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The Lake - por Woolf

" I gave him this book". Después de los dos últimos días no podía quitarme estas palabras de la cabeza, y aún seguía dando vueltas entre mis dedos el primer libro de Kitchen.

Tenía la inmensa duda de entregarlo a la policía aunque con ello corría el riesgo de perderlo para siempre.

Inmediatamente sumergida en estos pensamientos, alguien llamó a la puerta de mi habitación, y le siguió con una pregunta directa

-¿Puede atenderme unos segundos señorita Noemí?, habla la policía.

Mi corazón empezó a latir a mil por hora , y con un impulso inteligente guarde el libro debajo del colchón. Me dirigí temblando hacia la puerta y con el mejor tono de voz que conseguí contesté.

– ¡ Si !, no hay problema , ahora mismo abro.

Coloque mi pelo y me mire de reojo en el espejo del armario, y cuando estuve lista, respire hondo y abrí la puerta. Ante mi apareció un hombre de unos cuarenta años, de uniforme
y con un semblante hosco y serio. En seguida rompió el hielo,

– ¿Puedo hacerle algunas preguntas?- Asentí. -Como sabrá estamos haciéndolo con todas las personas que se hospedaban aquí- . Volví a asentir. Le señale una silla al lado de la ventana y
allí comenzaron las preguntas.

– Bien, si no me equivoco usted es de Palencia y ha venido a visitar por unos días a su amiga Laura que trabaja en este hostal. ¿Es esto correcto? . Asentí.

Empezó a escribir rápidamente en su cuaderno de anillas.

– ¿Conocía usted a la señora Banana Yoshimoto?.

-Si, quiero decir, conocía su obra, he leído todo lo que ha ido editando.

-Me refiero a si tuvo contacto en el hostal con ella.

-Siempre quise decirle lo mucho que la apreciaba, y un día en el desayuno se lo comente, ella lo agradeció ladeando su cabeza.

-¿ Y algún otro comentario?

( Recordé inmediatamente nuestras miradas desde ese encuentro y de como me gritaba en silencio que la ayudara) , se me hizo un nudo en la garganta y rompí a llorar, el hombre incómodo
me alcanzó un kleenex que tenía en la cómoda.

– Mmm, ¿ Qué es lo que la ha alterado tanto señorita?

Intenté recobrarme y conseguí hablar, – Creo que es horroroso lo que le ha ocurrido a esta mujer.

– Si, pero ¿ Usted volvió a tener algún contacto?

No sabía que responder, pero sin pensarlo salió un no rotundo de mi boca.

El policía volvió a escribir de nuevo en su libreta, me miró y por primera vez sonrió.

– No se preocupe señorita intentaremos resolver que le ocurrió a esta mujer.

Yo intente sonreír y le acompañe a la puerta. Ya a solas volví a coger el libro y en una de las páginas había un texto en japonés, cogí rápidamente mi portátil y utilice el google translator, era una parte del monólogo de Ofelia, antes de suicidarse por el amor de Hamlet. No podía ser sólo una coincidencia que la encontrarán en el lago desnuda y con flores en la cabeza, tenía que haber algo más, pero

¿el qué?,¿Quién recibió el libro que tenía en mis manos? ¿ Y por qué había decidido entregármelo a mi?

Las sienes de mi cabeza pedían a gritos aire fresco, con lo que me puse mi cazadora de pana y me prepare para caminar. Ya en la calle, la gente seguía nerviosa por la cantidad de extraños que había atraído la noticia,sin remediarlo me encamine hacia el bosque y mientras me iba perdiendo en la maleza de los pinos empece a pensar claramente.

"Hamlet le devuelve a Ofelia los regalos que ella le dio en el pasado, con lo que el libro debió ser devuelto a pesar de ser regalado, ¿Esa era la razón por la que Yoshimoto me lo había dado?.

Ella no podía haberse suicidado, ella creía en la vida.¿ Quizás su Hamlet estaba todavía más enfadado que el de Shakespeare?"

Y entonces lo entendí, había sido asesinada por su pareja, no podía haber otro razonamiento posible y con ello en mi mente, empece a correr en dirección al lago donde se encontraban policías analizando el entorno.

Súbitamente algo me paro, sentí una presión en mi brazo derecho que me inmovilizó completamente. Al girarme vi un rostro oriental con mirada pérdida.

– ¿ Sabes? Ella nunca me quiso lo suficiente.

Atónita, no sabía donde mirar hasta que focalizó sus ojos en los míos y me preguntó:

-¿Alguna vez has amado tanto como para morir por amor?

Temblé y todo se volvió negro.