Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

A La Deriva - por Pedro J

Web: http://maravillasoz.blogspot.com.es/

Aquí estoy, en una balsa mecida por el tranquilo oleaje del océano. Por supuesto, no voy a lamentar en absoluto las razones por las que, en mi existencia, he llegado a este estado. Digamos que ha sido así, y punto.

Llevo viajando (aunque más bien debería de decir a la deriva) innumerables días, quizás incluso hasta años. Junto a mí, siempre cerca, tengo una caja; un cofre, podríamos decir. Nunca lo abro hasta que se pone el sol por miedo a dañar lo que hay dentro. Me es muy preciado y, por supuesto, lo que contiene no es mío, si no de otros.

Olvidad que soy un pirata, por favor. Eso está muy trillado; la idea clásica de que el pirata sobrevive a un motín y hunde el barco con su tripulación para escapar en una balsa con su oro no me pega en absoluto; pero sí que es cierto que dentro de mi pequeño cofre, hay un tesoro inimaginable que me convierte en el ser más rico del mundo.

Por supuesto, ni que decir tiene que la posesión de tan inigualable riqueza me ha convertido en alguien taciturno, alejado siempre de los demás y muy, muy celoso de su valija. Soy alguien que se toma lo suyo muy en serio.

Y, como decía antes, aquí estoy; esperando a nada, comiendo tiempo sin quitarle el ojo a mi cofre. A veces doy paseos (cortos, claro; no penséis que mi balsa es del tamaño de una avenida) alrededor de mi improvisada embarcación e incluso he llegado a mantener largas conversaciones conmigo mismo acerca de multiplicidad de temas. Algunas veces hasta pesco por entretenimiento, no por necesidad; otras veces incluso me baño. No tengo miedo de los escualos ni nada parecido. Solo que no me alejo demasiado y procuro nadar igual que paseo en mi balsa: Alrededor de ella.

¿He dicho ya que mi cofre es muy valioso? Probablemente a estas alturas muchos de vosotros os preguntéis cómo hago para sobrevivir en tan deplorable estado; tal vez incluso unos pocos os lo hayáis imaginado ya. Es de la manera siguiente, mis queridos Sherlock: Dentro de mi cofre está lo que, podríamos decir, me da la vida. Por desgracia, no es una vida como físicamente o, vamos a decir científicamente, se conoce.

Estoy mucho más allá de esas nimias apreciaciones de la vida en la cual naces, te alimentas, bebes, creces, te reproduces y mueres. Incluso contando episodios realmente emocionantes de la vida de otros, os aseguro que mi “vida” es mucho más plena que el más dichoso de vosotros.

Y en el cofre está la respuesta.
Os dije que lo que tengo aquí no es mío, pero es necesario para mí; tan necesario como el comer para el hombre. Se trata de un tesoro de mucho valor; se trata de todas y cada una de las almas que he ido recogiendo a lo largo y ancho de los océanos; se trata de mi verdadero sustento, de mi verdadera esencia.

En tierra me llamáis en muchas ocasiones el Segador. En la laguna Estigia me llamabais Caronte. Pero aquí en la infinidad del mar, que es vuestro amigo y enemigo a la vez, vuestro sueño y vuestra pesadilla, no tengo nombre. Tan solo soy un náufrago a la deriva en busca de vuestras propias almas cuando, gracias a los hados, ocurre un hecho trágico. Allí estoy yo, sin que podáis huir, para recogeros y llevaros a… pero un momento, parece que se acerca un barco; vaya, vaya… ¡es enorme!

Apuesto lo que queráis a que ese cascarón no lo hunde ni Dios. Acerquémonos algo más para maravillarnos ante él. Bueno, bueno. Un buen navío, sin duda. Supongo que esto es lo que se debe de conocer como transatlántico; y, desde luego su nombre hace honor a su magnitud.

Fijaos: Se llama TITANIC…