Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Tricolor - por Juan F. Valdivia

Web: http://juanfvaldivia.wordpress.com/

Desperté inmerso en una luz tan intensa que, incluso cerrando los ojos o tapándolos con las manos, anegaba mis retinas. El resplandor, de un blanco absoluto, lo llenaba todo.
Me descubrí desnudo y descalzo, aunque no sentía frío. Bajo mis pies notaba un suelo extraño. Parecía compuesto de algo similar a cenizas finas o harina, entremezclada con guijarros irregulares. Cegado por el resplandor me resultaba imposible concretar su naturaleza.
–¿Hay alguien ahí? –Grité. Nadie me respondió. Un silencio absoluto cubría el paraje.
Podía quedarme a esperar o buscar una salida. Opté por lo segundo. Durante un tiempo recorrí a tientas la nada blancuzca. Los únicos sonidos que quebraban el silencio los provocaban mis pies al remover los guijarros del suelo.
En un momento dado me detuve: había creído oír algo. Presté atención y allí estaba, un sonido distante. Parecía una especie de castañeteo, como un pico abriéndose y cerrándose con fuerza. También me di cuenta de que el sonido iba acompañado por algo más: una mancha negra flotando en la nada. Se movía a velocidad pasmosa de izquierda a derecha, de arriba a abajo. A esa primera mota se unieron otras. Los cloqueos se multiplicaron. Y se acercaron.
Una mancha se abalanzó sobre mí. Trastabillé tratando de esquivarla y caí. El punto reaccionó desviando su trayectoria. Ahora parecía rehuirme. Yo sudaba: notaba el cuerpo impregnado de polvo y guijarros. Agarré uno y lo palpé. Poseía forma cilíndrica y delgada, algo curvada. Un extremo parecía romo pero el otro estaba astillado. Pesaba muy poco. Una súbita repulsión mi hizo arrojarlo.
Las manchas revoloteaban a mi alrededor.
Palpé el polvo buscando otro guijarro. Encontré uno mucho más pequeño, con un extremo pulido y otro quebrado y cortante. De repente lo supe: era un diente. Y lo de antes… ¿una costilla? Por dios, ¿dónde estaba?
Los puntos negros redoblaron sus chasquidos. Su número había aumentado a cientos, miles, incluso más. Cacareaban excitados mientras surcaban la luz dejando tras ellos rastros grises y efímeros.
Sin previo aviso sentí un dolor gélido y punzante en el costado. Me giré y creí ver cómo huía un punto negro. Me toqué donde me dolía. Noté calor y humedad. Seguía sin poder ver nada pero estaba seguro de que sangraba. La mota me había picoteado desgarrando la piel.
El ataque se repitió. Una horda de puntos se lanzó sobre mí. Me levanté y traté de huir, pero ¿adónde? La nada me rodeaba. No existía refugio alguno.
Los puntos negros se multiplicaban. Sus estelas teñían la blancura de gris. Ya no había silencio, sólo una cacofonía de castañeteos. Me acosaban mordiendo mi carne, arrancándome alaridos de dolor.
Corrí, tropecé, me levanté y seguí corriendo.
Notaba cómo innumerables y diminutos picos me desgarraban. No resistiría mucho. Reducidas a un amasijo de músculos sangrantes mis piernas acabaron por ceder y caí de bruces al polvo, que junto a numerosas esquirlas se introdujo en las heridas. Gimiendo desesperado intenté levantarme y seguir huyendo, pero no pude. Estaba exhausto. No podía negarlo: había llegado el final.
La tormenta negra había devorado el resplandor blanco. No quedaba el menor rastro de luz, sólo oscuridad, frío, dolor y el continuo chasquido córneo de esas criaturas. Rendido esperé a que me redujeran a huesos desnudos. Acabaría uniéndome a los restos que alfombraban el suelo.
Las manchas negras siguieron devorándome. En aquella negrura absoluta mi existencia se redujo a dolor y frío. Los cloqueos lo llenaban todo, un sonido sólido entretejido con la oscuridad.
Cuando creí que mi dolor no podía aumentar los cacareos retrocedieron. El silencio regresó. Reducido a huesos descarnados, sabía que ya no tenía ojos con los que ver, oídos con los que escuchar ni músculos con los que moverme. Pero de alguna manera vivía. Vivía, veía y escuchaba. El silencio ahora poseía un matiz tenso, aterrador. Expectante. ¿Qué iba a suceder?
Una risa engolada resonó en la distancia. La siguió un fugaz aunque enorme resplandor rojo. El destello se repitió. Se movía. Escuché una nueva carcajada, ahora más cercana. Procedía de otra garganta.
Vi un segundo resplandor… y luego muchos más, todos de un rojo encendido y acompañados de risotadas. Llenaban las tinieblas. Uno de ellos se acercó. Al contrario que el primer punto negro, éste no dudó y se lanzó sobre mí. Ya no quedaba nada que rapiñar, sólo huesos.
¿Sólo?
No. El horror me dominó. Sentí cómo unos dientes afilados y salvajes se clavaban en mi alma y la masticaban.
No tenía garganta pero aun así grité. Y grité.
Y grité.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

10 comentarios

  1. Hola.

    Ya están visibles en mi web los comentarios que ha recibido este ‘Tricolor’: http://juanfvaldivia.wordpress.com/2014/11/28/comentarios-a-tricolor/

    Otra vez positivos, y esta vez incluso un lector dice que el cuento le ha recordado a Stephen King. Más gasolina para el ego.

    Si alguno desea difundir este cuento (o otro mío) en web o ante editores bienvenido sea. Si pudiera se lo pagaría, pero como soy pobre sólo se lo agradeceré 😉

    Un saludo.

    Escrito el 28 noviembre 2014 a las 13:04
  2. 2. Wolfdux dice:

    ¡Bravo!

    Escrito el 28 noviembre 2014 a las 17:06
  3. 3. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    Como te he reconocido siempre, que forma de narrar posees, enhorabuena. y como gasolina para tus egos te doy un millón de felicitaciones. Si merezco vuelto ya me las daras en mi escrito “El Domo” #40.

    Escrito el 29 noviembre 2014 a las 00:04
  4. He de confesar que hace unos años tuve una pesadilla recurrente en la que me encontraba en una especie de nada blanca brillante como la que tu describes, afortunadamente la pesadilla se quedaba ahí y ningún ser venía a comerme…
    Me parece una narración brillante, no decepcionas.

    Un abrazo, ¡nos leemos!

    Escrito el 29 noviembre 2014 a las 16:48
  5. 5. Roger/NHICAP dice:

    Hola Juan,
    Me presento ante el ESCRITOR, me quito el sombrero, me arrodillo e inclino la cabeza en señal de admiración y respeto.
    Enhorabuena y mucha suerte.
    Un abrazo

    Escrito el 29 noviembre 2014 a las 17:57
  6. 6. Chiripa dice:

    Caráchole Juan! Mejor dicho, “chapeau” Este si que es un cuento de terror. Eso de que te coman hasta el alma es terrible. ¡Que miedo!

    Excelente narración. ¡Como describes, vale! Para mi ya eres un Master escripturum.
    Enhorabuena, Juan.

    Me complacería pasaras por mi relato @
    https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-20/2044 y me dieras unas clasecitas.

    Escrito el 1 diciembre 2014 a las 02:11
  7. 7. Aurora Losa dice:

    Estoy agotada, en serio. Es una escena muy bien construida.
    Confieso que el comienzo, en una superficie blanquecina y llena de guijarros, me recordó a una escena de la tercera película de Piratas del Caribe, pero ya me hubiera gustado que este texto fuera una aventura de Jack Sparrow y no un relato aterrador sobre un descenso a los infiernos.
    Has logrado que me estremeciera con cada paso.
    Enhorabuena de nuevo por un trabajo lleno de simbología y muy bien compuesto.

    Escrito el 1 diciembre 2014 a las 11:27
  8. 8. José Torma dice:

    Que tal Juan?

    Creo que por la tematica, las referencias a Stephen King eran inevitables, yo estaba imaginando un universo tipo Langoliers. Me gusta el contraste con otro relato en este taller donde le oscuridad es absoluta, aqui la substituyes por una blancura total. Yo siempre imagine el infierno como rojo, tu me lo presentas como blanco.

    Muy bueno, lo disfrute y goce al leerlo.

    Saludos y muchas felicidades.

    Escrito el 4 diciembre 2014 a las 19:14
  9. Hola a todos.

    Llevo unos días de lo más liado, y lo que me espera. Tanto que no sólo no me ha dado apenas tiempo de pasarme por aquí, sino que no voy a participar en el taller de este mes (por primera vez desde que lo descubrí).

    Muchas gracias por vuestras palabras: me alegra saber que al menos a siete personas les ha gustado 😉

    Un saludo,

    Juan.

    Escrito el 5 diciembre 2014 a las 09:39
  10. 10. Wolfdux dice:

    Lamento leer lo del taller, espero que sea por buenos motivos.

    ¡Un abrazo!

    Escrito el 5 diciembre 2014 a las 18:55

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.