Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Un lugar para morir. - por Pantaleón

UN LUGAR PARA MORIR.

– Sabes hijo, todo este revuelo de la china muerta me ha hecho pensar.
– No es china papá, es japonesa.
– China, japonesa, no creo que ya importe mucho.
– Bueno, a su familia le importará y supongo que a la policía también. Tendrán que saber de dónde es, para enviar su cadáver de vuelta.
– Pues en eso mismo estaba pensando.
– ¿En qué? ¿En cómo la devolverán a su país?
– No, en eso no. Mira, asómate a la ventana y dime qué ves.
– Pues qué voy a ver, papá, las montañas.
– Hijo, ¡a veces eres más simple!
– Bueno y la casa de la tía.
– ¡Y dale!
– Pero, ¿qué quieres que vea?
– ¡Pues la suerte que tenemos! Vivimos en un lugar realmente hermoso. Estamos rodeados de montañas de más de 2000 metros de altura y a pesar de la estación de esquí y las cuatro casas del pueblo todavía se puede sentir que vives en la naturaleza, rodeado de belleza.
– ¡Mira con lo que me sales ahora! No sé si la japonesa se lleva tan buen recuerdo.
– No sé el recuerdo que se lleva de este mundo, pero yo la envidio.
– ¡Se te esta yendo la cabeza, papá!
– Nada de eso. Lo que te quiero decir es que todo el mundo tendría que tener la posibilidad de morir donde quisiera. Prepararse para salir de este mundo, por el mejor sitio posible.
– Ya claro, ¿cómo se hace eso? La gente ahorra toda su vida para hacer su último viaje. Para morir entre las montañas de nuestro hermoso pueblo, por ejemplo. Y después de un mes de espera uno no consigue morirse. ¿Y qué hace? Volverse a su casa, y morirse en la puta calle porque se ha gastado todo el dinero que le quedaba en el dichoso viajecito.
– A lo mejor no hace falta esperar al final de tu vida para trasladarte donde te gustaría morir. Creo que sería más sensato que la gente se dedicara en su vida a buscar un lugar que le emocione, que ame, del que se sienta realmente conectado, y disfrutar su vida allí, para cuando le toque morirse lo haga en el mejor sitio posible.
– Un poquito complicado lo veo yo. Además eso sólo lo podrían hacer los ricos y los hippies.
– ¿Complicado? Pues mira la china.
– Japonesa.
– Pues la japonesa. Se ha cruzado el mundo par venirse a morir aquí.
– ¡Hombre! ¡Tanto como venirse a morir aquí! Lo que dicen en el pueblo es que la han asesinado. Que es una escritora japonesa que acababa de hacer una gira de presentación por Europa de su último libro y que se había venido aquí a descansar unos días.
– ¡Ahí esta, a descansar! pero no unos días, sino ¡para siempre! A lo mejor la mujer pensaba como yo y quería morir en un lugar imponente, para pasar al otro mundo con el mejor recuerdo de éste.
– Ya claro. Y contrata a alguien para que se encargue de su asesinato y asegurarse de que morirá aquí.
– ¡Exacto! ¡Qué listos son estos chinos! Pero, ¿dónde vas?
– A buscar a la policía, para decirles que mi padre ha resuelto el caso.
– Pues tráeme un paquete de tabaco.
– ¡No! Yo no quiero ser cómplice de tu asesinato. Si te apetece morirte en este pueblo te compras tú solito el tabaco. ¡Adiós!
– ¡Mira que espabilado eres cuándo quieres!