía no os haya hablado de una de mis herramientas imprescindibles para escribir: mis cascos anti-ruido.
Sí, sí, lo sé. Resulta raro pensar en esos aparatosos cascos que llevan en las obras para protegerse de los ruidos como una herramienta de escritura; pero funcionan.
Aunque algunos escritores pueden trabajar incluso en una calle comercial en hora punta, otros tenemos problemas de concentración a causa de las interrupciones y el ruido.
Para las interrupciones, ya publicamos hace tiempo una posible solución gracias al colgador de “no molestar, escritor trabajando”. Pero el ruido al otro lado de la puerta (o en los pisos vecinos), es otra historia.
Durante algún tiempo tuve que sufrir los gritos y golpes de los hijos de mis vecinos como una maldición a la hora de escribir; hasta que un buen día, en una entrevista al escritor Quim Monzó, apareció la solución: parece ser que a él también le cuesta concentrarse y para ello usa unos cascos anti-ruido.
Tras meditarlo un poco y sufrir un par de sesiones de escritura entre gritos, me animé a probarlos… y mereció la pena. En cuanto me pongo los cascos, mi capacidad de concentración se multiplica. Son tan eficaces que ya los uso incluso cuando no hay ruido, porque trabajo mejor. Además, aunque tenía mis dudas al respecto, no resultan incómodos.
Si alguno de vosotros también tiene problemas con el ruido, le recomiendo que pruebe estos cascos (podéis haceros con unos en cualquier ferretería o tienda de bricolaje por menos de diez euros) o los incluyáis en vuestra próxima lista de regalos.
Eso sí, tened en cuenta que las imágenes que dejéis para la posteridad en vuestras mesas de trabajo serán de todo menos elegantes. Para muestra, esta foto en la que aparezco trabajando en la novela con la que estoy ahora:
¡Lo que tiene que hacer una para escribir tranquila! ¿Y vosotros? ¿Tenéis problemas con el ruido a la hora de escribir? ¿Usáis algún otro sistema para evitarlo?
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