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Obsesión - por Alime

Dicen que las obsesiones son nuestros peores aliados. Y deben de tener mucha razón. Ana bien lo sabía cuando decidió tomar el primer libro de Ying Xa. Era la primera vez que se sentía atraída por una trilogía, siempre escucho hablar de ellas, había escuchado que eran libros que te atrapaban y no te dejaban más. Y así fue. Un verano, mirando por mi ventana, vi pasar cada caluroso día, junto a las verdes praderas como Ana devoraba cada página de su libro, incluso note que había bajado de peso.
Fernando, su novio, cada día veía como su amada se perdía entre las páginas y los personajes que ya comenzaban a tomar vida. El primer sentimiento que afloró en él fue el odio, los que rápidamente se transformaron en celos…y la obsesión de hizo presente otra vez.
Esa mañana Ana pensó que moría, su pecho de apretó a tal punto que su respiración de detuvo por un segundo. Pensó que era todo una mentira. ¿Sería posible que estuviese allí? – se pregunto.
– Nuestro pueblo nunca ha sido tan visitado, ¿Por qué crees que viene?, me preguntó, mientras pesábamos unas manzanas en la tienda.
– La verdad que ni sé quien es, por que tanto alborotó por una china – dije sin saber lo importante que sería para Ana y lo que vendría para nuestro pueblo.
Ying Xa estaba de vacaciones en el pueblo de Motab, pensó que ese verano debía irse a un lugar muy lejano, desconocido, sin importancia…de esta forma podría terminar su tercer libro y así cerrar la trilogía de sus exitosas publicaciones anteriores. No era un desafío fácil, su audiencia esperaba lo mejor de su creatividad, sus personajes se encontraban en el límite y su fama crecía junto a ellos.
Hoy era un día especial, Ana y Fernando tenía cita en la iglesia, debían cerrar los últimos detalles de la boda, solo quedaban 10 días. Durante el último mes Ana había decidido relajarse por todo este tema tomando un nuevo pasatiempo, la lectura. Su amiga Clara le había recomendado los libros de Ying Xa, ella lo había visto en la librería como el hit del mes, pensó que sería interesantes para Ana.
Ana tomo el primer libro en sus manos y como agua junto a una toalla fue absorbiendo cada página, se compenetro junto a los personajes, Ronald, el protagonista del libro, ya era parte de su vida, de sus sueños, de sus deseos más íntimos. Ana había comenzado a perderse entre los brazos de Ronald, dormía pensando en sus enormes ojos marrón, sin duda se había enamorado.
Fernando pensó en un principio que era una situación anecdótica e incluso divertida de contar.
– Ana está muy enamorada! Creo que ese Ronald merece todo mi odio. Reía a carcajadas cada vez que contaba como Ana se esta obsesionando con su nuevo pasatiempo.
Nuevamente abría mi ventana para asear mi habitación, nuevamente Ana se sentaba frente a su puerta a leer su libro y nuevamente Fernando se sentaba a su lado a esperar que ella terminará para seguir con los temas de la boda. Y nuevamente Fernando no tenía respuesta de Ana. Enfrentaba los temas solo y tal como hace un mes atrás, sentía que Ana había desaparecido entre las páginas de aquel estúpido libro.
Cuando Fernando se enteró que la mañana del día de su boda coincidía con una charla de Ying Xa, pensó que moría. La misma sensación de opresión en su pecho, como lo que Ana había sentido se apoderaba de él. Felicidad no era precisamente el sentimiento. Furia, angustia, celos e incluso locura empezaban a dominar su mente.
– Ha sido suficiente- se dijo a si mismo – Ana está loca, ya no puede pensar por sí misma, debo ayudarla y recuperarla. Ese fue su desafío, o quizás la obsesión que se adueño de su mente.
Todo el pueblo estaba en la librería, era la primera vez que una “celebridad” los visitaba. Prepararon todo para poder mostrar lo mejor se ellos. Fernando fue el encargado de las “Chipas”, los dulces tradicionales del pueblo.
Esa mañana todo el pueblo asistió a la charla. Ying Xa quedo feliz con la recepción de ellos.
Durante la boda, la mente de Ana estaba con Ronald. El cuerpo de Fernando estaba helado y lleno de sudor, las manos sucias y temblorosas.
El cuerpo de Ying Xa estaba inmóvil. Lleno de tierra en la cima de la montaña.
Fernando estaba tranquilo, Ronald se iría para siempre y Ana regresaría a sus brazos.