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Recuerdos. - por Javi_wan

No bien habían dado las ocho de la mañana ella ya estaba sentada al piano en el viejo teatro del instituto. En una semana sería el concierto de fin de curso y quería estar preparada, ya que si lo hacía bien, podría conseguir una beca para estudiar donde quisiera. Aquella mañana como tantas otras, había entrado en la sala, dejado sus cosas en un rincón y se disponía a comenzar a tocar cuando la sorprendió el hecho de no estar sola. En una de las butacas de la cuarta fila, una figura desconocida pero vagamente familiar la observaba. No era algo extraño, ya que el teatro permanecía abierto durante los ensayos y cualquier profesor o alumno que tuviera un descanso podía colarse como observador ocasional, sin embargo a esas horas de la mañana era raro que se diera el caso y precisamente por eso era que a ella le gustaba ensayar tan temprano. Preguntándose donde habría visto antes a aquel extraño se había sentado en el piano y se había abandonado a la música.

Al cabo de un rato Marta estaba embriagada y excitada a la vez, la música se deslizaba por la sala llenando cada rincón con su melodía mientras ella, al piano, se afanaba por no errar ninguna nota que diera al traste con la magia del momento. No era la primera vez que se sentía así al tocar una pieza que le gustase lo suficiente. Ese fundirse con su instrumento y sentir que era capaz de expresar todo lo que llevaba dentro era algo que lograba con facilidad cuando tocaba. Sin embargo, esa mañana había algo que no la dejaba concentrarse del todo, había en su mente un vago recuerdo de algo que había soñado la noche anterior, pero no lograba recordar que era. Si lo pensaba detenidamente, quizás no lo hubiera soñado, tal vez era algo que le había pasado la noche anterior. Si, seguramente era eso, la verdad es que cada vez que salía con su novio de fiesta acababa borracha como una cuba dándose el lote con él en un parque cercano. Marta recordaba vagamente haber pasado la noche con él. Si, estaba casi segura de haber acabado en el parque. Era curioso como al recordar una cosa le era más fácil recordar la siguiente, como si su mente fuera una madeja de hilo, y al haber encontrado una de las puntas le fuera posible ir tirando de ella sacando cada uno de los recuerdos que se escondían en los recovecos de su memoria.

De improviso la música se paró y el silencio la golpeó como si le hubieran dado un puñetazo en la boca del estómago. Marta se había quedado paralizada temblando de pies a cabeza, y sin saber muy bien como, lo recordó todo. Recordó las risas con los amigos de la noche anterior, las cervezas de más, las miradas de su novio, el paseo hasta el parque con él, las continuas paradas para besarse apasionadamente, las manos de él recorriendo su cuerpo. Recordó tumbarse entre los matorrales, sus besos en el cuello, su aliento, y de pronto el grito más aterrador que había escuchado nunca. Recordó a la mujer que yacía sobre la hierba a escasos metros de ellos y al hombre que se encontraba sobre ella apuñalándola una y otra vez, recordó la sangre que cubría todo, los espasmos de la víctima, el sonido del cuchillo apuñalándola. Recodó con terror como el asesino los había visto escondidos entre los matorrales, y había tratado de darles caza. Recordó la huida, su corazón latiendo desbocado, el miedo a morir. Recordó llegar a su casa aterrada y desmayarse sobre su cama. Recordó haberse levantado al día siguiente pensado que todo había sido un mal sueño y haberse ido a ensayar. Recordó con terror haberse topado con un extraño en el patio de butacas…