Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Cerveza - por Eduardo Daniel

Al principio me negué, pero después acepté acompañar a Carla al pintado de carnaval bar su barrio. No había que disfrazarse, sólo —me dijo– debía ir con ganas de pasarlo bien. Llegamos y nos recibieron dos heladas cervezas de manos de Eugenio, el mentor de tan improvisada fiesta.
Allí conocí un hombre. Pequeño. Moreno. Con cara de tipo maduro, pero con cuerpo de niño. Comencé a hablar con él y me contó algunas historias. Después de la quinta, o la sexta, empezó a interrogarme. Le dije que no estaba dispuesto a responder ninguna de sus preguntas. El que quería contar cosas era él, no yo. Siguió con otro cuento.
Después de cuatro horas de fábulas y relatos inventados, nos tomamos tres cervezas, o acaso fueron cuatro cervezas y tres de charla. A esta altura del encuentro había entrado en confianza y comencé a narrar lo mío. Es que en carnaval se pierde la vergüenza. Él me miraba. Parecía interesado en lo que le decía, pero seguramente estaba pensando en sus asuntos. No me importó. Me sentí con ganas de seguir hablando.
Al cabo de otro par de horas o, tal vez, un par de cervezas más, me dijo: “Basta”. Lo miré extrañado y temeroso, hice silencio e intenté seguir contando, pero se puso de pie. El dueño del bar me miró sorprendido. No le hice caso. El hombrecillo seguía parado, mirándome fijamente.
—¿Qué? —le pregunté.
—Son todas mentiras.
—Son cuentos. Pueden ser verdad, o no —respondí con una sonrisa.
—No son cuentos, son mentiras. Una enciclopedia completa de mentiras. Una tras otra —afirmó con voz gruesa.
Lo golpeé en la cara. Desapareció. Me quedé con el puño ensangrentado y dolorido. El dueño del bar me cobró las seis cervezas y el espejo roto.