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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Aeropuerto - por Eduardo Daniel

Web: http://www.conuncuento.wordpress.com

—A Lucía no le pude contar. Mis padres tampoco hubieran entendido. Mis amigos, estaban muy ocupados para escuchar y ayudarme. Prostituirme era tan irracional como rentable.
Hace meses perdí mi empleo. Desesperado, llamé a muchas puertas, con la esperanza de encontrar ayuda para pagar la hipoteca. También comencé a mentirle a Lucía. No soportaba la idea de que me viera como un fracasado. Tenía mucho miedo y no sabía qué hacer. Después de un tiempo y de ver que mi cuerpo ya no era mío, decidí marcharme de casa. A mi mujer le dejé una carta. Le conté de mi cobardía y de cómo fui capaz de acostarme con tantos hombres y mujeres, para poder salir de las deudas y salvar nuestro matrimonio.
Ya ve, don Matías, la vida tiene muchas caras y algunas son demasiados sucias para mirarlas de frente. Quería volver en Navidad. Mi esposa aún me quiere y me espera. Y ahora resulta que me cancelan el vuelo.

—A mis 75 años pensé que no había nada que pudiera sorprenderme. Procuré que mi vida sea, al menos, un buen recuerdo para los que me conocen. Tal vez un poco presuntuoso, pero hasta hace poco estaba convencido de que lo había logrado. "Soy un buen tipo", me decía frente al espejo y me reía, solo, asintiendo en mi interior.
Hace un mes, me llamaron por teléfono. Escuché una voz femenina, nerviosa y agitada. Fue muy clara en lo que dijo:
—¿Es usted Matías Berti?
—Sí, soy yo –dije con curiosidad.
—Soy, Clara, hija de Eva Soler.
Me invadió una confusión grande y me vi con veinte años. Recuerdos tumultuosos me aturdieron y no fui capaz de decir una palabra. Ella continuó:
—Hace tres meses murió mi madre y, pocos días antes de partir, me contó quién era Matías Berti y dónde vivía. Ella sabía de usted, aunque seguramente usted no de ella. Dudé todo este tiempo en llamarlo. Pensé que era mejor dejar las cosas como estaban, pero tal vez mamá quiso que no quedara huérfana.

Como ves, Diego, soy un hombre con pocos años por delante y deseoso de ver a Clara, pero mi vuelo retrasa este encuentro. La paternidad me llegó cincuenta y cinco años tarde, aunque todo este tiempo me llamaron "el padre Matías".
Creo que nunca es tarde para intentar arreglar lo que creemos haber roto. Algunos dirán que la vida da revanchas, yo creo que es Dios quien nos da una nuevo intento, y más en Navidad. Tal vez tengamos que resignarnos a pasar la noche en este aeropuerto, pero igual llegarán nuestros regalos.