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Ultima Navidad - por Almudena

Alejandra baja del coche sin esperar siquiera a que su compañero lo detenga del todo.
“Vete a aparcar, yo me encargo”, le grita ya atravesando la puerta principal de la Terminal.
Maldito sea mil veces, llevan dos días rastreando la ciudad y el muy cerdo ha escogido la víspera de Navidad para huir como la rata que es.

Corre por el brillante suelo chocando con familiares emocionados que buscan las puertas de llegada de sus seres queridos o gente ansiosa que espera el avión que los llevará con los suyos.
Ella no está buscando precisamente a un ser querido, puede que en otra vida, pero apenas puede recordarlo, se ha esforzado mucho por olvidar, por sobrevivir a él, por librarse de ese perdedor.
Era cuestión de tiempo que acabara así.

Reconocería su silueta y su modo de andar entre un millón de personas.
Conoce todos sus trucos, los garitos por los que se mueve, sus contactos, sus debilidades, por eso se había ofrecido voluntaria para atraparlo, por eso y para demostrarles a todos, incluso a sí misma, que ya no tiene nada que ver con él, que ya no es su debilidad, ella no puede permitirse tener debilidades, no entre tanta basura.

Contesta al móvil y le da indicaciones a Roberto para que busque a Andrés por otra zona del aeropuerto, no tienen que ir pegados como una pareja de la guardia civil, sabe muy bien defenderse por si misma, lleva muchos años haciéndolo.

Ni siquiera ve a las monjas cuando choca con ellas, tira al suelo a la más mayor, la ayuda a levantarse y murmura una disculpa, lo que le faltaba, Monjas.
Le traen demasiados recuerdos, de cuando era una niña de uniforme y su hermano y Andrés iban a buscarla al colegio, cuando aún creía que tenía un futuro y que los dos chicos se dedicaran a levantar carteras en el metro le parecía emocionante.

Al fin lo distingue entre la multitud, tiene el pelo más largo pero es él.
Se acerca a la ventanilla, solo lleva una pequeña mochila al hombro, pregunta algo y se da la vuelta buscando la puerta de embarque, por un momento teme que la haya visto, prefiere pillarlo por sorpresa, no quiere que se le escape.

Antes de que Andrés se de cuenta de que alguien se le acerca ella le echa los brazos al cuello, como si fuera su novia y hubiera ido a despedirle. Se queda lívido, ni siquiera es capaz de articular palabra, sabe que está perdido.
Lo agarra del brazo y le aprieta el cañón de la pistola contra el costado, tapa el arma con la ropa de abrigo, cualquiera que repare en ellos pensará que son una pareja de enamorados.
– Esto no es necesario, Alex.- murmura él, la sorprende esa voz grave que casi había olvidado.
– Si, si lo es, eres una rata, aprovecharas cualquier descuido para escapar, tu deuda es lo suficientemente grave como para esto y para más.
– Sabes lo que me harán, debo mucho dinero y no puedo pagarlo, puedes decir que no me encontraste, por favor, Alex, mírame a los ojos, no me trates como a un desconocido.
– No, precisamente porque te conozco no te voy a dejar marchar, mi familia ya ha pagado bastante por ti, mi hermano murió por culpa de tus errores, jamás debiste meterle en el juego, os quedaba grande. Y por ti estoy en esta mierda, así que no tienes derecho a pedirme nada más.

La mira a los ojos y sabe que está decidida, que ya no es la niña enamorada del amigo ratero de su hermano. Puede que tuviera razón, que le debiera demasiado, le había arruinado la vida.
Descuelga el móvil y confirma a su compañero que lo tiene, quedan en la puerta principal, no, no va a apiadarse de él.
Antes de atravesar la puerta de salida Andrés se para en seco, tiene la mirada empañada, la mira, murmura “Feliz Navidad” e intenta darle un beso en la frente pero ella se aparta como si su contacto la quemara, aprieta más la pistola sobre su costado; “ni lo intentes” escupe.
Se conoce todos sus trucos de seductor barato.
Tira de él y salen a la calle, el aire gélido les golpea el rostro. Roberto, que espera en el coche, toca el claxon para que lo vea.
Caminan en silencio hacia él, Alejandra coge aire sabiendo que después de tantos años este es el final de su historia.