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Sentimientos - por SpinnerDark

Web: http://trazosyrasgos.wordpress.com/

De nuevo vuelve a sonar la melodía del megáfono, acaparando por completo la atención de los pasajeros. Logró ver por encima de la montura de mis gafas como algunas personas se levantan esperanzados. Pero sé con certeza que nos van a decir lo mismo que los cuatro últimos avisos. En cuanto la voz llega a la palabra clave “lamentamos” poco a poco retoman sus lugares lentamente, perdiendo toda esperanza de que su vuelo vaya a salir de la pista esta noche.

Lanzo un bostezo y muevo el cuello de un lado a otro, emitiendo un sonido sordo que me alivia la tensión acumulada en esa zona. Cierro el libro, no sin antes colocar el billete de tren arrugado para marcar la página, y aprovecho para estirar brazos y piernas. Al levantar la vista de las páginas me dedico a observar a la gente de alrededor. Unos asientos a mi derecha un anciano envuelto en su bufanda se levanta armando un gran alboroto, mientras la que parece ser su mujer intenta calmarlo sujetándole del brazo.

– No puedo más Carmen, voy a decirles unas cuantas cosas a los directores del lugar. ¡Qué ventisca ni qué ocho cuartos! –veo como se acerca un móvil casi hasta tocar la pantalla con la nariz, arrugando los ojos –. ¡Y para colmo aquí no hay cobertura!

– Matías querido, no empecemos otra vez. –su tono es calmado y tranquilo–. Seguro que al próximo aviso…

– Llevamos horas aquí dentro y no estoy para perder el tiempo. ¡Menuda mierda de tecnología!

– Relájate, por favor…

– ¡No pienso relajarme! Estoy harto, ¡harto! –empieza a caminar en dirección hacia donde me encuentro, sujetando con fuerza el móvil con el brazo derecho levantado, mientras con la otra mano se apoya en un bastón–. Nada, no hay manera, todo culpa de…

– ¿Y ahora a quién pretendes echar la culpa?

La voz de la mujer me sobresalta y hace que el anciano, al que llama Matías, se pare en seco. Hacía unos segundos solo me parecía una ancianita apacible y ahora me sorprende con un grito de rabia que ha logrado parar los ronquidos de la persona que tengo justo enfrente. Al mirarla veo que tiene los ojos anegados de lágrimas. Poco a poco se acerca a su marido.

– Sé que es un mal momento y que estas sufriendo. No debe ser agradable. Intento colocarme en tu situación y no puedo. Pero estoy aquí. Sabes que lo que te pase, lo pasaremos juntos. He estado y estoy a tu lado –le agarra la mano temblorosa del bastón–. Cariño, hemos criado a una hija estupenda, que sabe que la queremos y, si no llegamos para navidad, tranquilo. Porque sabes bien que aunque no estemos para esa cena se alegrará de vernos. Por eso deja de pensar en que será tu última navidad. Relájate e intenta disfrutar de lo que nos queda juntos. Hazlo por mí. Hazlo por ella.

Me he quedado pasmado. Un escalofrío recorre mi espalda. Ella al final le abraza y el anciano la rodea con sus brazos. No logran ni pasar dos segundos cuando de repente una melodía estridente sale de su móvil. y se echa a llorar. La mujer le acaricia las mejillas con la palma de la mano, limpiándole las lágrimas. Mira también la pantalla del teléfono y le sonríe.

– Vamos, te acompaño fuera que seguro que allí hay más cobertura. ¿De acuerdo?

Me muevo en mi asiento para ver cómo se marchan. Dentro de mí empiezo a tener una sensación extraña, no sé expresar qué puede tratarse. El cariño, el afecto, el sentimiento de empatía…

Unos brazos que me rodean por detrás me sacan de mis pensamientos, y su fragancia me embriaga por completo. Su pelo largo le cae sobre mis hombros y el característico gorjeo de su risita jovial después de soplarme a la oreja logra dibujarme una pequeña sonrisa. En cuanto aparta los brazos me giro y la miro fijamente durante unos segundos. Ahora lo entiendo. La beso.

Dejo mi frente apoyada en la suya un momento, y suelto poco a poco el aire de mis pulmones. Al apartarme sus ojos desvelan una chispa de intriga, para acto seguido fruncir los labios y exagerar una pose de indignación.

– Y bien señorito, ¿a qué ha venido este beso tan apasionado? No me creo que me hayas echado tanto de menos en el rato que he ido al servicio. Si lo llego a saber tardo un poco más.

Sonrío y le doy otro beso.