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Catarata hacía una nueva muerte. - por Davile

Louis llevaba trabajando en el mismo hotel durante casi toda su vida, y con cincuenta y cuatro primaveras a sus espaldas no podía decirse que fuera poco, sin embargo jamas se había encontrado en una situación como aquella.

Sweet Peak siempre había sido un lugar encantador donde vivir, apacible gran parte del año y ligeramente atareado los veranos, donde el turismo montañista abarrotaba los pocos albergues con los que contaba el pueblo, y por supuesto, su lugar de trabajo, el Sweet Peak Hotel. Pero cuando la gente se va marchando al acabar la temporada, uno piensa de nuevo en la relajación que supone tener que atender tan solo a unos pocos viajeros, y estando el recepcionista envuelto en aquellos pensamientos se vio abrumado por la llegada de cientos de personas, \"¡Algo ideal para el negocio!\", podría llegar a pensarse, pero nada mas lejos de la realidad cuando lo que atrae a la multitud es algo tan desalentador como un asesinato.

Los días se sucedieron con rapidez y la información que se iba filtrando llegaba a los oidos de Louis por medio de sus huespedes, periodistas sobre todo. La victima era japonesa, mas o menos de su misma edad, y la desgraciada había elegido el apacible paraje montañoso para inspirarse relajadamente para su proxima novela, ya que era una escritora de exito no solo en el mercado japones, sino a nivel mundial.

A Louis su nombre no le sonaba, y ni siquiera pudo retenerlo por mas de unos minutos \"Estos chinos y sus extraños nombres\", pensó, pero al mencionarle el titulo de algunos de sus libros mas famosos, como \"Catarata a un nuevo dia\" o \"El silencio de la serpiente\" le llegaron recuerdos de una persona leyendo el primero de ellos en recepción, recordaba que había sido hace poco, aunque no podía recordar si se trataban de días o semanas.

Los días siguientes, la cubierta de aquel libro, negra y gruesa, le siguió en sus sueños, veía a una persona, creía recordar que era un hombre, leyendo sentado con las piernas cruzadas, sin embargo el libro le tapaba el rostro. La policía no encontraba nada nuevo a parte de lo obvio, el cuerpo sin vida de la escritora en el bosque cercano al pueblo, con varias puñaladas en el estomago y un reguero de sangre que salpicaba la verde y frondosa vegetación del negruzco color de la sangre seca.

Se encontraba el quinto día ensimismado en sus cabilaciones cuando alguien le sacó de ellas requeriendo su atención. Era un treintañero, de tez palida y barba espesa, pidió la llave de su habitación y Louis se la dio, la 23. Dispuesto estaba ya a volver a su mundo cuando sus ojos se abrieron como platos, el hombre portaba en la mano un ejemplar exacto al de sus sueños.

En su mente todo tipo de teorias se agolpaban, pero \"Por el amor de Dios\", se decía a si mismo, puede tratarse de un periodista que ha querido documentarse con uno de los libros de la victima… Pero un rapido vistazo al registro le sacó de aquel pensamiento, la habitación 23 llevaba dos semanas ocupada, mucho antes de que aquello empezara.

Pensó largo y tendido en contarselo a la policía, pero temía que todo fueran imaginaciones suyas y le ocasionara problemas en su trabajo, asi que cometió la temeridad de, una vez vió al hombre salir del hotel, subir a la habitación, tan solo para echar un vistazo, tal vez viera algo con lo que estar seguro como para acudir a la policia.

Arriba todo era normal, estaba ordenado, fue adentrandose hasta que vio el libro, lo cogió con cuidado y se sentó en la cama, pero entonces algo atenazó su corazón, la cama, era de matrimonio.

Una puerta se abrió, y una mujer salió del cuarto de baño tan solo con un albornoz, todo sucedio muy rapido, su mirada tornó veloz de sorpresa a una violencia desmedida, se abalanzó hacía el y agarró un cenicero de la mesa de noche, el impacto fue directo en la cabeza, siendo fatal para el pobre recepcionista.

Tendido en aquella cama, su vida salía de él poco a poco inundandolo todo, sin embargo, con su cabeza girada hacía la portada del libro, podría decirse que al menos lograría aprenderse por lo que le quedaba de vida el nombre de la escritora, su compañera en aquel turbulento camino, \"…Sun Hokim\", fueron las ultimas palabras que pudo pronuncíar pesadamente, mientras pensaba en preguntas, cuyas respuestas nunca conocería.