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La carta en el tiempo - por Pabloo

Estaba perdido… No se como llegue ahí. El aire proveniente del mar me levantaba el ánimo después de haber estado desmayado vaya a saber cuanto tiempo. Al explorar la playa no encontré más que algunas algas podridas y basura. Tenía el recuerdo de algo gigante que me aturdió y me hizo ver cosas que nunca antes había visto o soñado, era raro, tenía la mente en blanco pero podía encontrar algún recuerdo… Los ojos de mi amada, Ana, la voz de ella, un sabor agrio en mi boca, un dolor punzante, fuego, gritos.
Un ruido a mis espaldas me desconcentró. Un hombre extremadamente delgado y calvo vestido solamente con una camisa blanca llena de mugre, estaba aventándome con piedras. Me acerque a él preguntándole quien era. No me respondía. Solo balbuceaba cosas y me observaba atentamente como si yo fuese de otro planeta. Le repetía la pregunta, pero nada. Solo balbuceos y palabras que no creo que existan en ningún idioma. Él me miraba fijo con sus ojos hundidos y hablaba en su idioma como tratando de explicarme algo. Yo, sin entender ni una palabra y la confusión que me generaba la situación, estaba totalmente bloqueado. El hombre se alejó unos pasos y empezó a hacer una especie de dibujo en la arena sin dejar de balbucear su idioma tan extraño. Atónito, me senté tratando de entender o recordar. El hombre hacia movimientos y saltos graciosos, pero que me hacían estremecer. Venían a mi mente imágenes del mar agitado y del cielo tormentoso con sus relámpagos y rayos que abrían en dos todo el firmamento oscuro. Pasó como una hora y yo estaba todavía ahí, en la playa recostado y pensando. El hombre no paraba de saltar y hacer sus muecas extrañas mientras marcaba la arena con un palo, como haciendo un dibujo. Observando este panorama, la caricia del leve aire fresco del mar me sumió en un profundo sueño.
Cuando desperté la noche ya había caído. Mi cuerpo temblaba del frío y mi boca estaba seca. A mi costado estaba recostado el raro hombre totalmente dormido, quizá de tanto haber estado saltando. Cuando miré alrededor y observe la playa que me envolvía en su inmensidad comencé a recordar todo. Las imágenes y los recuerdos me invadían la cabeza. Era la playa donde iba siempre a caminar y a observar si los navíos que por allí pasaban se iban acercando a la costa para hacer las entregas y traer noticias. Yo vivía a dos kilómetros de ahí, en una de las tantas casas abandonadas después de las explosiones del 2020. Seguía recordando y la tristeza me invadió. La carta que nunca me respondió mi amada, pasaron más de treinta años y no tuve respuesta, estaba muy solo, pero nunca deje de pensar en mi amor y cada día que pasaba estaba tan al borde de la muerte que ya le había perdido el miedo.
En esa época todo se compraba generalmente con un poco de agua potable, que difícilmente se podía conseguir. Yo lo hacia asaltando a algunos barcos que venían de vaya a saber donde.
El hombre loco se despertó gritando. Lo tranquilicé, tenía la boca pastosa. Le hice algunas señas, en vano, para indicarle que debíamos conseguir agua. El trataba de entenderme y me llamaba a ver lo que había dibujado en la arena. Era una especie de mapa o de camino trazado. No le presté atención y lo lleve conmigo hacia donde estaba mi refugio.
Nos abríamos camino entre los restos de ciudad destruida cuando el loco empezó a inquietarse. Le hablé tranquilo para que no entremos en pánico y empecé a apurar el paso. De repente sentí un calor intenso en mi nuca y se me nublo la vista.
Aturdido, abro los ojos, el loco me había arrastrado hasta un lugar desconocido para mí, me había pegado con algo en la nuca para que no me resista. La imagen difusa del extraño se acercaba tambaleante, me arrastró con él dentro de la máquina. Una vez dentro puso un sobre en mi bolsillo y una luz me encegueció totalmente.
Es lo último que recuerdo del 2051. Me volví loco en un futuro lejano para poder traerme sano al pasado y encontrarme hoy contigo Ana. Si tu carta con las claves de la máquina no hubiese llegado 30 años tarde quizá nunca te hubiese vuelto a ver, nos salvamos del trágico final… Te amo desde lo más profundo de mi alma Ana.
Por siempre.