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El engaño - por Laurindiel

Web: http://frominsidelaurindiel.blogspot.com

Estaba sentada, con la espalda apoyada sobre el tronco del viejo roble del bosque. La encontró por instinto, como si ella, desde la distancia, le hubiera estado guiando mentalmente. Se acercó y la llamó por su nombre, pero sabía de antemano que no le iba a contestar. Tenía la mirada perdida en el infinito. Entonces, bajó la mirada al suelo, y descubrió el espejo que ella llevaba siempre consigo, en su bolso, completamente hecho añicos y empapado en sangre, en su sangre. Se había cortado las venas.

Se sentó a su lado y cogió un trozo de cristal. Se miró y vio sus ojos reflejados. No estaba llorando, no era capaz. Sin embargo, estaba destrozado por dentro, como si dentro de sí se hubiera abierto un enorme agujero negro que estuviera absorbiendo todos sus sentimientos y lo estuviera consumiendo a pasos agigantados.

Entonces, procedió a hacerlo. Acercó el cristal a la vena de su muñeca, y penetró en la piel y en sus vasos sanguíneos. No le dolió, era incapaz de sentir nada, pero la sangre comenzó en seguida a salir a borbotones. “Espérame, voy contigo”, pensó, y le cogió la mano para no volver a soltársela nunca más.

Mientras notaba que las fuerzas le flaqueaban, y a medida que el sueño eterno comenzaba a atisbar, no pudo evitar pensar en lo sucedido, en cómo ese vil y ruin ente, porque no podía denominársele de otra manera, les había destrozado la vida. Su único objetivo era ese, destruir la vida de las personas felices por medio de las mentiras y el engaño. La satisfacción que iba a obtener cuando los viera muertos allí, en el bosque, iba a ser mayúscula. Aunque eso, en estos momentos en los que asía la mano de su amada fallecida, le daba igual.

Siempre pensó que estaban destinados a encontrarse. Desde que sus miradas se cruzaron, no volvieron a separarse nunca, hasta que él tuvo que emprender un peligroso viaje, en busca del remedio para la enfermedad de su padre. Ahí fue cuando la araña comenzó a tejer su tela, la que finalmente les había atrapado y en la que habían caído como moscas. Era solo cuestión de tiempo que él fuera devorado finalmente.

Todo comenzó durante los preparativos del viaje. El estado de nervios y la tensión generada por lo que iba a hacer influyeron en que se alejase un poco más de ella, puesto que necesitaba concienciarse debidamente y estar decidido a llevar a cabo su misión. Fue en esos instantes cuando ese vil engendro de la naturaleza empezó a destruirlos. Por medio de mentiras, de dimes y diretes, y de diversas triquiñuelas, consiguió, finalmente, que él partiera convencido de que ella ya no le quería, y de que el culpable de todo era él, por haberla dejado apartada de su mundo.

Durante ese viaje lloró como nunca antes lo había hecho. Por eso cuando la había visto muerta, se sentía incapaz de derramar ninguna otra lágrima. Estaba seco por dentro. Fueron cuatro meses de agonía, de vagar hacia un destino hacia el que solo las piernas lo transportaran, pero no su mente. Divagaba y sufría con la situación, la echaba de menos, y lo peor de todo era que sentía una culpabilidad dentro de sí que le hacía insufrible el camino.

Poco sabía él, en ese trayecto, que ella había estado en sus mismas circunstancias. También había sido envenenada por ese gusano mal parido, también le había contado que no la quería, y, pasado un tiempo, y a sabiendas de su desazón, le había comunicado que había muerto en el trayecto. Eso fue lo que la atravesó por dentro, al igual que había hecho el cristal de su espejo con su muñeca. La consecuencia de esa falacia, había sido su muerte.

Él se enteró en cuanto llegó al pueblo. La noticia había corrido como la pólvora, y los vecinos estaban tan asombrados al verle que no dudaron en contarle lo sucedido. Así que, con su padre recuperándose, fue a casa del autor de su mal, del culpable de su muerte, y sin mediar palabra, en cuanto abrió la puerta, lo atravesó con un cuchillo y le dejó desangrarse como lo que era, un cerdo.

Le buscarían, ¿qué más daba? Ahora estaba donde quería estar, con aquella que nunca le debió ser arrebatada.

Notaba que le llegaba el último aliento de vida. Con las últimas fuerzas, giró su cabeza y se quedó mirándola. Así estaría eternamente.

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6 comentarios

  1. 1. Leosinprisa dice:

    Hola Laurindiel, vaya historia mas triste que nos has contando y no por ello desmerece la pena de ser comentada.

    Durante todo el relato he creido que sería algún ser maléfico que caminaría entre los bosques, urdiendo sus maldades y engañando a cuantos se cruzasen en su camino, estilo duendes o cosas parecidas, para luego descubrir que no era sino un vecino mas de los que convivian en su comunidad. Eso me ha sorprendido, por su cotinadiedad.

    Has hecho una compleja narración, con lo que yo creo un buen resultado final y no he encontrado errores en tu texto que a mi entender puedan ser subsanados.

    Un saludo.

    Escrito el 18 diciembre 2015 a las 10:39
  2. 2. Elvi dice:

    Es una historia de amor que transcurre en drama y te deja el alma partida en mil pedazos.
    El relato del suicidio es sobrecogedor, bastante realista.
    Lo he leído varias veces y me mente lo hace deprisa , porque me duele. Si tu querías lograr ese efecto, te felicito.
    Para hacer la historia menos cruda, yo hubiera ampliado el final.
    El texto este escrito correctamente.
    Un abrazo lleno de alegría y paz.

    Escrito el 19 diciembre 2015 a las 10:38
  3. 3. MM Ariel dice:

    Hola Laurindiel,

    ¿Nombre élfico?. Bueno al grano. Una historia muy cruda y triste. Creo que lograste un tono melancólico en tu relato. La historia se lee fácil y los párrafos están bien construidos. Solo me encontré con algo que me dejó confundido: El protagonista mata al culpable de sus desdichas al llegar al pueblo, pero en otra parte dice que él llegará y sentirá satisfacción al ver al protagonista y su amada muertos en el bosque. ¿Como puede ser esto si ya estaba muerto?.
    Buen trabajo. Felices fiestas.

    MM Ariel

    Escrito el 21 diciembre 2015 a las 19:42
  4. 4. Alicia Florrick dice:

    Relato soberbio. Si hubiese que poner un pero lo de la satisfacción del “cerdo” al que el protagonista acuchilla antes de suicidarse…. Quizá no sea necesaria explicación para mentes más elevadas?

    Escrito el 22 diciembre 2015 a las 20:05
  5. 5. beba dice:

    Hola, Laurindiel:
    Sobre gustos… Así que dejo de lado el argumento, aunque reconozco que lo has manejado muy bien; y aplaudo tu excelente y pulcro manejo del lenguaje.
    Felices Fiestas.

    Escrito el 28 diciembre 2015 a las 02:32
  6. 6. Marcelo Kisi dice:

    Hola Laurindiel!
    Primero gracias por tu comentario a mi relato, me alegro que te haya gustado.
    El tuyo me gustó, escribes de un modo sencillo y cotidiano, sin rebusques. Eso es muy bueno.
    Te aportaría dos cosas: una es lo que te marcó MM Ariel, en cuanto a que hay saltos o cosas extrañas en el argumento. La primera es la de matar a la persona maligna y luego pensar que disfrutaría con la muerte de la pareja. Pero hay otra más: al principio nos cuentas que llegó y la vio sentada contra la pared, muerta y desangrada. Es lo qeu solemos ver si llegamos primeros a ver una persona que se acaba de quitar la vida. Luego llegará la policía, en algún momento se llevarán el cadáver y en otro momento lo enterrarán. Sin embargo no es eso lo que ocurrió; nos cuentas que a su llegada los vecinos le contaron al joven lo ocurrido, y él fue y encontró el cadáver de su amada ahí tirado. O sea: en la aldea ya se sabía pero todos dejaron el cadáver ahí? No es imposible si es una aldea de “cerdos”, pero parece no creíble, como extraño. Te invito a revisar esas cuestiones.
    El segundo aspecto es el de la “visibilidad”. Es más difícil de explicar, pero es como si la escritura fuera “general”, no concreta. Yo sentí que veía la escena a través de un vidrio esmerilado. Es la famosa dicotomía entre “contar” y “mostrar”, donde tú nos cuentas más de lo que nos muestras. El espejo, la sangre, son “mostrar”, pero “vil y ruin ente” nos lo puedes decir una vez; luego sería mejor contarnos quién era esta persona, pero todo lo que sabemos es que era un “gusano mal parido”, un “cerdo” y otros epítetos, pero no sabemos quién es, qué hizo exactamente, qué dijo. Para hacer el relato más “fotogénico”, la técnica de mostrar es relatar acciones e introducir diálogos donde “veamos” por nosotros mismos la maldad de esta persona y sus intenciones.
    Espero que estas observaciones te sirvan porque escribes con mucha gracia y un bonito estilo.
    Abrazos y felices fiestas!

    Escrito el 28 diciembre 2015 a las 21:47

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