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Yoshuko Fit. - por miavri

El pueblo contaba de medio centenar de casas arremolinadas entorno a la pequeña iglesia Románica, bastante frecuentada por los pocos turistas que se allegaban a tan insólito lugar. Cádenas, otrora tranquilo, se mostraba ahora bullicioso, con un ir y venir de coches que alteraban los nervios de sus habitantes.
Rosario estaba absorta en sus pensamientos, algo le hizo levantar la vista un momento del suelo que tan afanosamente barría, era su cuñado Amadeo, caminaba arrastrando quejosamente la pierna, Lo siguió con la mirada y en ese momento vio que entraba por la puerta lateral de la Iglesia, que daba directamente a la sacristía,.Un inmenso desasosiego la invadió, su mente se alejó entonces unos cinco lustros y recordó cuando en los primeros días de mayo de 1962, vio salir de la iglesia a Amadeo renqueando, sollozando; días atrás su esposa e hijo de dos años habían desaparecido sin dejar rastro, fue una gran conmoción para el pueblo, todos nos volcamos entonces en la búsqueda de la madre y el pequeño, como días atrás lo habíamos hecho con la escritora japonesa . Ambos sucesos se resolvieron al cabo de los días con la aparición de los cadáveres , madre e hijo aparecieron en una acequia a tres kilómetros de la casa y Yoshuko en la plaza.
– Que desgracias ocurren a nuestro alrededor, y nosotros continuamos nuestra vida sin más-pensó Rosario y en estas cavilaciones se le fue la mañana.
Pasó la tarde viendo ir y venir los coches de los periodistas, que esos días se habían establecido en el pueblo, y de la Guardia Civil
Rosario se acordó de la estrecha relación que habían logrado establecer Yoshuko , Amadeo y Engracia , desde hacía varios años les prestaba algún libro que intuía le podría gustar a Amadeo ó a Engracia, los marcaba con posit de colores, azul para él , aventuras y viajes, rosa para ella, amor e intriga en ocasiones era verde, una mezcla explosiva que les gustaría seguro a ambos
-Ya voy_ gritó Rosario despertando de sus cavilaciones al oír el timbre.
La figura de Amadeo tapó la luz que entraba por la puerta, ella no puedo ver la cara desencajada de su cuñado hasta que entraron el la cocina, se sobresaltó.
-Dios mío, Amadeo, serénate y dime que es lo que pasa.
Amadeo levantó la vista, y comenzó su relato:
– El padre me pidió que después del día de mi boda no volviera a pisar la Iglesia, ni yo, ni tu hermana. Yo le tengo un gran respeto, acudí a él en la desolación de perder a mi mujer e hijo, también en la desesperación de enamorarme perdidamente de tu hermana cuando aún era un hombre casado y de nuevo cuando Engracia me confesó el crimen de ambos,- continuó el relato entre lloros.
Una segunda taza de café que esta vez acompañaron con un buen chorro de coñac les hizo sincerarse, Rosario preguntó si su hermana Engracia tenía algo que ver con la muerte de Yoshuko;
– No, dijo tajantemente- tan sólo encontró el cuerpo a la entrada de la granja de cerdos, y pensó que era un terrible lugar para morir, lo arrastró hasta que sus fuerzas le fallaron y lo abandonó en la plaza.
Varios días después, el reportero que aparecía en el televisor , retransmitía en directo desde "Cárdenas", Rosario sube el volumen, habla del asesinato Yoshuko nacida en 1962 en Okinawa, fue vicia de la represión en su país por ser una activista radical, emigró a España, sobrevivió dando clases de japonés a españoles y pronto empezó a destacar por su prosa, su última novela había sido traducida a doce idiomas,- alucinante- pensó Rosario- hace tres meses interpuso una denuncia por malos tratos a la que había sido su última pareja, todas las líneas de investigación apuntaban a este como principal sospechoso. Era su voluntad ser enterrada en el pueblo de Cárdenas , donde veraneaba desde hacía diez años.
Dos días después y en medio de un silencio sepulcral y acompañada por sus pocos conocidos, fue enterrada Yoshuko Fit, ataviada con uno de sus trajes tradicionales de su isla y con un libro de Balzac en las manos, como era su voluntad.
En el momento de cerrar el nicho y en medio de una expectación enorme Engracia se acercó con un pequeño volumen del maravilloso libro "El rumor del oleaje" y extendiendo la mano le devolvió el libro, tenía un pequeño post it rosa pegado a la solapa.