Literautas

Decálogo para crear personajes protagonistas

En el post anterior os hablaba sobre cómo dar a conocer a nuestros personajes. Como es un tema que me gusta mucho y me parece interesante para desarrollar cualquier historia, quiero seguir hablando un poquito más sobre él a través de este decálogo que he preparado sobre la creación de personajes: cómo crear protagonistas multidimensionales y que gusten al lector.

El protagonista es el personaje principal de una historia, el que da el impulso a la acción y a través del cual se viven los hechos. En una misma historia puede haber uno o varios protagonistas (incluso existen casos donde se cambia de protagonista en medio de la historia, como ocurre en Psicosis). En el caso de haber varios protagonistas en una narración, existen dos formas de clasificarla:

Historia con protagonistas plurales: todos los personajes protagonistas comparten un mismo objetivo y sufren las mismas consecuencias y beneficios en la lucha por alcanzarlo. Es el caso por ejemplo, de la serie El Equipo A, Los doce del patíbulo o la saga de historias juveniles de Los Cinco.

Historia con múltiples protagonistas: todos los personajes protagonistas de la historia tienen objetivos individuales y sufren consecuencias y beneficios de forma individual, a veces incluso el beneficio de uno es el sufrimiento de otro. Este tipo de protagonistas se da, por ejemplo, en la tan de moda Juego de Tronos o en la serie de ciencia ficción Battlestar Galáctica, donde, a pesar de tener todos un objetivo general de alcanzar la Tierra, cada personaje tiene sus propios objetivos en una trama mucho más compleja.

Al margen del número de protagonistas en una historia, hay una serie de puntos que nos ayudarán a construirlos y a partir de ellos he desarrollado el decálogo que os comentaba con los diez aspectos que debe tener todo personaje protagonista para gustar al lector. Los protagonistas deben ser

1. Diferentes y únicos

Todos los personajes de la historia han de ser diferentes, distintos entre sí, tanto en las historias con varios protagonistas como las de uno solo. A través de los distintos personajes hay que buscar el complemento (personajes que se complementan entre sí y forman un equipo, un todo) o el contraste y la confrontación (las tensiones entre personajes generan conflictos, y ya sabéis que CONFLICTO es igual a HISTORIA).

2. Coherentes

Todo personaje ha de ser, además de coherente con la historia a la que pertenece, coherente consigo mismo y su forma de ser. Nada chirría más que ver a un personaje al que conoces actuar de una manera que no le corresponde sin justificación alguna. Por ejemplo: un personaje que es altruista y desprendido, caritativo, de pronto le contesta de forma desagradable a un anciano que le pide que le ceda su asiento en el autobús. También podemos ver como ejemplo el caso opuesto: un personaje avaro, egoísta, mezquino y ruin que, sin un detonante o una justificación dentro de la historia, se muestra de repente generoso con sus semejantes.

3. Sorprendentes

Sin dejar de lado la coherencia que comentaba en el punto anterior, el personaje ha de sorprender con sus acciones. Es decir, actuando siempre dentro de una forma lógica, esperable según su carácter o su bagaje, no debe resultar previsible o será aburrido.

4. Contradictorios

También es bueno que el personaje tenga contradicciones, conflictos internos. Nos gusta (y nos sorprende, en relación con el punto 3 del decálogo) que un personaje dude o se plantee sus objetivos por un problema moral. Como lectores, esto nos ayuda a ponernos en su lugar y nos hace la experiencia de la lectura más gratificante y enriquecedora.

Por ejemplo (ojo spoilers!! Si no has leído el El conde de Montecristo salta directamente al punto número 5 o deja este post y vete a leerlo inmediatamente porque te estás perdiendo una gran obra). Bueno, y aquí va el spoiler: cuando Edmond Dantés conoce al hijo de su enemigo y empieza a tomarle afecto, surge un fuerte conflicto interno entre sus deseos de venganza y sus sentimientos. Es una de las partes con más fuerza de toda la novela.

5. Activos

Al igual que el conflicto, la acción es fundamental para la historia. Si el protagonista es un ser pasivo, no hace nada, no nos interesa en absoluto. El protagonista tiene que hacer cosas, aunque sea por obligación o sólo de manera psicológica, el conflicto y los hechos lo empujan a la acción.

6. Motivados

Un protagonista puede provenir de ámbitos muy distintos que resulten desconocidos para el lector, pero tiene que tener una motivación, un objetivo, sueño, deseo o meta universal, que sí sea comprensible e identificable para el lector (amor, poder, venganza, lealtad, supervivencia…). Además, sin motivación, tampoco hay motivo para la acción.

En este punto también cabe distinguir dos tipos de motivaciones: la superficial (que el personaje sabe de forma consciente que persigue) y la profunda (que el personaje desconoce pero persigue de forma inconsciente y le hace evolucionar mucho más que la consciente).

Por ejemplo, el personaje de Star Wars Han Solo tiene unas motivaciones conscientes, que son egoístas (el dinero y salvar el propio pellejo). Sin embargo, a la hora de la verdad (y esto es otro punto importante a tener en cuenta: bajo presión es cuando se muestra la verdadera naturaleza de un personaje) le traiciona su motivación inconsciente (el compañerismo) y se arriesga por salvar a sus compañeros. Esta motivación es la que le hace evolucionar y acabar convertido en un héroe de la rebelión.

7. Morales

Los personajes protagonistas deben regirse por un código moral o ético. Esto no quiere decir que tengan que ser santos ya que no todos los códigos morales son iguales y lo que para mí es ético para otra persona puede no serlo.

Lo que significa eso es que, como escritores, debemos conocer los límites y el código moral de nuestros personajes principales y hacer que se rijan por ellos. Esto nos ayudará también a desarrollar posibles conflictos internos y a mantener la coherencia de la que hablábamos antes.

8. Imperfectos

No sé a vosotros, pero a mí nada me repatea más que la perfección. Me gustan las personas con defectos, manías, cicatrices, debilidades o traumas. Sin pasarse, claro, pero con sus cosillas. Eso es lo que hace a un personaje más humano y nos ayuda a identificarnos con él.

Por ejemplo, Superman es un personaje que sería perfecto de no ser por esas historias que han escrito algunos autores en las que se nos muestra como un ser frágil y vulnerable emocionalmente. No tanto por la kriptonita, que también es una debilidad pero mucho menos intensa si lo pensamos bien, como por su sensación de soledad (siempre será un ser único, extraño, diferente), sus ganas de encajar y el peso que tiene en su conciencia la responsabilidad, el miedo a no ser capaz de llegar a tiempo o a no lograr estar en todas partes a la vez. Estas vulnerabilidades son lo que hacen que el personaje me guste, que lo entienda. Tal vez no sepamos lo que es ser un extraterrestre con superpoderes, pero todos podemos identificarnos con sus emociones humanas y entender cómo se siente.

9. Ingeniosos

Esto no quiere decir que tengan que ser la bomba de agudos, siempre con la respuesta graciosa a punto, ni que sean súperinteligentes y lo sepan todo (eso de hecho suele provocar el efecto contrario y se hacen personajes repelentes). Pero sí es bueno que tengan una cierta inteligencia o, al menos, ingenio. Que nos haga sonreír. Un tipo que te hace sonreír es un tipo que te cae bien.

10. Misteriosos

Y por último pero quizá de lo más importante: nada enamora más que el misterio. Saberlo todo del personaje desde el inicio puede ser como encontrarse con ese tipo que te cuenta toda su vida nada más conocerlo. Lo que queremos cuando nos interesa alguien es descubrirlo poco a poco, intrigarnos, preguntarnos qué hay detrás de ese silencio, de esa mirada triste que se instala durante un brevísimo instante en sus ojos. Ahí reside la magia.

Y hasta aquí mi receta para crear protagonistas inolvidables. ¿Qué opináis vosotros?¿Le añadiríais algún otro ingrediente?

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