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Noche de estreno - por Abbey

Era noche de estreno. Desde primera hora de la mañana, el interior del teatro parecía un hormiguero lleno de actividad. Cada peculiar hormiguita en ese agujero sabía cuál era su misión y la desempeñaba con eficacia marcial, decisión y sin retrasos, azuzadas por la dirección de Andrés G. Éste acumulaba muchos años de experiencia como director teatral y se jactaba de un historial repleto de críticas positivas y aciertos de público. A pesar de una actitud de ensayada cordialidad, el saberse poseedor de la capacidad de movilizar a una audiencia entregada, le había confeccionado un traje de arrogancia del que hacía gala a menudo.
Por eso, cuando la joven que vendía las entradas en taquilla se coló para presenciar los últimos movimientos de las hormiguitas, reaccionó de manera cáustica:
-Señorita Noelia –dijo elevando el tono para que todos fueran testigos de su capacidad de control – otra vez nos honra con su presencia. ¿Nos daría algún consejillo de última hora? ¬–añadió en tono mordaz.
Cuando el peso del silencio en la sala y las miradas de los presentes llevaron la sangre de Noelia casi al punto de ebullición, la joven consiguió escasamente balbucear un ¨lo siento¨ y giró sobre su eje para emprender la retirada, no sin antes escuchar la frase de despedida que Andrés le dedicó-¿Es que tengo que recordarle a todo el mundo cuál es su sitio?.
No era la primera vez que la joven asistía a los ensayos, y si bien al principio Andrés apenas se percataba de su presencia, ésta había acabado por desquiciarle. Era la primera vez que se representaba ese libreto y su nivel de exigencia había alcanzado cotas que rozaban el delirio. En su mente habían llegado a desarrollarse teorías conspiratorias en las que esa joven era la precursora de un estreno aciago, lleno de calamidades que protagonizarían las primeras planas de las revistas especializadas del día siguiente. A pesar de sus insistentes protestas ante el dueño del teatro, éste sorprendentemente desatendía sus peticiones y restaba importancia al asunto. Andrés acabó por creer que Noelia era una aspirante a actriz al acecho de una oportunidad. -Pues lo llevaba claro-se dijo
En uno de los breves descansos de que disponían, José, uno de los actores secundarios de la obra, se dirigió a hurtadillas a la entrada para fumarse un cigarro. Allí encontró una Noelia abatida y enrrabietada.
-¡Como se pasa!. No sé cómo lo aguantas. Es un cretino–suspiró José posando una mano sobre el hombro de la joven.
-Sí, un cretino integral, pero seguro que esta noche vais a triunfar bajo su dirección. Habrá que aguantarse-convino ella.
-¿Cuándo le vas a contar a él y a todos tu pequeño secreto? – sonrió el actor.
Noelia le devolvió la sonrisa -¿tú crees que aceptaría un ¨consejo¨ viniendo de mí?. Anda, será mejor que vuelvas dentro… y aclárate el aliento con algo o la ira de los siete infiernos caerá sobre ti.
Cuando finalmente el telón cayó, Andrés, agazapado detrás de las cortinas, apenas podía contener la emoción ante la imagen de un auditorio en pie, reclamando la presencia del elenco de actores sobre el escenario para recompensarlos con un aplauso prolongado.
-¡Ha sido un éxito! –pensó.
Con una mal fingida modestia se unió a los artistas y se entregó al disfrute de su triunfo. Sonrió, estrechó manos, firmó autógrafos, respondió a las preguntas de los periodistas… Todo era perfecto.
Miró a su alrededor y se dio cuenta de que en una de las entradas se había formado un corro de periodistas y público entusiasmado en torno a alguien que no alcanzaba a ver. Mientras intentaba distinguir cuál de sus actores despertaba tanta expectación, vio al dueño del teatro que se dirigía hacia él con una sonrisa divertida en la cara:
-Andrés. ¡Enhorabuena!. ¡Que buen trabajo! –lo agarró de un brazo y lo dirigió hacia al grupo de la puerta–. Ven, quiero presentarte a alguien. Ha venido el escritor de la obra y le ha encantado tu montaje– le dijo entre carcajadas mientras se abría paso entre la gente.
-Andrés, te presento a la señorita Noelia Moro.
Y allí, sonriente en el centro del grupo, mirándolo con timidez, se encontraba la joven de la taquilla.