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Blanco - por M. H. Heels

Web: http://mhheels.wordpress.com

Huía. No sabía exactamente de qué, pero estaba huyendo. Hacía casi un año que no tenía un blanco.

Le ocurría desde los 13 o los 14 años, de repente se encontraba en un lugar al que no recordaba haber llegado o hablando con personas que no conocía. Se descubría con ropa diferente, en otro país o en pleno viaje. El los llamaba “blancos”. A veces únicamente era unos minutos más tarde pero había sufrido blancos de hasta varias semanas. No perdía el conocimiento ni se quedaba dormido. La gente que le conocía le decía que ni siquiera cambiaba su humor o su forma de ser, de pensar y de actuar. Simplemente no recordaba nada de lo que había sucedido, como si hubiera saltado hacia delante en el tiempo.

Le hicieron mil pruebas y visitó a mil especialistas, pero ninguno supo decirle ni el motivo ni la solución. Al principio se frustraba, preguntaba a todo el mundo, volvía sobre sus pasos para intentar recuperar la experiencia perdida. Pero era inútil. Aunque pudiera recrear todos y cada uno de los segundos perdidos era como si estuviera viviendo la vida de otro, como si lo estuviera viendo todo en una película absurda que no tenía nada que ver con él. Nunca recordaba nada. Al final decidió que lo mejor era dejarse llevar y obedecer a sus instintos. Era una parte de su vida que se había quedado en blanco y ya nunca volvería, tenía que seguir hacia delante.

En ese momento sus instintos le decían que debía seguir huyendo, que no podía alcanzarle aquello que le perseguía, fuese lo que fuese. Notó la adrenalina del terror más absoluto. Nunca se había sentido así. Algo se reconectó en su cerebro en ese momento que le hizo mirar alrededor.

-Pero qué coño…. – dijo en voz alta.

Estaba rodeado de gente que también huía. Todos vestían con largas capas rojas que barrían la calle y llevaban máscaras doradas. Las máscaras eran todas iguales pero todas diferentes. Eran detalles mínimos: el tamaño de la frente, la mueca de la boca, el rasgo de los ojos… Se tocó la cara de manera torpe sin dejar de correr. Él también llevaba máscara. Algo hizo que se le erizara el pelo de la nuca. Intentó apretar el ritmo y correr más rápido pero, a pesar de la adrenalina, su cuerpo ya no respondía.

Estaba tumbado boca arriba en una habitación en penumbra que olía a humedad. Se sentía exhausto pero no notaba dolor. Otro blanco. Intentó incorporarse y le extrañó que le costara tanto trabajo. Cuando consiguió quedarse sentado le faltó el aliento. Quiso gritar pero apenas podía respirar. Sus piernas no estaban. En su lugar había dos muñones recosidos sin ningún tipo de cuidado a menos de un palmo de la ingle. Miró alrededor mareado, sintiendo que nada de eso le podía estar pasando a él. En una esquina estaban todas las capas rojas en un montón, las máscaras doradas colgaban de las paredes cubriéndolas por completo, pero lo peor eran las mesas. Se obligó a mirar.

Había mesas cubiertas de pies izquierdos, otras de pies derechos, a su lado manos, orejas y brazos. Todos perfectamente colocados con cuidado, expuestos como una obra de arte. El pánico se apoderó de él. Hiperventilando por el horror se miró las manos y se tocó el cuerpo y la cara casi aceptando ya que habría algo más que no iba a encontrar en su sitio.

Un ruido le hizo parar en seco. Una bestia entró en la habitación caminando sobre sus patas traseras, encorvada porque su altura era mucho mayor que el techo de la habitación. Su cuerpo estaba cubierto de una extraña mezcla de piel, pelo y escamas. La bestia enseñó los dientes sin emitir un sonido. Notó el sudor frío bajando por su columna vertebral mientras los segundos se paraban a su alrededor.

La bestia se apartó y otra cosa se acercó a él. No era una bestia, pero tampoco era humano. Hizo un sonido extraño desde el fondo de la garganta y antes de ni siquiera sentir dolor pudo ver que aquella cosa le habí arrancado su brazo izquierdo sin ningún tipo de esfuerzo y lo sujetaba entre sus afilados dedos largos. Una extraña mueca, que podía incluso ser una sonrisa, apareció en la cara del ser.

Deseó tener otro blanco, pero esa vez lo vivió todo.