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El viaje de una carta - por Rosa

Nací hace treinta años cuando la mano de Pedro empezó a dibujar diferentes trazos sobre un papel cartón que encontró en la basura. El sonido de la punta del lápiz haciendo su pequeña magia, es mi primer recuerdo, uno de los más hermosos hasta el momento. Puede resultar sorprendente que una carta tenga tantos recuerdos hermosos, pero yo soy especial. He vivido mucho más de lo que el resto de cartas puedan imaginar y al igual que tengo guardados momentos extraordinarios, también he vivido demasiadas tristezas y penurias.

Después de aquello, pasé varios días en la oscuridad que escondía su bolsa de ir a la escuela. Estaba nerviosa, sabía que el mensaje que portaba era muy importante para él y que había puesto todas sus ilusiones en mí y en mis destinatarios. Pasado lo que me pareció una eternidad, Pedro me sacó de allí para meterme dentro del sobre que me conduciría a mi gran aventura. Allí dentro se estaba bien, era reconfortante aunque fuera de segunda mano y era lo suficientemente fino como para permitirme ver todo lo que pasaba a mi alrededor. Sí, estaba hecho a mi medida.

-Mamá, toma.-escuché como le decía mientras me sostenía bien agarrada- Mi carta. Que la reciban, ¿eh? Que este año fui muy bueno.

Ese supuso el primer gran cambio de lo que sería mi vida. La cálida mano de María me recogió algo dubitativa al principio y me guardó a buen recaudo en el bolsillo del delantal.

-Bien,-me dije para mí misma- mañana nos pondremos en marcha.

Pero el destino me tenía reservados otros planes.

Se suponía que me recogería un cartero, viajaría por algún medio hacia mis destinatarios, me leerían, cumplirían el sueño de Pedro y ahí acabaría todo. Pero no…en vez de eso me pasé un tiempo que no sé determinar en un cajón en el que María me guardó. No veía nada pero podía escuchar los sonidos del exterior. Sabía que ella estaba triste por no poder darle a su hijo lo que quería, había perdido la fe y la ilusión así que allí me había quedado yo.

Pasó mucho tiempo, ya se habían olvidado de mí, y entonces el caos se adueñó de la casa. Escuchaba gritos de miedo, gente corriendo de un lado para otro, ruido de aviones volando bajo, derrumbes y disparos. Era el fin de otra época.

A partir de ahí fue un no parar, el cajón se abrió y el viento del exterior me atrapó en él. La casa, la ciudad…todo quedó atrás y yo simplemente me dejaba llevar en su vaivén continuo. No sabía dónde estaba pero las ramas de un árbol me acogieron. Un pajarito me resguardó en su nido para usarme de lecho y desde la copa de aquel abeto vi gran cantidad de amaneceres.

Un día como otro cualquiera unos golpes rítmicos en el tronco del árbol me despertaron. La nieve cubría todo lo que podía ver a mi alrededor y con cada golpe un carámbano de hielo se desprendía. ¿Qué pasaría si caía a la nieve? Me desharía al instante…El pájaro lo entendió tan bien como yo y me salvó cogiéndome con el pico pero en vez de llevarme con él me soltó de nuevo al viento.

Esta vez me transportó a un lugar más cálido donde el sol brillaba todo el día. Acabé en un contenedor del que un vagabundo me sacó y me metió en el bolsillo de su chaqueta.

-Por si algún día necesito escribir algo.-había dicho él.

Sin embargo, no permanecí mucho tiempo en su poder ya que al poco, mi amigo el viento, me llamó de nuevo a su lado. Durante los días de viaje empecé a ver una gran extensión de arena de horizonte a horizonte. En aquel paraje no se veían casas ni agua, parecía desierto, y el calor apretaba de día y el frío a partir del atardecer.

Una noche una estrella brilló en lo alto y al instante aparecieron unos hombres, en seguida comprendí que había alcanzado mi destino.

-¡Oh, pequeña carta! Treinta años ha que te estamos esperando.-dijo uno de ellos.

Ahora estoy aquí, en la misma casa donde nací. Mi viaje ha sido muy largo hasta cumplir mi misión. Me acompaña un balón de cuero marrón, de esos como los que ya no se fabrican y aunque Pedro es mayor, creo que le gustará la sorpresa y recobrará la ilusión y la fe perdida hace treinta años, en aquellos duros años de su infancia.